Los republicanos adelantan un abanico de propuestas conservadoras bajo el amparo de Trump
La llegada del magnate a la Casa Blanca abre la vía para limitar el derecho el aborto o penalizar a las ciudades que protejan a indocumentados
Cristina F. Pereda
Washington, El País
El Partido Republicano ha esperado ocho años a que llegara este momento. La victoria de Donald Trump en las presidenciales, acompañada de las mayorías parlamentarias en ambas Cámaras, facilita aprobar cualquiera de sus propuestas legislativas porque cuentan con el apoyo de un presidente que no amenaza con vetarlas desde la Casa Blanca. Ese puede ser Trump. Cuando se cumplen apenas 50 días de su mandato, los republicanos han presentado un abanico de leyes ultraconservadoras que hasta ahora solo aspiraban a salir adelante en un puñado de Estados.
El triunfo de Trump les ha abierto la puerta del Gobierno federal. En solo seis semanas, el Partido Republicano ha planteado leyes que eliminan el Departamento de Educación y la Agencia de Protección Medioambiental. Otra persigue limitar el derecho al aborto y una más retira los fondos federales a la organización benéfica Planned Parenthood. También hay una propuesta para limitar el poder de los sindicatos y otra para acabar con las “ciudades santuario”, como se conoce a las localidades que protegen a los indocumentados de las políticas de Trump.
“Los republicanos han visto que el presidente no parece tener valores sólidos, por lo que aparenta ser manipulable”, explica Emily Sussman, directora de estrategias del Center for American Progress, en Washington. “Eso alimenta la sensación de que lo primero que llame su atención puede acabar convirtiéndose en ley”.
Entre las candidatas se encuentran algunas propuestas vinculadas estos últimos años a los esfuerzos del Tea Party. La primera en conseguir el apoyo de Trump es la reforma del sistema sanitario. La segunda es retirar los fondos federales a Planned Parenthood. Esta fundación proporciona atención sanitaria a mujeres sin recursos y ha estado en la diana de los conservadores desde hace varios años porque también practica abortos. Los republicanos quieren recortar los 500 millones de dólares que recibe cada año en ayudas públicas, a pesar del apoyo ciudadano con el que cuenta.
El primer representante en intentarlo fue Mike Pence, hoy vicepresidente, cuando era legislador de Indiana. Pence presentó entre 2007 y 2011 seis propuestas legislativas que llevaron a medios estadounidenses ha acusarle de librar “una cruzada individual” contra Planned Parenthood. Uno de los textos salió adelante en la Cámara, pero fue bloqueado por los demócratas en el Senado. Ahora Pence tiene la oportunidad de lograr el sello de Trump en lo que él mismo empezó hace ya una década gracias a los 125 representantes que ya han respaldado la proposición de ley.
Sussman afirma que estas propuestas son “simbólicas” para el Partido Republicano pero les ayudan a movilizar a su base más conservadora. Tras diez años de promesas y con el control de los tres poderes legislativos, es el momento de cumplir también con promesas como la de limitar el acceso al aborto. El republicano Steve King, de Iowa, ya ha hecho su parte con un proyecto de ley para prohibir el aborto “después del primer latido” del feto —perceptible a partir de las cinco o seis semanas— a pesar de que no hay base científica alguna para utilizarlo como justificación.
Como el aborto, la lucha contra los sindicatos laborales ha impulsado la carrera de políticos como Scott Walker, aspirante a la presidencia en las últimas elecciones. Walker apuntaló su apuesta como gobernador de Wisconsin enfrentándose a las organizaciones de trabajadores. Ahora ese planteamiento tiene su eco en Washington, con el proyecto de ley de Derecho al Trabajo, criticado por los demócratas porque contribuye a la reducción de aportaciones a los sindicatos, diezmados en las últimas décadas.
Los legisladores también han declarado su apoyo a la política de Trump contra las ciudades santuario, cuyos ayuntamientos se han negado a colaborar con la agencia de inmigración en las detenciones de indocumentados. Los republicanos quieren escudar esa normativa con una ley llamada Movilización Contra las Ciudades Santuario y que les prohibiría recibir fondos federales durante un año si se oponen a compartir información acerca de cualquier persona sin permiso de residencia legal.
Más allá de la batalla de los conservadores contra el aborto, los sindicatos y la inmigración, el Partido Republicano también tiene en el punto de mira dos agencias gubernamentales. La primera es la Agencia de Protección Medioambiental (EPA). Cuatro representantes republicanos firman un proyecto de ley de apenas una línea de extensión que lee “cerrar la EPA el 31 de diciembre de 2018”. La agencia ya está liderada por un empresario, Scott Pruitt, que duda del consenso científico acerca del papel del hombre en el cambio climático y que no ha escondido su intención de limitar sus competencias.
La incongruencia esconde su razonamiento. “Hay muchos conservadores del Tea Party que quieren desmantelar todo el sistema y sienten que este es su momento”, dice Sussman. Trump recibió un sólido apoyo entre todos los republicanos y ahora, si acaba poniendo su firma en cualquiera de estas leyes, habrá saldado su deuda.
