Trump repite su acusación de espionaje a Obama y promete novedades sobre el caso
“Creo que encontrarás algunos asuntos muy interesantes apareciendo en las próximas dos semanas”, dice el presidente
Joan Faus
Washington, El País
Once días después, Donald Trump rompió su silencio sobre su acusación de espionaje al expresidente Barack Obama. Y lo hizo al más puro estilo Trump: redoblando su ataque, pero siguiendo sin ofrecer pruebas que lo respalden. “Espionaje telefónico cubre muchas cosas diferentes”, dijo el presidente estadounidense en un extracto de una entrevista a la cadena Fox News, que se emitirá este miércoles por la noche. “Creo que encontrarás algunos asuntos muy interesantes apareciendo en las próximas dos semanas”, agregó.
“Qué bajo cayó el presidente Obama al grabar mis teléfonos durante el sagrado proceso electoral. Esto es Nixon/Watergate”, escribió Trump el 4 de marzo en Twitter. “Un buen abogado podría construir un gran caso a partir del hecho de que el presidente Obama estaba interviniendo mis teléfonos en octubre, justo antes de las elecciones”, prosiguió en otro mensaje.
Un portavoz de Obama y el entorno del director del FBI negaron las presuntas escuchas de las comunicaciones de Trump en su oficina en Nueva York durante la campaña electoral.
Desde entonces, ni Trump ni su gobierno han ofrecido prueba alguna que respalde la acusación ante la creciente impaciencia de su propio partido, el republicano. Asesores del presidente, que pidió al Congreso que investigue el presunto pinchazo, han rebajado en los últimos días la inculpación, pero la declaración de Trump en la entrevista indica que él mantiene su ofensiva.
Se especula, a la espera de determinar si hay pruebas, con que el republicano escribió los tuits tras leer sobre el supuesto espionaje en medios de comunicación conservadores, que tampoco ofrecieron prueba alguna. Su objetivo era presumiblemente que se dejara de hablar de los lazos de su equipo con Rusia.
Desaire republicano
Unas horas antes de difundirse los extractos de la entrevista, Trump sufrió un desaire de su propio partido. “No creo que hubiera una escucha telefónica de la Torre Trump”, dijo el presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, Devin Nunes. “No tenemos ninguna evidencia de que eso ocurriera”, agregó.
En una rueda de prensa en el Capitolio, junto a Adam Schiff, el demócrata de más alto rango en el comité, Nunes dijo que Trump “está claramente equivocado” si se interpretan literalmente los mensajes en Twitter en los que acusó a Obama de ordenar espiarle antes de las elecciones presidenciales de noviembre. El congresista, que hasta ahora parecía cercano a Trump, ya cuestionó la semana pasada la veracidad de la acusación del mandatario.
Este miércoles se vivieron otros ejemplos de la creciente presión que afronta Trump para demostrar o retirar su acusación. El fiscal general, Jeff Sessions, aseguró que él nunca le dijo al presidente que Obama hubiera ordenado grabar sus comunicaciones.
En paralelo, dos senadores republicanos, Chuck Grassley y Lindsey Graham, amenazaron con bloquear la nominación de la número dos del Departamento de Justicia si el FBI no les proporciona información sobre el supuesto espionaje. Para poder interceptar las comunicaciones, el Gobierno Obama hubiese requerido de una orden judicial.
Graham, que encabeza uno de los comités que investiga las injerencias rusas en la campaña electoral, aseguró que el FBI se ha comprometido a hablar de las acusaciones de Trump en una sesión a puerta cerrada. Horas antes, el senador había amenazado con reclamar en los tribunales esa información.
El comité judicial del Senado, que integran Grassley y Graham, pidió la semana pasada al Departamento de Justicia, del que depende el FBI, si tenía pruebas que validaran la acusación de Trump. Le dio de plazo para responder hasta el lunes, pero ese día Justicia pidió “tiempo adicional” a los legisladores para revisar la petición y “determinar qué documentos, si es que los hay, podrían existir”.
Mientras se sigue hablando del pinchazo telefónico, se acerca la fecha que puede ser determinante en este culebrón. El próximo lunes, se inician las comparecencias sobre Rusia en la Cámara. Allí hablará el director del FBI, James Comey, que supuestamente pidió al Departamento de Justicia que negara la acusación de espionaje lanzada por Trump, algo que el departamento no hizo.
