Los líderes republicanos afirman que no hay pruebas de las supuestas escuchas en la Torre Trump
La Casa Blanca mantiene las alegaciones que llevaron al presidente a acusar a Barack Obama de ordenar el espionaje
Cristina F. Pereda
Washington, El País
Los líderes del Partido Republicano han abandonado al presidente Donald Trump en sus alegaciones de que su antecesor, Barack Obama, ordenó que se grabaran sus conversaciones telefónicas en la Torre Trump. “No hemos visto ninguna prueba que lo demuestre”, declaró este jueves el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan. Poco después se sumaron a la misma conclusión los líderes del Comité de Inteligencia del Senado, encargados de indagar las supuestas escuchas a petición de Trump. La Casa Blanca niega que las conclusiones sean definitivas y mantiene que Trump fue sometido a vigilancia durante su etapa de candidato.
“Esa grabación nunca existió”, dijo tajantemente Ryan en Washington. El líder de la mayoría republicana explicó que, según la información que han manejado los representantes en el comité que estudia estas semanas la injerencia de Rusia en las elecciones y su posible coordinación con el equipo de Trump, “han llegado hasta el fondo” y siguen sin tener pruebas de que el presidente dijera la verdad. Ryan añadió posteriormente que incluso en el sentido más amplio del término "vigilancia", siguen sin contar con hechos ni documentos que pudieran servir a Trump para avalar tal acusación.
Momentos antes, los líderes republicanos del Comité de Inteligencia del Senado aseguraban que carecen de pruebas de que la Administración del expresidente Obama ordenara grabar las conversaciones telefónicas en la Torre Trump. Su sucesor, Donald Trump, le acusó de espiarle en una serie de mensajes en Twitter hace dos semanas sin presentar pruebas ni en ese momento, ni después.
“Basándonos en la información que tenemos, no vemos indicios de que la Torre Trump fuese objetivo de vigilancia por parte de ninguna división del Gobierno de Estados Unidos ni antes ni después de las elecciones de 2016”, afirma un comunicado del presidente del comité, el republicano Richard Burr, y del vicepresidente, el senador demócrata Mark Warner.
La Casa Blanca negó este jueves que el comunicado de los senadores sea definitivo. "No son conclusiones, ni siquiera han revisado toda la documentación", disputó el portavoz Sean Spicer acerca de las conclusiones emitidas por los dos comités y respaldadas por el líder del Partido Republicano. Preguntado por si Trump se disculpará a su antecesor, Spicer respondió que "no vamos a juzgar por anticipado cuál será el resultado de todo esto".
Spicer declaró días antes que tenía “confianza extrema” en la existencia de las grabaciones y este jueves acusó en rueda de prensa a algunos periodistas estadounidenses de ignorar cuando las mismas autoridades decían que no hay pruebas de los vínculos entre Trump y Rusia. “El presidente ha sido muy claro, cuando dijo escuchas estaba hablando de muchos tipos de vigilancia, de incidentes que vosotros habéis decidido no cubrir”, dijo el portavoz.
Las conclusiones del comité del Senado y respaldadas por Ryan coinciden con las pronunciadas el miércoles por el mismo organismo en la Cámara de Representantes. Allí, el republicano Devin Nunes, fue claro: “No creo que hubiera una escucha telefónica de la Torre Trump”. Junto al demócrata de mayor rango en ese comité, Adam Schiff, Nunes afirmó que el presidente “está claramente equivocado” si todavía defiende que Obama ordenó personalmente que se grabaran sus comunicaciones.
Trump, sin embargo, sigue manteniendo su postura. Poco después de recibir un duro golpe por parte de su propio partido, al que encargó que investigara las supuestas escuchas, el presidente reiteró en una entrevista sus acusaciones. “Espionaje telefónico cubre muchas cosas diferentes”, respondió en Fox News. “Creo que encontraréis asuntos muy interesantes en las próximas dos semanas”.
Como en sus primeras acusaciones, Trump primero lanzó el mensaje y después abrió el debate sobre su significado. “Qué bajo cayó el presidente Obama al grabar mis teléfonos durante el sagrado proceso electoral. Esto es Nixon/Watergate”, escribió el 4 de marzo en Twitter. “Un buen abogado podría construir un gran caso a partir del hecho de que el presidente Obama estaba interviniendo mis teléfonos en octubre, justo antes de las elecciones”, añadió.
Posteriormente, tanto el presidente como la Casa Blanca han ido distanciándose de la grave acusación que hizo Trump contra su predecesor. Una acusación que implica que violó la ley para espiarle. A pesar de que el presidente republicano pidió al Congreso que investigara las supuestas escuchas, su equipo nunca ha presentado pruebas que demuestren su existencia.
Para ello, el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes solicitó al Departamento de Justicia que entregara esta misma semana los documentos que prueben las grabaciones y quién las ordenó, pero Justicia pidió más tiempo para “determinar qué documentos, si es que los hay, podrían existir”. El senador republicano Lindsey Graham afirmó este miércoles que está dispuesto a obtener la documentación necesaria con una citación judicial.
El director del FBI, James Comey, ha mantenido estos días varias reuniones a puerta cerrada con los miembros de los comités de inteligencia que llevan a cabo estas indagaciones. Comey comparecerá en una audiencia pública el próximo lunes, donde podría revelar si su agencia tiene conocimiento de tales escuchas.
