La cruzada de una diputada alemana contra el odio y la mentira en las redes
La exministra verde Renate Künast denuncia a Facebook por propagación de bulos y visita a ciudadanos que le insultan
Luis Doncel
Berlín, El País
En plena conmoción por el brutal asesinato y violación de una estudiante a manos de un afgano de 17 años, en las redes sociales comenzó a circular una cita de la diputada y exministra alemana Renate Künast. “Sí, el joven refugiado estaba traumatizado y asesinó. Pero tenemos que ayudarle de todas formas”, aseguraba un texto al que el anagrama del periódico Süddeutsche Zeitung parecía dotarle de mayor credibilidad. La frase, que se hizo viral, solo tenía un problema: la supuesta autora jamás dijo nada parecido. Preguntada junto a su despacho por este episodio, Künast se toma un tiempo para responder. “Circuló y fue compartido no se sabe cuántas veces durante tres días. Y conseguí eliminarlo gracias a que soy diputada y tengo acceso directo a representantes de Facebook, algo que no puede hacer la mayoría de la gente. Las cosas no pueden continuar así”, sentencia.
Precisamente porque cree imprescindible parar la ola de mensajes de odio y noticias falsas, esta dirigente de Los Verdes denunció el pasado mes de diciembre a Facebook por no hacer lo suficiente para hacer desaparecer la cita que se le atribuía. No es este el único problema de la empresa de Mark Zuckerberg en Alemania. Se enfrenta a denuncias similares, como la presentada por Anas Modamani, un refugiado sirio que se hizo famoso por un selfie con Angela Merkel y al que en las redes se le han atribuido delitos que no cometió. El Gobierno, además, amenaza a Facebook y Twitter con multas si no son capaces de retirar en 24 horas mensajes denunciados como falsos.
Una sombra sobre las elecciones
El 24 de septiembre, los alemanes votarán el Parlamento que dibujará una nueva mayoría de Gobierno. Crece el temor a que las falsas noticias –a veces, como en el caso de la adolescente Lisa supuestamente violada por refugiados, azuzadas por medios ligados al Kremlin- influya en el resultado. “Los algoritmos que usa Facebook contribuyen a confirmar los prejuicios. Vivimos unos tiempos emocionales en los que los hechos cuentan cada vez menos”, asegura la diputada Renate Künast. “Si queremos llegar a la gente, tenemos que afrontar este tipo de fenómenos y, si es necesario, regularlos”, dijo recientemente la canciller Angela Merkel.
La cruzada de esta política tan mediática como polémica —un tuit en el que cuestionaba la muerte de un yihadista a manos de la policía generó un intenso debate hace meses— no va solo contra Facebook. Recrimina al Gobierno el anunciar medidas contra el odio en Internet que no termina de poner en marcha. Hace unos meses, además, se embarcó en un proyecto insólito. Acompañada por una reportera de la revista Der Spiegel, se presentó sin avisar en las casas de gente que en las redes sociales se referían a ella como “chusma verde”, “puta” o “vergüenza para Alemania”. El artículo fue uno de los más descargados el año pasado en la web de la publicación.
¿Qué le sorprendió más de estas visitas? “Que no se trataba de los perdedores de la sociedad. La mayor parte de las personas con la que hablamos tenía su casa con jardín, dos coches… No había lujos, pero sí cierto confort”, responde desde el acristalado edificio desde el que se divisan los grandes centros de poder de la política berlinesa: la Cancillería de Angela Merkel y el Bundestag. “Muchas de las críticas que recibo se deben solo a la difamación pura y dura. Difamación, difamación, difamación…”, repite insistiendo en el sonido gutural que esta palabra –“Hetze”- tiene en alemán.
Filtro antifalsedades
Ante tanta crítica, Facebook reaccionó en enero con el anuncio de que iba a estrenar en Alemania su filtro contra las noticias falsas. La preocupación en este país es aún mayor por el riesgo de que el fenómeno de los bulos contamine el resultado de las elecciones que se celebrarán en siete meses. Un peligro que el Gobierno se toma muy en serio. El Ministerio de Justicia ha sugerido la posibilidad de imponer multas o incluso penas de prisión a las empresas que faciliten la propagación de informaciones a sabiendas de su falsedad. Y el de Economía ha reclamado esta semana a la Comisión Europea que presente propuestas concretas para atajar el doble fenómeno de los mensajes de odio y las noticias inventadas, según una carta a la que ha tenido acceso la agencia Reuters. El nuevo hombre fuerte de la socialdemocracia alemana, Martin Schulz, también reclama mano dura.
Nada de esto satisface a Künast. "No es suficiente. Facebook envía alguna señal cuando ve que la presión social aumenta, pero por ahora son todo palabras. Dice ser tan solo una plataforma tecnológica, sin control sobre los contenidos. Se libra así de mecanismos de control que sí afectan a los medios de comunicación tradicionales pese a ser una empresa con beneficios millonarios”, asegura esta mujer que en la década pasada encabezó el Ministerio de Agricultura del Gobierno encabezado por el socialdemócrata Gerhard Schröder.
La creciente polarización en la sociedad alemana se refleja en las redes sociales. Discursos como el de Björn Höcke, dirigente del partido xenófobo Alternativa para Alemania (AfD) que se refirió al monumento en recuerdo al Holocausto judío como “una vergüenza”, serían impensables hace años en un partido que está a punto de entrar en el Parlamento federal. La duda es si este odio es nuevo en la sociedad alemana o simplemente ahora es más visible gracias a Internet. Künast reflexiona antes de responder. “Me temo que estas ideas han estado siempre ahí, pero quedaban reducidas a conversaciones privadas. No había ninguna organización que las justificara, como ahora AfD o [el movimiento islamófobo] Pegida. Y ahora hay más gente que se identifica con este discurso”, concluye.