Joan Faus
Washington, El País
Once días después, Donald Trump rompió su silencio sobre su acusación de espionaje al expresidente Barack Obama. Y lo hizo al más puro estilo Trump: redoblando su ataque, pero siguiendo sin ofrecer pruebas que lo respalden. “Espionaje telefónico cubre muchas cosas diferentes”, dijo el presidente estadounidense en un extracto de una entrevista a la cadena Fox News, que se emitirá este miércoles por la noche. “Creo que encontrarás algunos asuntos muy interesantes apareciendo en las próximas dos semanas”, agregó.
“Qué bajo cayó el presidente Obama al grabar mis teléfonos durante el sagrado proceso electoral. Esto es Nixon/Watergate”, escribió Trump el 4 de marzo en Twitter. “Un buen abogado podría construir un gran caso a partir del hecho de que el presidente Obama estaba interviniendo mis teléfonos en octubre, justo antes de las elecciones”, prosiguió en otro mensaje.
Un portavoz de Obama y el entorno del director del FBI negaron las presuntas escuchas de las comunicaciones de Trump en su oficina en Nueva York durante la campaña electoral.
Desde entonces, ni Trump ni su gobierno han ofrecido prueba alguna que respalde la acusación ante la creciente impaciencia de su propio partido, el republicano. Asesores del presidente, que pidió al Congreso que investigue el presunto pinchazo, han rebajado en los últimos días la inculpación, pero la declaración de Trump en la entrevista indica que él mantiene su ofensiva.
Se especula, a la espera de determinar si hay pruebas, con que el republicano escribió los tuits tras leer sobre el supuesto espionaje en medios de comunicación conservadores, que tampoco ofrecieron prueba alguna. Su objetivo era presumiblemente que se dejara de hablar de los lazos de su equipo con Rusia.
Desaire republicano
Unas horas antes de difundirse los extractos de la entrevista, Trump sufrió un desaire de su propio partido. “No creo que hubiera una escucha telefónica de la Torre Trump”, dijo el presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, Devin Nunes. “No tenemos ninguna evidencia de que eso ocurriera”, agregó.
En una rueda de prensa en el Capitolio, junto a Adam Schiff, el demócrata de más alto rango en el comité, Nunes dijo que Trump “está claramente equivocado” si se interpretan literalmente los mensajes en Twitter en los que acusó a Obama de ordenar espiarle antes de las elecciones presidenciales de noviembre. El congresista, que hasta ahora parecía cercano a Trump, ya cuestionó la semana pasada la veracidad de la acusación del mandatario.
Este miércoles se vivieron otros ejemplos de la creciente presión que afronta Trump para demostrar o retirar su acusación. El fiscal general, Jeff Sessions, aseguró que él nunca le dijo al presidente que Obama hubiera ordenado grabar sus comunicaciones.
En paralelo, dos senadores republicanos, Chuck Grassley y Lindsey Graham, amenazaron con bloquear la nominación de la número dos del Departamento de Justicia si el FBI no les proporciona información sobre el supuesto espionaje. Para poder interceptar las comunicaciones, el Gobierno Obama hubiese requerido de una orden judicial.
Graham, que encabeza uno de los comités que investiga las injerencias rusas en la campaña electoral, aseguró que el FBI se ha comprometido a hablar de las acusaciones de Trump en una sesión a puerta cerrada. Horas antes, el senador había amenazado con reclamar en los tribunales esa información.
El comité judicial del Senado, que integran Grassley y Graham, pidió la semana pasada al Departamento de Justicia, del que depende el FBI, si tenía pruebas que validaran la acusación de Trump. Le dio de plazo para responder hasta el lunes, pero ese día Justicia pidió “tiempo adicional” a los legisladores para revisar la petición y “determinar qué documentos, si es que los hay, podrían existir”.
Mientras se sigue hablando del pinchazo telefónico, se acerca la fecha que puede ser determinante en este culebrón. El próximo lunes, se inician las comparecencias sobre Rusia en la Cámara. Allí hablará el director del FBI, James Comey, que supuestamente pidió al Departamento de Justicia que negara la acusación de espionaje lanzada por Trump, algo que el departamento no hizo.