Cristina F. Pereda
Washington, El País
Los líderes del Partido Republicano han abandonado al presidente Donald Trump en sus alegaciones de que su antecesor, Barack Obama, ordenó que se grabaran sus conversaciones telefónicas en la Torre Trump. “No hemos visto ninguna prueba que lo demuestre”, declaró este jueves el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan. Poco después se sumaron a la misma conclusión los líderes del Comité de Inteligencia del Senado, encargados de indagar las supuestas escuchas a petición de Trump. La Casa Blanca niega que las conclusiones sean definitivas y mantiene que Trump fue sometido a vigilancia durante su etapa de candidato.
“Esa grabación nunca existió”, dijo tajantemente Ryan en Washington. El líder de la mayoría republicana explicó que, según la información que han manejado los representantes en el comité que estudia estas semanas la injerencia de Rusia en las elecciones y su posible coordinación con el equipo de Trump, “han llegado hasta el fondo” y siguen sin tener pruebas de que el presidente dijera la verdad. Ryan añadió posteriormente que incluso en el sentido más amplio del término "vigilancia", siguen sin contar con hechos ni documentos que pudieran servir a Trump para avalar tal acusación.
Momentos antes, los líderes republicanos del Comité de Inteligencia del Senado aseguraban que carecen de pruebas de que la Administración del expresidente Obama ordenara grabar las conversaciones telefónicas en la Torre Trump. Su sucesor, Donald Trump, le acusó de espiarle en una serie de mensajes en Twitter hace dos semanas sin presentar pruebas ni en ese momento, ni después.
“Basándonos en la información que tenemos, no vemos indicios de que la Torre Trump fuese objetivo de vigilancia por parte de ninguna división del Gobierno de Estados Unidos ni antes ni después de las elecciones de 2016”, afirma un comunicado del presidente del comité, el republicano Richard Burr, y del vicepresidente, el senador demócrata Mark Warner.
La Casa Blanca negó este jueves que el comunicado de los senadores sea definitivo. "No son conclusiones, ni siquiera han revisado toda la documentación", disputó el portavoz Sean Spicer acerca de las conclusiones emitidas por los dos comités y respaldadas por el líder del Partido Republicano. Preguntado por si Trump se disculpará a su antecesor, Spicer respondió que "no vamos a juzgar por anticipado cuál será el resultado de todo esto".
Spicer declaró días antes que tenía “confianza extrema” en la existencia de las grabaciones y este jueves acusó en rueda de prensa a algunos periodistas estadounidenses de ignorar cuando las mismas autoridades decían que no hay pruebas de los vínculos entre Trump y Rusia. “El presidente ha sido muy claro, cuando dijo escuchas estaba hablando de muchos tipos de vigilancia, de incidentes que vosotros habéis decidido no cubrir”, dijo el portavoz.
Las conclusiones del comité del Senado y respaldadas por Ryan coinciden con las pronunciadas el miércoles por el mismo organismo en la Cámara de Representantes. Allí, el republicano Devin Nunes, fue claro: “No creo que hubiera una escucha telefónica de la Torre Trump”. Junto al demócrata de mayor rango en ese comité, Adam Schiff, Nunes afirmó que el presidente “está claramente equivocado” si todavía defiende que Obama ordenó personalmente que se grabaran sus comunicaciones.
Trump, sin embargo, sigue manteniendo su postura. Poco después de recibir un duro golpe por parte de su propio partido, al que encargó que investigara las supuestas escuchas, el presidente reiteró en una entrevista sus acusaciones. “Espionaje telefónico cubre muchas cosas diferentes”, respondió en Fox News. “Creo que encontraréis asuntos muy interesantes en las próximas dos semanas”.
Como en sus primeras acusaciones, Trump primero lanzó el mensaje y después abrió el debate sobre su significado. “Qué bajo cayó el presidente Obama al grabar mis teléfonos durante el sagrado proceso electoral. Esto es Nixon/Watergate”, escribió el 4 de marzo en Twitter. “Un buen abogado podría construir un gran caso a partir del hecho de que el presidente Obama estaba interviniendo mis teléfonos en octubre, justo antes de las elecciones”, añadió.
Posteriormente, tanto el presidente como la Casa Blanca han ido distanciándose de la grave acusación que hizo Trump contra su predecesor. Una acusación que implica que violó la ley para espiarle. A pesar de que el presidente republicano pidió al Congreso que investigara las supuestas escuchas, su equipo nunca ha presentado pruebas que demuestren su existencia.
Para ello, el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes solicitó al Departamento de Justicia que entregara esta misma semana los documentos que prueben las grabaciones y quién las ordenó, pero Justicia pidió más tiempo para “determinar qué documentos, si es que los hay, podrían existir”. El senador republicano Lindsey Graham afirmó este miércoles que está dispuesto a obtener la documentación necesaria con una citación judicial.
El director del FBI, James Comey, ha mantenido estos días varias reuniones a puerta cerrada con los miembros de los comités de inteligencia que llevan a cabo estas indagaciones. Comey comparecerá en una audiencia pública el próximo lunes, donde podría revelar si su agencia tiene conocimiento de tales escuchas.