Luis Doncel
Berlín, El País
En plena conmoción por el brutal asesinato y violación de una estudiante a manos de un afgano de 17 años, en las redes sociales comenzó a circular una cita de la diputada y exministra alemana Renate Künast. “Sí, el joven refugiado estaba traumatizado y asesinó. Pero tenemos que ayudarle de todas formas”, aseguraba un texto al que el anagrama del periódico Süddeutsche Zeitung parecía dotarle de mayor credibilidad. La frase, que se hizo viral, solo tenía un problema: la supuesta autora jamás dijo nada parecido. Preguntada junto a su despacho por este episodio, Künast se toma un tiempo para responder. “Circuló y fue compartido no se sabe cuántas veces durante tres días. Y conseguí eliminarlo gracias a que soy diputada y tengo acceso directo a representantes de Facebook, algo que no puede hacer la mayoría de la gente. Las cosas no pueden continuar así”, sentencia.
Precisamente porque cree imprescindible parar la ola de mensajes de odio y noticias falsas, esta dirigente de Los Verdes denunció el pasado mes de diciembre a Facebook por no hacer lo suficiente para hacer desaparecer la cita que se le atribuía. No es este el único problema de la empresa de Mark Zuckerberg en Alemania. Se enfrenta a denuncias similares, como la presentada por Anas Modamani, un refugiado sirio que se hizo famoso por un selfie con Angela Merkel y al que en las redes se le han atribuido delitos que no cometió. El Gobierno, además, amenaza a Facebook y Twitter con multas si no son capaces de retirar en 24 horas mensajes denunciados como falsos.
Una sombra sobre las elecciones
El 24 de septiembre, los alemanes votarán el Parlamento que dibujará una nueva mayoría de Gobierno. Crece el temor a que las falsas noticias –a veces, como en el caso de la adolescente Lisa supuestamente violada por refugiados, azuzadas por medios ligados al Kremlin- influya en el resultado. “Los algoritmos que usa Facebook contribuyen a confirmar los prejuicios. Vivimos unos tiempos emocionales en los que los hechos cuentan cada vez menos”, asegura la diputada Renate Künast. “Si queremos llegar a la gente, tenemos que afrontar este tipo de fenómenos y, si es necesario, regularlos”, dijo recientemente la canciller Angela Merkel.
La cruzada de esta política tan mediática como polémica —un tuit en el que cuestionaba la muerte de un yihadista a manos de la policía generó un intenso debate hace meses— no va solo contra Facebook. Recrimina al Gobierno el anunciar medidas contra el odio en Internet que no termina de poner en marcha. Hace unos meses, además, se embarcó en un proyecto insólito. Acompañada por una reportera de la revista Der Spiegel, se presentó sin avisar en las casas de gente que en las redes sociales se referían a ella como “chusma verde”, “puta” o “vergüenza para Alemania”. El artículo fue uno de los más descargados el año pasado en la web de la publicación.
¿Qué le sorprendió más de estas visitas? “Que no se trataba de los perdedores de la sociedad. La mayor parte de las personas con la que hablamos tenía su casa con jardín, dos coches… No había lujos, pero sí cierto confort”, responde desde el acristalado edificio desde el que se divisan los grandes centros de poder de la política berlinesa: la Cancillería de Angela Merkel y el Bundestag. “Muchas de las críticas que recibo se deben solo a la difamación pura y dura. Difamación, difamación, difamación…”, repite insistiendo en el sonido gutural que esta palabra –“Hetze”- tiene en alemán.
Filtro antifalsedades
Ante tanta crítica, Facebook reaccionó en enero con el anuncio de que iba a estrenar en Alemania su filtro contra las noticias falsas. La preocupación en este país es aún mayor por el riesgo de que el fenómeno de los bulos contamine el resultado de las elecciones que se celebrarán en siete meses. Un peligro que el Gobierno se toma muy en serio. El Ministerio de Justicia ha sugerido la posibilidad de imponer multas o incluso penas de prisión a las empresas que faciliten la propagación de informaciones a sabiendas de su falsedad. Y el de Economía ha reclamado esta semana a la Comisión Europea que presente propuestas concretas para atajar el doble fenómeno de los mensajes de odio y las noticias inventadas, según una carta a la que ha tenido acceso la agencia Reuters. El nuevo hombre fuerte de la socialdemocracia alemana, Martin Schulz, también reclama mano dura.
Nada de esto satisface a Künast. "No es suficiente. Facebook envía alguna señal cuando ve que la presión social aumenta, pero por ahora son todo palabras. Dice ser tan solo una plataforma tecnológica, sin control sobre los contenidos. Se libra así de mecanismos de control que sí afectan a los medios de comunicación tradicionales pese a ser una empresa con beneficios millonarios”, asegura esta mujer que en la década pasada encabezó el Ministerio de Agricultura del Gobierno encabezado por el socialdemócrata Gerhard Schröder.
La creciente polarización en la sociedad alemana se refleja en las redes sociales. Discursos como el de Björn Höcke, dirigente del partido xenófobo Alternativa para Alemania (AfD) que se refirió al monumento en recuerdo al Holocausto judío como “una vergüenza”, serían impensables hace años en un partido que está a punto de entrar en el Parlamento federal. La duda es si este odio es nuevo en la sociedad alemana o simplemente ahora es más visible gracias a Internet. Künast reflexiona antes de responder. “Me temo que estas ideas han estado siempre ahí, pero quedaban reducidas a conversaciones privadas. No había ninguna organización que las justificara, como ahora AfD o [el movimiento islamófobo] Pegida. Y ahora hay más gente que se identifica con este discurso”, concluye.