Los insurgentes del Este de Ucrania someten las fábricas para explotarlas vía Rusia
Los separatistas dicen haberse hecho con el control de 40 empresas, alguna perteneciente al hombre más rico del país
Pilar Bonet
Moscú, El País
Los insurgentes prorusos del Este de Ucrania comenzaron a hacerse con el control de las empresas que se han negado a registrarse y pagar impuestos en los territorios no dominados por el gobierno de Kiev. La medida supone el cumplimiento del ultimátum que expiraba el 28 de febrero.
El líder de la autodenominada República Popular de Donetsk (RPD), Alexándr Zajárchenko, manifestó que hasta 40 empresas fueron sometidas el miércoles al régimen de 'dirección exterior', tal como llaman los secesionistas a la medida que en Kiev se considera una 'nacionalización'.
Una de las empresas ocupadas, el estadio Donbás Arena fue la joya del campeonato de Europa de fútbol de 2012 y la sede del equipo Shaktar hasta el estallido del conflicto político y militar en la primavera de 2014. Donbás Arena pertenece a Rinat Ajmétov, que aún sigue siendo el hombre más rico de Ucrania, aunque su patrimonio ha disminuido sustancialmente. En la lista de fortunas de la agencia Bloomberg, Ajmétov figura en el puesto 483 mundial, con 3,66 mil millones de dólares de capital.
Desde que el equipo Shaktar se trasladó al Oeste del país, Donbás Arena ha funcionado como centro de distribución de ayuda humanitaria del Ajmétov. En un comunicado, esta institución denunció la presencia de “gente armada” que bloquea el acceso de los empleados a los centros de distribución de ayuda humanitaria. La “obstrucción de las operaciones del centro humanitario” , señala el comunicado, supone una “amenaza a la vida de los civiles de Donbás” convertidos en “rehenes de un conflicto armado” y “al borde de la supervivencia en el corazón de Europa”. El bloqueo de los centros de distribución deja sin ayuda humanitaria a “centenares de miles de ancianos, discapacitados y jóvenes madres”. La asistencia de Ajmétov, la mayor en la zona “salvó la vida a más de un millón de personas a lo largo de 2,5 años”, afirma el comunicado.
En la noche del 28 de febrero al 1 de marzo, las luces de Donbás Arena fueron encendidas en “primera señal de victoria”, según afirmó Zajárchenko. Los insurgentes evitan emplear la palabra “nacionalización” y explican la introducción del “control exterior” como una medida para hacer funcionar las empresas y también para ejercer presión sobre los propietarios de las mismas con el fin de que estos, a su vez, consigan acabar con el bloqueo de las líneas férreas por las que circulaban el carbón y el mineral de hierro que aseguraba el funcionamiento de la industria metalúrgica y las centrales térmicas ucranianas.
Zajárcheno dijo el miércoles que la RPD esperaba recibir “la materia prima de la Federación Rusa” y que “la producción local se orienta en la actualidad hacia Rusia”. Durante una visita a una fábrica metalúrgica, Zajárchenko manifestó que “hay que hacer que la empresa sea propiedad del Estado”, según un vídeo difundido por agencia DNR-Online. “Aprenderemos a fundir el metal estatal”, señaló. Por su parte, el responsable de la industria dela DNR, Alexéi Granovski, recordó en las redes sociales que después de la revolución bolchevique de octubre de 1917 los trabajadores habían expropiado las fábricas, entre otras cosas, como “una respuesta al sabotaje de los capitalistas, a su falta de deseo de reconocer el decreto del control obrero sobre la producción y otras disposiciones revolucionarias de la dictadura del proletariado”.
Nadie en Moscú ha confirmado que Rusia vaya a comprar la producción de las zonas ucranianas insurgentes. En Moscú, el secretario de prensa del presidente Vladímir Putin, Dmitri Peskov, dijo que “hasta cierto punto se puede comprender” las actuaciones emprendidas por los dirigentes de “estas regiones rechazadas por su Estado”. Peskov, no obstante, aseguró no tener información sobre si el mercado ruso estaba abierto para estas empresas.
En Donetsk medios locales expresaron su esperanza de que, gracias al bajo coste de la mano de obra local, será posible vender la producción a “precio competitivo” a empresas rusas que podrían disponer de ella y exportarla como “propia”. Este esquema, de llevarse a cabo y hacerse público, podría ocasionar problemas a Rusia en el marco de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Además, en Rusia hay sectores industriales que temen la competencia de los productos de la cuenca del Donetsk.
En una sesión de trabajo en el marco del denominado proceso de Minsk, en la capital de Bielorrusia, los representantes ucranianos denunciaron la decisión rusa de reconocer los pasaportes y otros documentos emitidos en la zona ORDLO ( zona especial en las provincias de Donetsk y Lugansk, en la terminología oficial ucraniana las autodenominadas DNR y LNR). También denunciaron el ultimátum sobre la “nacionalización” de empresas de jurisdicción ucraniana y el reconocimiento del rublo “la única unidad monetaria estatal” en aquel territorio.
La fábrica metalúrgica Azovstal, de la localidad de Mariupol (bajo control de Kiev), se ha dirigido a Rusia y a EEUU para que le suministren carbón. Esta empresa, afectada por el bloqueo, utilizaba el carbón de zona insurgente. El viceministro Geogui Tuka, responsable de las zonas conflictivas y de los desplazados, ha declarado que la única alternativa para Azovstal es comprar carbón de Rusia, aunque existe el peligro de que acabe comprando a Rusia el carbón de las minas ahora controladas por los separatistas.
