Serena Williams, o el más difícil todavía

A punto de igualar el récord de grandes, la estadounidense decide ser madre sin renunciar a volver en 2018, ya con 36 años, para seguir haciendo historia. Court, Goolagong y Clijsters, las referencias

Alejandro Ciriza
Madrid, El País
Basta con verle dar unos pasos u observarle en los espacios íntimos para saber que es una mujer especial. Una figura que de puertas afuera —otra cosa es el espectro personal, radiografiado a la perfección en el documental Serena, de Ryan White— se expresa siempre desde la grandilocuencia, sin términos medios. Ella, así lo ha dicho siempre, nació para ser una estrella. No solo para ser buena o muy buena, sino para ser la mejor, independientemente de géneros. “Mi sueño era ser la mejor tenista del mundo, no la mejor mujer tenista del mundo”, redactó el año pasado en una misiva publicada por la revista Porter Magazine, en la que denunciaba el sexismo que domina en el deporte y la sociedad, en todos los ámbitos.


La vida siempre le ha impuesto muros a Serena Williams (Saginaw, Estados Unidos; 35 años), pero ella ha ido sorteándolos uno a uno. La norteamericana, ganadora de 23 títulos del Grand Slam y seguramente la mejor tenista de todos los tiempos, siempre va de frente. Sin pliegues ni dobleces. Lo que se ve es lo que hay. Un imperio. A su alrededor, siempre, ruido, muchísimo ruido mediático. Y ahora, después de su agente confirmase que está embarazada de 20 semanas y que el próximo otoño será madre por primera vez, todavía más. De nuevo, una vez más, Serena ha roto los moldes.

No tanto por su maternidad, porque otras jugadoras ya decidieron alterar sus carreras profesionales por el mismo motivo, sino sobre todo por el momento en que Williams ha decidido tener descendencia y también por sus planes de futuro. La tenista ya no jugará más esta temporada y retornará en 2018, con 36 años, pero no renuncia a seguir haciendo historia. De ningún modo. Su objetivo, así lo transmitió su entorno, es continuar ganando. Ahora bien, queda la incógnita de saber en qué estado volverá, de si conservará el mismo apetito competitivo o bien priorizará su nueva vida, con un biberón a bordo.

“Creo que nos ha pillado a todos por sorpresa, ¿no?”, contesta la española Vivi Ruano, reputada doblista y ganadora de dos platas olímpicas en Atenas 2004 y Pekín 2008. “Ha sido todo un poco extraño, tanto por la forma de anunciarlo como por el hecho de hacerlo ahora, cuando está en lo más alto. El hecho de ser madre es una decisión muy personal, pero seguro que si lo ha decidido así es porque lo ha meditado. A estas alturas, quizá lo más lógico es que hubiera esperado a terminar su carrera, pero todo está en su cabeza”, agrega la extenista madrileña (43 años), quien esperó a cerrar el ciclo profesional para estrenar la maternidad.

El 20 weeks (20 semanas) y la foto que publicó Serena en las redes sociales han puesto patas arriba el tenis mundial, que por un tiempo perderá a uno de sus tótems. Eso sí, las firmas de ropa y accesorios infantiles ya vaticinan cuantiosos beneficios gracias al fenómeno Serena. “Con nosotras no ocurría eso”, matizó Margaret Court a la agencia Reuters. “Yo firmé un contrato con Yamaha y la publicidad estaba en todas las vallas de los Estados Unidos, pero tuvieron que retirarlas porque no podía jugar por mi embarazo”, recuerda la australiana, plusmarquista (24) de los Grand Slams.

Tras su estela está situada Serena, cuyo rendimiento no está reñido para nada con la edad. De hecho, la estadounidense consiguió ganar 10 de sus 23 majors superada la barrera de la treintena, y el último, el Open de Australia, embarazada de dos meses. “No sé si podrá ganar otro grande…”, señala Court, de 74 años. “Todo dependerá de ella, de si a su vuelta siente que verdaderamente puede hacerlo”, añade a la agencia la oceánica, que elevó tres de sus grandes trofeos en 1973, un año después de dar a luz a su hijo Daniel, con 30 primaveras. Tres después se retiró. “Después de tener a mi hijo fue uno de mis mejores años, pero claro, yo era más joven de lo que lo será Serena… Debes tener en cuenta cómo estás físicamente y ver qué puedes hacer”, precisa.

Incide sobre la idea Ruano. “Con Serena, todo es posible, pero habrá que ver cómo le responde el cuerpo. Hay que recordar que en los últimos años ha sufrido muchas lesiones”, subraya la española; “cuando eres madre el cuerpo te da una vuelta, pero a lo mejor a ella incluso le da un impulso. Habrá que ver si entonces querrá dedicarse de pleno al tenis o bien a su niño, o bien compaginar las dos cosas. Otras pararon y al volver ganaron, así que, ¿cómo no va a poder hacerlo ella? Serena es Serena. Siempre será una chica especial, como todos los números uno”.

Como referencias, un buen número de deportistas. Y en el gremio de la raqueta, además de Court, otros dos ejemplos: su compatriota Evonne Goolagong y la belga Kim Clijsters, las otras dos únicas jugadoras de la Era Abierta que ganaron grandes títulos después de haber sido madres. Eso sí, con un matiz importante: ambas eran más sensiblemente más jóvenes que Serena. Clijsters, en su día número uno de la WTA, tuvo a su hija Jada en 2008, con 24 años; ganó el US Open los dos años siguientes y en 2012 se retiró a los 29. Goolagong, por su parte, conquistó Wimbledon en 1980, a los 28.

Ellas tres abrieron la senda. Y a ello se agarra Williams.

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