La bandera de las 12 estrellas encuentra por fin defensores
Más de 25.000 personas se manifiestan en 50 ciudades para mostrar su apoyo al proyecto europeo
Luis Doncel
Berlín, El País
Primero fueron 350 personas. A la semana siguiente, el número se había doblado. En las dos próximas citas, la cifra siguió aumentando. Hasta que el domingo pasado 5.000 ciudadanos preocupados por la marcha de Europa se reunieron en la berlinesa plaza de Gendarmenmarkt. Los manifestantes no clamaban contra la islamización del continente, contra la llegada masiva de refugiados o contra unos políticos alejados del pueblo. Se congregaron para lanzar un mensaje positivo, a favor de la tan denostada Unión Europea. Antes de que sea demasiado tarde y haya que echarla de menos.
“Queremos lanzar un mensaje no solo político, sino que apele también a los sentimientos. La voluntad de mantenernos unidos y la idea de que merece la pena defender una Europa pacífica y con libertades. No queremos dejar que llenen las calles solo los que apelan a sentimientos en negativo”, aseguraba el lunes desde la misma plaza donde el día anterior se manifestaba Karina Häuslmeier, una de las impulsoras de Pulse of Europe (Pulso de Europa) en la capital alemana.
En realidad, este movimiento comenzó hace pocos meses en el cuarto de estar del matrimonio formado por Sabine y Daniel Röder. Esta pareja de Fráncfort siguió el año pasado con preocupación el sí de Reino Unido al abandono de la UE y la victoria del estadounidense Donald Trump. Les impresionó también ver al día siguiente del referéndum sobre el Brexit manifestaciones de los partidarios británicos en defensa del proyecto europeo. Cuando ya era demasiado tarde. Y, con la vista puesta en las elecciones holandesas y francesas, llegaron a la conclusión de que tenían que hacer algo; que no podían esperar sentados en casa a ver el éxito de los eurófobos Geert Wilders y Marine Le Pen y lamentarse después. A la primera marcha convocada en Fráncfort en noviembre de 2016 acudieron unas 200 personas. Los organizadores calculan que Pulso de Europa reunió el pasado domingo a más de 25.000 personas distribuidas en medio centenar de ciudades. Y confían en que la cifra siga creciendo.
“Pensábamos que existía una mayoría silenciosa de ciudadanos proeuropeos que no se manifiesta. Y quisimos ofrecer a toda esa gente una plataforma para expresarse al margen de los partidos políticos o de la ideología de cada uno”, asegura en una conversación telefónica Daniel Röder. Este abogado encuentra un hueco a la salida del juzgado para hablar con EL PAÍS. Reconoce estar sorprendido por el éxito de la iniciativa; y también agotado por un proyecto que, sumado a su trabajo y al cuidado de sus dos hijos, no le deja un minuto de tiempo libre. Pero dice que merece la pena. “No son tiempos para estar de brazos cruzados”, asegura.
Karina Häuslmeier, cofundadora de 'Pulse of Europe'.
Karina Häuslmeier, cofundadora de 'Pulse of Europe'.
Pulse of Europe es una iniciativa modesta, pero sus organizadores tienen la sensación de estar consiguiendo algo. Para empezar, mostrar que el proyecto europeo no es algo defendido exclusivamente por burócratas sin ideología tan solo interesados en prolongar unas instituciones de las que se benefician. “Hace tiempo que tenía la idea de hacer algo. Y de repente me enteré de que en Fráncfort había alguien con las mismas inquietudes. Lo comenté con mi círculo de amigos y de repente vimos que había gente con esta preocupación que no encontraba una forma de canalizarla”, explica Häuslmeier en una cafetería del centro de Berlín.
En pocas horas llegará la primera de sus grandes pruebas. Si los holandeses otorgan un gran apoyo al islamófobo Wilders, será un duro golpe. Pero ellos no pararán. Piensan seguir por lo menos hasta las elecciones francesas, cuya segunda vuelta se celebra el 7 de mayo. “No nos queda otro remedio. Si Le Pen gana, el proyecto europeo está muerto. Sin Francia no tendría sentido”, concluye Häuslmeier.
