El Papa llega a Egipto a arropar a los coptos ante la ofensiva yihadista
La visita del Pontífice, tres semanas después de los atentados del Domingo de Ramos, pretende hacer una llamada a la paz y tender puentes con el Islam
Daniel Verdú
El Cairo, El País
El papa Francisco aterriza hoy en El Cairo en una histórica visita que pretende arropar a los cristianos de Egipto, amenazados por el islamismo radical. En el viaje subyace también la idea de tender puentes con el islam, aunque la visita arranca marcada por las cuestiones de seguridad, especialmente después de los atentados del pasado Domingo de Ramos en los que murieron 44 personas.
Aquel día, algunos minutos después de las explosiones, todo el mundo volvió la mirada hacia el Vaticano. El viaje programado para hoy y mañana, solo tres semanas después de los atentados, podía quedar en entredicho. Para el Papa, sin embargo, el motivo de la visita todavía estaba más justificado. De hecho, ni siquiera tiene intención de usar un coche blindado. El mensaje que iba a transmitir a la amenazada comunidad cristiana parapetado detrás de un cristal de seguridad no era el que había motivado el viaje.
La avenida Salah Salem, que conduce del aeropuerto al centro de El Cairo, estaba ayer empapelada con cárteles y vallas con el logotipo de la visita y el lema: “El Papa de la paz”. Más allá de la cuestión ecuménica, Egipto ha visto en este viaje una oportunidad para lanzar un mensaje de tranquilidad al mundo. El padre Giuseppe Scattolin, misionero comboniano que ha pasado 30 años aquí, cree que la amenaza no es en absoluto nueva, pero que el país se encuentra hoy en una situación límite. “No queda turismo, la gente pasa hambre y nadie tiene la valentía de invertir. Pensamos que esta visita puede impulsar a los musulmanes moderados a llevar a cabo reformas, como sucedió en Túnez. Esperamos que funcione”, señala.
Las medidas de seguridad, especialmente desde que Egipto declaró el estado de emergencia tras los atentados del día 9 son extremas. En la puerta de los principales hoteles de la ciudad, los perros rastrean los bajos de los automóviles en busca de explosivos y es fácil ver policías armados en cada esquina. Y la gran misa del sábado se ha trasladado al estadio de la Fuerza Aérea, que está mejor protegido y puede acoger a casi 30.000 personas (frente a los 18.000 del lugar inicial).
La visita tiene especial relevancia para el mundo copto. Pero las cifras que hablan de ellos (ortodoxos y católicos) son muy imprecisas. Pese a que hasta finales del siglo XVII los musulmanes no fueron mayoría en Egipto, hoy los cristianos coptos constituyen solo alrededor del 10% de la población (son la mayor comunidad cristiana de Oriente Próximo, con unos nueve millones de personas). Pero los católicos, como explica su portavoz, Rafic Greiche, son “la minoría de la minoría”: un 0,31% de la población (unos 250.000). Su influencia, sin embargo, no se basa tanto en su número sino en su despliegue institucional: 399 escuelas (donde la mayoría de estudiantes son musulmanes), 213 parroquias, hospitales, seminarios... Aunque esa expansión no garantiza, en ningún caso, la penetración social ni la seguridad.
El apoyo al nuevo régimen, tras el golpe de Estado que derrocó en 2013 a los Hermanos Musulmanes, ha terminado convirtiendo a los coptos en un objetivo político, como señala la profesora Francesca Corrao, profesora de Estudios Mediterráneos en la Universidad Luiss. “Gran parte del trasfondo de los atentados no es solo religioso. La vida de los cristianos se volvió muy complicada después de las primaveras árabes. Por eso esta visita es muy importante: es una señal de solidaridad hacia ellos, que en este momento están sufriendo muchísimo por los ataques del ISIS”, señala.
Rafic Greiche también cree que el clima ha empeorado. “Aquí eres un objetivo especial: de los hermanos musulmanes, y de los yihadistas salafistas. Esto es peor desde que Al Sisi está en el poder porque atacan nuestras iglesias. Nunca hemos estado seguros, pero ahora, como los cristianos ayudamos al cambio de los Hermanos Musulmanes a un Gobierno más civil, nos están castigando por nuestra posición”, denuncia.
