Estados Unidos lanza un duro mensaje político y militar a Corea del Norte
El Gobierno de Trump anuncia un endurecimiento de sanciones y despliega un escudo antimisiles
Joan Faus
Washington, El País
Obsesionado con la imagen pública, Donald Trump mandó este miércoles un duro mensaje político y militar a Corea del Norte. El Ejército de Estados Unidos inició el despliegue del anunciado escudo antimisiles en Corea del Sur y aseguró que sus fuerzas están preparadas para atacar en cualquier momento al régimen de Kim Jong-un por su programa nuclear. En paralelo, los secretarios de Estado y de Defensa celebraron una inusual reunión con todos los congresistas y senadores para abordar la amenaza atómica y en la que apostaron por reforzar las sanciones a Pyongyang.
Cuando se acerca a la barrera simbólica de los primeros 100 días en la Casa Blanca, Trump afronta con las crecientes ambiciones nucleares de Corea del Norte su desafío internacional más inmediato, pero también el más imprevisible y peligroso. El presidente republicano —que promueve la mano dura pero carece de una doctrina exterior definida— ha asegurado que la acción militar contra el régimen de Pyongyang está encima de la mesa, pero cualquier movimiento en esa dirección podría desencadenar una escalada nuclear de consecuencias desconocidas y poner en peligro a Corea del Sur y Japón, los dos aliados estadounidenses en la región.
En este escenario, ante el temor de que Pyongyang pueda estar preparando su sexta prueba nuclear, Trump ha puesto en marcha varias iniciativas simultáneas: exhibe músculo militar, mantiene viva la vía diplomática mientras acelera la presión a China para que se distancie de Corea del Norte, y utiliza la reunión de su cúpula militar y diplomática con el Congreso para tratar de mandar un mensaje de urgencia a la opinión pública norteamericana.
El objetivo de la reunión era explicar la estrategia de Trump que pasa por “presionar” a Corea del Norte para que desmantele su programa nuclear mediante un endurecimiento de las sanciones económicas y la búsqueda de soluciones diplomáticas, según anunciaron, sin entrar en detalles, en un comunicado conjunto los secretarios de Estado, Rex Tillerson, y Defensa, Jim Mattis, y el director de la comunidad de inteligencia, Dan Coats.
“Estados Unidos busca estabilidad y una desnuclearización pacífica de la península coreana. Estamos abiertos a negociaciones con ese objetivo. Sin embargo, seguimos preparados para defendernos y a nuestros aliados”, señalaron.
Tillerson, Mattis y Coats, junto al jefe del Estado Mayor, se reunieron primero con los 100 senadores en la Casa Blanca. Fue un formato insólito. Normalmente, los miembros del gobierno son los que se dirigen al Congreso para hablar con legisladores. Así ocurrió en la segunda reunión del día con todos los 435 miembros de la Cámara de Representantes.
Tras el encuentro, el senador demócrata Chris Van Hollen, dijo a la cadena CNN que no aprendió "nada nuevo" y que no entiende porque no podía celebrarse en el Senado, alimentado el debate de si la cita respondía más a un ejercicio de relaciones públicas o a la toma inminente de decisiones de calado.
Disuasión y provocación
Unas horas antes, el Pentágono había elevado el tono ante Pyongyang. “Creo que la mejor manera de reducir la tensión en la península coreana es proporcionando un poder de combate creíble 24 horas al día y siete días a la semana”, dijo este miércoles el almirante Harry Harris, responsable del comando estadounidense en el Pacífico, en una comparecencia ante un comité de la Cámara de Representantes. “La ausencia de una fuerte disuasión militar alienta a Kim Jong-un a hacer cosas provocadoras y peligrosas”.