Cristina F. Pereda
Washington, El País
El Partido Republicano ha esperado ocho años a que llegara este momento. La victoria de Donald Trump en las presidenciales, acompañada de las mayorías parlamentarias en ambas Cámaras, facilita aprobar cualquiera de sus propuestas legislativas porque cuentan con el apoyo de un presidente que no amenaza con vetarlas desde la Casa Blanca. Ese puede ser Trump. Cuando se cumplen apenas 50 días de su mandato, los republicanos han presentado un abanico de leyes ultraconservadoras que hasta ahora solo aspiraban a salir adelante en un puñado de Estados.
El triunfo de Trump les ha abierto la puerta del Gobierno federal. En solo seis semanas, el Partido Republicano ha planteado leyes que eliminan el Departamento de Educación y la Agencia de Protección Medioambiental. Otra persigue limitar el derecho al aborto y una más retira los fondos federales a la organización benéfica Planned Parenthood. También hay una propuesta para limitar el poder de los sindicatos y otra para acabar con las “ciudades santuario”, como se conoce a las localidades que protegen a los indocumentados de las políticas de Trump.
“Los republicanos han visto que el presidente no parece tener valores sólidos, por lo que aparenta ser manipulable”, explica Emily Sussman, directora de estrategias del Center for American Progress, en Washington. “Eso alimenta la sensación de que lo primero que llame su atención puede acabar convirtiéndose en ley”.
Entre las candidatas se encuentran algunas propuestas vinculadas estos últimos años a los esfuerzos del Tea Party. La primera en conseguir el apoyo de Trump es la reforma del sistema sanitario. La segunda es retirar los fondos federales a Planned Parenthood. Esta fundación proporciona atención sanitaria a mujeres sin recursos y ha estado en la diana de los conservadores desde hace varios años porque también practica abortos. Los republicanos quieren recortar los 500 millones de dólares que recibe cada año en ayudas públicas, a pesar del apoyo ciudadano con el que cuenta.
El primer representante en intentarlo fue Mike Pence, hoy vicepresidente, cuando era legislador de Indiana. Pence presentó entre 2007 y 2011 seis propuestas legislativas que llevaron a medios estadounidenses ha acusarle de librar “una cruzada individual” contra Planned Parenthood. Uno de los textos salió adelante en la Cámara, pero fue bloqueado por los demócratas en el Senado. Ahora Pence tiene la oportunidad de lograr el sello de Trump en lo que él mismo empezó hace ya una década gracias a los 125 representantes que ya han respaldado la proposición de ley.
Sussman afirma que estas propuestas son “simbólicas” para el Partido Republicano pero les ayudan a movilizar a su base más conservadora. Tras diez años de promesas y con el control de los tres poderes legislativos, es el momento de cumplir también con promesas como la de limitar el acceso al aborto. El republicano Steve King, de Iowa, ya ha hecho su parte con un proyecto de ley para prohibir el aborto “después del primer latido” del feto —perceptible a partir de las cinco o seis semanas— a pesar de que no hay base científica alguna para utilizarlo como justificación.
Como el aborto, la lucha contra los sindicatos laborales ha impulsado la carrera de políticos como Scott Walker, aspirante a la presidencia en las últimas elecciones. Walker apuntaló su apuesta como gobernador de Wisconsin enfrentándose a las organizaciones de trabajadores. Ahora ese planteamiento tiene su eco en Washington, con el proyecto de ley de Derecho al Trabajo, criticado por los demócratas porque contribuye a la reducción de aportaciones a los sindicatos, diezmados en las últimas décadas.
Los legisladores también han declarado su apoyo a la política de Trump contra las ciudades santuario, cuyos ayuntamientos se han negado a colaborar con la agencia de inmigración en las detenciones de indocumentados. Los republicanos quieren escudar esa normativa con una ley llamada Movilización Contra las Ciudades Santuario y que les prohibiría recibir fondos federales durante un año si se oponen a compartir información acerca de cualquier persona sin permiso de residencia legal.
Más allá de la batalla de los conservadores contra el aborto, los sindicatos y la inmigración, el Partido Republicano también tiene en el punto de mira dos agencias gubernamentales. La primera es la Agencia de Protección Medioambiental (EPA). Cuatro representantes republicanos firman un proyecto de ley de apenas una línea de extensión que lee “cerrar la EPA el 31 de diciembre de 2018”. La agencia ya está liderada por un empresario, Scott Pruitt, que duda del consenso científico acerca del papel del hombre en el cambio climático y que no ha escondido su intención de limitar sus competencias.
La incongruencia esconde su razonamiento. “Hay muchos conservadores del Tea Party que quieren desmantelar todo el sistema y sienten que este es su momento”, dice Sussman. Trump recibió un sólido apoyo entre todos los republicanos y ahora, si acaba poniendo su firma en cualquiera de estas leyes, habrá saldado su deuda.