Luis Doncel
Berlín, El País
Primero fueron 350 personas. A la semana siguiente, el número se había doblado. En las dos próximas citas, la cifra siguió aumentando. Hasta que el domingo pasado 5.000 ciudadanos preocupados por la marcha de Europa se reunieron en la berlinesa plaza de Gendarmenmarkt. Los manifestantes no clamaban contra la islamización del continente, contra la llegada masiva de refugiados o contra unos políticos alejados del pueblo. Se congregaron para lanzar un mensaje positivo, a favor de la tan denostada Unión Europea. Antes de que sea demasiado tarde y haya que echarla de menos.
“Queremos lanzar un mensaje no solo político, sino que apele también a los sentimientos. La voluntad de mantenernos unidos y la idea de que merece la pena defender una Europa pacífica y con libertades. No queremos dejar que llenen las calles solo los que apelan a sentimientos en negativo”, aseguraba el lunes desde la misma plaza donde el día anterior se manifestaba Karina Häuslmeier, una de las impulsoras de Pulse of Europe (Pulso de Europa) en la capital alemana.
En realidad, este movimiento comenzó hace pocos meses en el cuarto de estar del matrimonio formado por Sabine y Daniel Röder. Esta pareja de Fráncfort siguió el año pasado con preocupación el sí de Reino Unido al abandono de la UE y la victoria del estadounidense Donald Trump. Les impresionó también ver al día siguiente del referéndum sobre el Brexit manifestaciones de los partidarios británicos en defensa del proyecto europeo. Cuando ya era demasiado tarde. Y, con la vista puesta en las elecciones holandesas y francesas, llegaron a la conclusión de que tenían que hacer algo; que no podían esperar sentados en casa a ver el éxito de los eurófobos Geert Wilders y Marine Le Pen y lamentarse después. A la primera marcha convocada en Fráncfort en noviembre de 2016 acudieron unas 200 personas. Los organizadores calculan que Pulso de Europa reunió el pasado domingo a más de 25.000 personas distribuidas en medio centenar de ciudades. Y confían en que la cifra siga creciendo.
“Pensábamos que existía una mayoría silenciosa de ciudadanos proeuropeos que no se manifiesta. Y quisimos ofrecer a toda esa gente una plataforma para expresarse al margen de los partidos políticos o de la ideología de cada uno”, asegura en una conversación telefónica Daniel Röder. Este abogado encuentra un hueco a la salida del juzgado para hablar con EL PAÍS. Reconoce estar sorprendido por el éxito de la iniciativa; y también agotado por un proyecto que, sumado a su trabajo y al cuidado de sus dos hijos, no le deja un minuto de tiempo libre. Pero dice que merece la pena. “No son tiempos para estar de brazos cruzados”, asegura.
Karina Häuslmeier, cofundadora de 'Pulse of Europe'.
Karina Häuslmeier, cofundadora de 'Pulse of Europe'.
Pulse of Europe es una iniciativa modesta, pero sus organizadores tienen la sensación de estar consiguiendo algo. Para empezar, mostrar que el proyecto europeo no es algo defendido exclusivamente por burócratas sin ideología tan solo interesados en prolongar unas instituciones de las que se benefician. “Hace tiempo que tenía la idea de hacer algo. Y de repente me enteré de que en Fráncfort había alguien con las mismas inquietudes. Lo comenté con mi círculo de amigos y de repente vimos que había gente con esta preocupación que no encontraba una forma de canalizarla”, explica Häuslmeier en una cafetería del centro de Berlín.
En pocas horas llegará la primera de sus grandes pruebas. Si los holandeses otorgan un gran apoyo al islamófobo Wilders, será un duro golpe. Pero ellos no pararán. Piensan seguir por lo menos hasta las elecciones francesas, cuya segunda vuelta se celebra el 7 de mayo. “No nos queda otro remedio. Si Le Pen gana, el proyecto europeo está muerto. Sin Francia no tendría sentido”, concluye Häuslmeier.