Un tropiezo en su programa electoral golpea a la campaña de Theresa May

La primera ministra se ve obligada a rectificar una impopular medida y los sondeos recortan su diferencia con los laboristas a la mitad desde que se convocaron las elecciones

Pablo Guimón
Londres, El País
Theresa May se ha visto obligada a rectificar —"aclarar", prefiere la primera ministra— una de las medidas estrella de su programa electoral, presentado el pasado jueves. Su propuesta de reforma de las ayudas a las personas mayores provocó duras críticas de los votantes, según comprobaron los candidatos en la campaña a pie de calle, y los sondeos del domingo recortaban su ventaja respecto a los laboristas hasta los nueve puntos. Los aparatosos cambios de opinión, que han seguido casi a cada uno de los grandes anuncios de May desde que llegó a Downing Street en julio, lastran a una candidata que acude a las elecciones con la oferta de un liderazgo “fuerte y estable”.


La ventaja de los conservadores en los sondeos sigue siendo sólida. Pero esos nueve puntos sobre los laboristas, que algunos daban el domingo, significan que el margen se ha reducido a la mitad desde que se convocaron las elecciones y que se ha rebasado la barrera psicológica de los dos dígitos. Con ese resultado, Jeremy Corbyn (35%, según el sondeo de YouGov) superaría con creces el porcentaje de voto cosechado por su predecesor, Ed Miliband (30,4%). No es exactamente comparable: se espera que estas elecciones deparen una vuelta al bipartidismo y la diferencia en escaños sería sustancialmente mayor a la actual. Pero ese resultado le proporcionaría al veterano socialista argumentos incontestables para hablar de éxito.

Lo malo para los tories es que la política nacional no debería haberse colado en una campaña para la que tenían un guion muy claro: no meterse en jardines; pescar en el naufragio del antieuropeo UKIP y confiar en la capacidad de May de apelar a cierta clase trabajadora a la que el elitismo de su predecesor, David Cameron, producía sarpullidos. El poderoso gurú electoral australiano Lynton Crosby, el estratega estrella de los tories, ha diseñado una elección casi presidencial entre Theresa May y Jeremy Corbyn. El orden o el caos. Pero este fin de semana eran los laboristas los que hablaban de “caos, confusión e indecisión”, tras una más en la lista de las sonadas rectificaciones que la primera ministra ha convertido en inconveniente marca de la casa.

En su primer congreso como líder del Partido Conservador, prometió que obligaría a las empresas a publicar la lista de sus trabajadores inmigrantes, y días después rectificó. En sus primeros presupuestos, anunció subidas a las aportaciones a la seguridad social y, también, rectificó. Prometió reiteradamente que no convocaría elecciones anticipadas, y las convocó. Defendió la permanencia en la UE durante la campaña del referéndum y, después, lidera al país hacia un Brexit duro sin matices.

En esta ocasión la impopular medida que ha debido ser rectificada golpeaba donde más duele a los conservadores: en el colectivo de sus fieles votantes mayores. Bautizada exitosamente por los laboristas como “impuesto a la demencia”, supone transferir buena parte del coste de atender a las personas mayores de los contribuyentes a los propios receptores que pueden permitirse pagar su propia atención. Los mayores deberán pagar esa ayuda con su patrimonio (incluida la vivienda) hasta las últimas 100.000 libras. El programa, además, descarta el techo máximo de 72.000 libras que alguien podía pagar por su asistencia, adoptado por Cameron. Los críticos denuncian que eso, en muchos casos, obligaría a los herederos a vender las viviendas de sus padres y que la medida perjudicaría especialmente a quienes necesitan atención a largo plazo en sus domicilios.

“Desde que se publicó mi programa, las propuestas han sido objeto de acusaciones falsas por parte de Jeremy Corbyn”, ha denunciado Theresa May en un acto electoral en Gales. “Así que quiero aclarar algunos puntos. El programa dice que presentaremos un documento para su consulta, y eso incluirá un límite en la cantidad que la gente deberá pagar por sus cuidados”. Pero la primera ministra se ha negado a especificar la cuantía de ese límite máximo y ha pasado un auténtico mal rato tratando de defender ante los periodistas que nada había cambiado.

La polémica es grave para May no solo porque erosiona, con una nueva rectificación, la imagen de solidez y estabilidad que quiere proyectar. Además, afecta al colectivo social al que precisamente May quiere redirigir el partido: a esa clase media baja que, como la definió el otoño pasado, se las arregla para salir adelante, aunque con dificultades.

La medida, según informa el Financial Times, fue introducida en el programa en el último minuto por la propia primera ministra y pocos miembros del Gobierno fueron consultados. El revuelo y los últimos sondeos dan argumentos para cuestionar la estrategia de centrar la campaña en Theresa May.

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