Harris consideró que el despliegue actual de la primera potencia está mandando la “señal adecuada” al hermético país asiático. “Mis fuerzas están preparadas para luchar esta noche si son llamadas”, advirtió. El jefe militar describió un amplio abanico de opciones, entre ellas el portaviones Carl Vinson, que está cerca de Okinawa y a una distancia suficiente para atacar a Corea del Norte. Trump anunció el envío del grupo naval de ataque como una exhibición de fuerza, pero, en una humillación pública, la semana pasada se supo que inicialmente tomó un rumbo opuesto a Corea.
Hay más movimientos. El Ejército estadounidense inició este miércoles la instalación en el sur de la península coreana del THAAD, un sistema de baterías antiaéreas capaz de interceptar y destruir en el aire posibles misiles balísticos como los que ha lanzado en varios ensayos Corea del Norte en el último año. El sistema, que fue acordado el año pasado entre EE UU y Corea del Sur, “estará operativo en los próximos días”, dijo Harris.
En paralelo, explicó que se barajan nuevos sistemas para interceptar misiles en Hawái. El archipiélago está al alcance de un posible misil de Corea del Norte, que no esconde su ambición de tener capacidad de golpear la costa oeste de EE UU.
Dentro de los intentos de disuasión y provocaciones mutuas, EE UU ha atracado en los últimos días un submarino con misiles en el puerto surcoreano de Busan y ha llevado a cabo ejercicios navales con Corea del Sur y Japón. Mientras, Pyongyang ha realizado ejercicios con fuego real para celebrar el 85º aniversario de su Ejército.
28.500 militares estadounidenses en Corea del Sur
Estados Unidos cuenta actualmente con 28.500 militares desplegados en Corea del Sur. Su objetivo oficial es defender el armisticio que puso fin en 1953 al conflicto entre las dos Coreas y supuso la creación de una zona desmilitarizada entre ambos países.
Washington describe a sus soldados como “defensores de la democracia” y mantiene una estrecha cooperación militar con Corea del Sur para “mantener la estabilidad” en la península.
El comandante de las fuerzas estadounidenses, el general Vincent Brooks, es también el responsable del comando de la ONU, que concede el paraguas a la misión norteamericana y que se origina en la coalición de 21 países que ayudaron a Corea del Sur en la guerra con el Norte entre 1950 y 1953.
Joan Faus
Washington, El País
Obsesionado con la imagen pública, Donald Trump mandó este miércoles un duro mensaje político y militar a Corea del Norte. El Ejército de Estados Unidos inició el despliegue del anunciado escudo antimisiles en Corea del Sur y aseguró que sus fuerzas están preparadas para atacar en cualquier momento al régimen de Kim Jong-un por su programa nuclear. En paralelo, los secretarios de Estado y de Defensa celebraron una inusual reunión con todos los congresistas y senadores para abordar la amenaza atómica y en la que apostaron por reforzar las sanciones a Pyongyang.
Cuando se acerca a la barrera simbólica de los primeros 100 días en la Casa Blanca, Trump afronta con las crecientes ambiciones nucleares de Corea del Norte su desafío internacional más inmediato, pero también el más imprevisible y peligroso. El presidente republicano —que promueve la mano dura pero carece de una doctrina exterior definida— ha asegurado que la acción militar contra el régimen de Pyongyang está encima de la mesa, pero cualquier movimiento en esa dirección podría desencadenar una escalada nuclear de consecuencias desconocidas y poner en peligro a Corea del Sur y Japón, los dos aliados estadounidenses en la región.
En este escenario, ante el temor de que Pyongyang pueda estar preparando su sexta prueba nuclear, Trump ha puesto en marcha varias iniciativas simultáneas: exhibe músculo militar, mantiene viva la vía diplomática mientras acelera la presión a China para que se distancie de Corea del Norte, y utiliza la reunión de su cúpula militar y diplomática con el Congreso para tratar de mandar un mensaje de urgencia a la opinión pública norteamericana.
El objetivo de la reunión era explicar la estrategia de Trump que pasa por “presionar” a Corea del Norte para que desmantele su programa nuclear mediante un endurecimiento de las sanciones económicas y la búsqueda de soluciones diplomáticas, según anunciaron, sin entrar en detalles, en un comunicado conjunto los secretarios de Estado, Rex Tillerson, y Defensa, Jim Mattis, y el director de la comunidad de inteligencia, Dan Coats.