Daniel Verdú
El Cairo, El País
El papa Francisco aterriza hoy en El Cairo en una histórica visita que pretende arropar a los cristianos de Egipto, amenazados por el islamismo radical. En el viaje subyace también la idea de tender puentes con el islam, aunque la visita arranca marcada por las cuestiones de seguridad, especialmente después de los atentados del pasado Domingo de Ramos en los que murieron 44 personas.
Aquel día, algunos minutos después de las explosiones, todo el mundo volvió la mirada hacia el Vaticano. El viaje programado para hoy y mañana, solo tres semanas después de los atentados, podía quedar en entredicho. Para el Papa, sin embargo, el motivo de la visita todavía estaba más justificado. De hecho, ni siquiera tiene intención de usar un coche blindado. El mensaje que iba a transmitir a la amenazada comunidad cristiana parapetado detrás de un cristal de seguridad no era el que había motivado el viaje.
La avenida Salah Salem, que conduce del aeropuerto al centro de El Cairo, estaba ayer empapelada con cárteles y vallas con el logotipo de la visita y el lema: “El Papa de la paz”. Más allá de la cuestión ecuménica, Egipto ha visto en este viaje una oportunidad para lanzar un mensaje de tranquilidad al mundo. El padre Giuseppe Scattolin, misionero comboniano que ha pasado 30 años aquí, cree que la amenaza no es en absoluto nueva, pero que el país se encuentra hoy en una situación límite. “No queda turismo, la gente pasa hambre y nadie tiene la valentía de invertir. Pensamos que esta visita puede impulsar a los musulmanes moderados a llevar a cabo reformas, como sucedió en Túnez. Esperamos que funcione”, señala.
Las medidas de seguridad, especialmente desde que Egipto declaró el estado de emergencia tras los atentados del día 9 son extremas. En la puerta de los principales hoteles de la ciudad, los perros rastrean los bajos de los automóviles en busca de explosivos y es fácil ver policías armados en cada esquina. Y la gran misa del sábado se ha trasladado al estadio de la Fuerza Aérea, que está mejor protegido y puede acoger a casi 30.000 personas (frente a los 18.000 del lugar inicial).
La visita tiene especial relevancia para el mundo copto. Pero las cifras que hablan de ellos (ortodoxos y católicos) son muy imprecisas. Pese a que hasta finales del siglo XVII los musulmanes no fueron mayoría en Egipto, hoy los cristianos coptos constituyen solo alrededor del 10% de la población (son la mayor comunidad cristiana de Oriente Próximo, con unos nueve millones de personas). Pero los católicos, como explica su portavoz, Rafic Greiche, son “la minoría de la minoría”: un 0,31% de la población (unos 250.000). Su influencia, sin embargo, no se basa tanto en su número sino en su despliegue institucional: 399 escuelas (donde la mayoría de estudiantes son musulmanes), 213 parroquias, hospitales, seminarios... Aunque esa expansión no garantiza, en ningún caso, la penetración social ni la seguridad.
El apoyo al nuevo régimen, tras el golpe de Estado que derrocó en 2013 a los Hermanos Musulmanes, ha terminado convirtiendo a los coptos en un objetivo político, como señala la profesora Francesca Corrao, profesora de Estudios Mediterráneos en la Universidad Luiss. “Gran parte del trasfondo de los atentados no es solo religioso. La vida de los cristianos se volvió muy complicada después de las primaveras árabes. Por eso esta visita es muy importante: es una señal de solidaridad hacia ellos, que en este momento están sufriendo muchísimo por los ataques del ISIS”, señala.
Rafic Greiche también cree que el clima ha empeorado. “Aquí eres un objetivo especial: de los hermanos musulmanes, y de los yihadistas salafistas. Esto es peor desde que Al Sisi está en el poder porque atacan nuestras iglesias. Nunca hemos estado seguros, pero ahora, como los cristianos ayudamos al cambio de los Hermanos Musulmanes a un Gobierno más civil, nos están castigando por nuestra posición”, denuncia.