Pilar Bonet
Moscú, El País
Los insurgentes prorusos del Este de Ucrania comenzaron a hacerse con el control de las empresas que se han negado a registrarse y pagar impuestos en los territorios no dominados por el gobierno de Kiev. La medida supone el cumplimiento del ultimátum que expiraba el 28 de febrero.
El líder de la autodenominada República Popular de Donetsk (RPD), Alexándr Zajárchenko, manifestó que hasta 40 empresas fueron sometidas el miércoles al régimen de 'dirección exterior', tal como llaman los secesionistas a la medida que en Kiev se considera una 'nacionalización'.
Una de las empresas ocupadas, el estadio Donbás Arena fue la joya del campeonato de Europa de fútbol de 2012 y la sede del equipo Shaktar hasta el estallido del conflicto político y militar en la primavera de 2014. Donbás Arena pertenece a Rinat Ajmétov, que aún sigue siendo el hombre más rico de Ucrania, aunque su patrimonio ha disminuido sustancialmente. En la lista de fortunas de la agencia Bloomberg, Ajmétov figura en el puesto 483 mundial, con 3,66 mil millones de dólares de capital.
Desde que el equipo Shaktar se trasladó al Oeste del país, Donbás Arena ha funcionado como centro de distribución de ayuda humanitaria del Ajmétov. En un comunicado, esta institución denunció la presencia de “gente armada” que bloquea el acceso de los empleados a los centros de distribución de ayuda humanitaria. La “obstrucción de las operaciones del centro humanitario” , señala el comunicado, supone una “amenaza a la vida de los civiles de Donbás” convertidos en “rehenes de un conflicto armado” y “al borde de la supervivencia en el corazón de Europa”. El bloqueo de los centros de distribución deja sin ayuda humanitaria a “centenares de miles de ancianos, discapacitados y jóvenes madres”. La asistencia de Ajmétov, la mayor en la zona “salvó la vida a más de un millón de personas a lo largo de 2,5 años”, afirma el comunicado.
En la noche del 28 de febrero al 1 de marzo, las luces de Donbás Arena fueron encendidas en “primera señal de victoria”, según afirmó Zajárchenko. Los insurgentes evitan emplear la palabra “nacionalización” y explican la introducción del “control exterior” como una medida para hacer funcionar las empresas y también para ejercer presión sobre los propietarios de las mismas con el fin de que estos, a su vez, consigan acabar con el bloqueo de las líneas férreas por las que circulaban el carbón y el mineral de hierro que aseguraba el funcionamiento de la industria metalúrgica y las centrales térmicas ucranianas.
Zajárcheno dijo el miércoles que la RPD esperaba recibir “la materia prima de la Federación Rusa” y que “la producción local se orienta en la actualidad hacia Rusia”. Durante una visita a una fábrica metalúrgica, Zajárchenko manifestó que “hay que hacer que la empresa sea propiedad del Estado”, según un vídeo difundido por agencia DNR-Online. “Aprenderemos a fundir el metal estatal”, señaló. Por su parte, el responsable de la industria dela DNR, Alexéi Granovski, recordó en las redes sociales que después de la revolución bolchevique de octubre de 1917 los trabajadores habían expropiado las fábricas, entre otras cosas, como “una respuesta al sabotaje de los capitalistas, a su falta de deseo de reconocer el decreto del control obrero sobre la producción y otras disposiciones revolucionarias de la dictadura del proletariado”.
Nadie en Moscú ha confirmado que Rusia vaya a comprar la producción de las zonas ucranianas insurgentes. En Moscú, el secretario de prensa del presidente Vladímir Putin, Dmitri Peskov, dijo que “hasta cierto punto se puede comprender” las actuaciones emprendidas por los dirigentes de “estas regiones rechazadas por su Estado”. Peskov, no obstante, aseguró no tener información sobre si el mercado ruso estaba abierto para estas empresas.
En Donetsk medios locales expresaron su esperanza de que, gracias al bajo coste de la mano de obra local, será posible vender la producción a “precio competitivo” a empresas rusas que podrían disponer de ella y exportarla como “propia”. Este esquema, de llevarse a cabo y hacerse público, podría ocasionar problemas a Rusia en el marco de la Organización Mundial de Comercio (OMC). Además, en Rusia hay sectores industriales que temen la competencia de los productos de la cuenca del Donetsk.
En una sesión de trabajo en el marco del denominado proceso de Minsk, en la capital de Bielorrusia, los representantes ucranianos denunciaron la decisión rusa de reconocer los pasaportes y otros documentos emitidos en la zona ORDLO ( zona especial en las provincias de Donetsk y Lugansk, en la terminología oficial ucraniana las autodenominadas DNR y LNR). También denunciaron el ultimátum sobre la “nacionalización” de empresas de jurisdicción ucraniana y el reconocimiento del rublo “la única unidad monetaria estatal” en aquel territorio.
La fábrica metalúrgica Azovstal, de la localidad de Mariupol (bajo control de Kiev), se ha dirigido a Rusia y a EEUU para que le suministren carbón. Esta empresa, afectada por el bloqueo, utilizaba el carbón de zona insurgente. El viceministro Geogui Tuka, responsable de las zonas conflictivas y de los desplazados, ha declarado que la única alternativa para Azovstal es comprar carbón de Rusia, aunque existe el peligro de que acabe comprando a Rusia el carbón de las minas ahora controladas por los separatistas.