“Estados Unidos busca estabilidad y una desnuclearización pacífica de la península coreana. Estamos abiertos a negociaciones con ese objetivo. Sin embargo, seguimos preparados para defendernos y a nuestros aliados”, señalaron.
Tillerson, Mattis y Coats, junto al jefe del Estado Mayor, se reunieron primero con los 100 senadores en la Casa Blanca. Fue un formato insólito. Normalmente, los miembros del gobierno son los que se dirigen al Congreso para hablar con legisladores. Así ocurrió en la segunda reunión del día con todos los 435 miembros de la Cámara de Representantes.
Tras el encuentro, el senador demócrata Chris Van Hollen, dijo a la cadena CNN que no aprendió "nada nuevo" y que no entiende porque no podía celebrarse en el Senado, alimentado el debate de si la cita respondía más a un ejercicio de relaciones públicas o a la toma inminente de decisiones de calado.
Disuasión y provocación
Unas horas antes, el Pentágono había elevado el tono ante Pyongyang. “Creo que la mejor manera de reducir la tensión en la península coreana es proporcionando un poder de combate creíble 24 horas al día y siete días a la semana”, dijo este miércoles el almirante Harry Harris, responsable del comando estadounidense en el Pacífico, en una comparecencia ante un comité de la Cámara de Representantes. “La ausencia de una fuerte disuasión militar alienta a Kim Jong-un a hacer cosas provocadoras y peligrosas”.
Harris consideró que el despliegue actual de la primera potencia está mandando la “señal adecuada” al hermético país asiático. “Mis fuerzas están preparadas para luchar esta noche si son llamadas”, advirtió. El jefe militar describió un amplio abanico de opciones, entre ellas el portaviones Carl Vinson, que está cerca de Okinawa y a una distancia suficiente para atacar a Corea del Norte. Trump anunció el envío del grupo naval de ataque como una exhibición de fuerza, pero, en una humillación pública, la semana pasada se supo que inicialmente tomó un rumbo opuesto a Corea.
Hay más movimientos. El Ejército estadounidense inició este miércoles la instalación en el sur de la península coreana del THAAD, un sistema de baterías antiaéreas capaz de interceptar y destruir en el aire posibles misiles balísticos como los que ha lanzado en varios ensayos Corea del Norte en el último año. El sistema, que fue acordado el año pasado entre EE UU y Corea del Sur, “estará operativo en los próximos días”, dijo Harris.
En paralelo, explicó que se barajan nuevos sistemas para interceptar misiles en Hawái. El archipiélago está al alcance de un posible misil de Corea del Norte, que no esconde su ambición de tener capacidad de golpear la costa oeste de EE UU.
Dentro de los intentos de disuasión y provocaciones mutuas, EE UU ha atracado en los últimos días un submarino con misiles en el puerto surcoreano de Busan y ha llevado a cabo ejercicios navales con Corea del Sur y Japón. Mientras, Pyongyang ha realizado ejercicios con fuego real para celebrar el 85º aniversario de su Ejército.
28.500 militares estadounidenses en Corea del Sur
Estados Unidos cuenta actualmente con 28.500 militares desplegados en Corea del Sur. Su objetivo oficial es defender el armisticio que puso fin en 1953 al conflicto entre las dos Coreas y supuso la creación de una zona desmilitarizada entre ambos países.
Washington describe a sus soldados como “defensores de la democracia” y mantiene una estrecha cooperación militar con Corea del Sur para “mantener la estabilidad” en la península.
El comandante de las fuerzas estadounidenses, el general Vincent Brooks, es también el responsable del comando de la ONU, que concede el paraguas a la misión norteamericana y que se origina en la coalición de 21 países que ayudaron a Corea del Sur en la guerra con el Norte entre 1950 y 1953.