Keith Palmer, escudo humano de la democracia británica
El policía asesinado, desarmado, logró detener al terrorista antes de que consiguiera entrar en el Parlamento
Patricia Tubella
Londres, El País
Keith Palmer, de 48 años y padre de dos hijos, es el nombre del policía que falleció para defender el Parlamento británico ante el asalto terrorista en sus mismas puertas. No iba armado, pero utilizó su propio cuerpo como escudo ante la embestida del individuo que intentaba penetrar en el epicentro de la democracia británica. Cayó acuchillado y murió poco después de los estériles intentos de un diputado tory por reanimarle. La escena se produjo a menos de 37 metros del lugar del recinto en el que se encontraba en ese momento la primera ministra, Theresa May.
“Era un héroe y sus acciones no serán olvidadas”, proclamaba May en una emotiva intervención solemne ante la Cámara de los Comunes, donde el jueves se guardó un minuto de silencio justo a las 9.33 de la mañana. Un punto horario cargado de simbolismo, porque 933 era el número de placa de este miembro del comando de protección parlamentaria y diplomática de la Policía Metropolitana de Londres que llevaba tres lustros trabajando para las fuerzas de seguridad. Antes había servido en el Ejército británico, como recordó con la voz rota el diputado conservador James Cleverly, ex colega y siempre amigo desde que ambos coincidieran hace un cuarto de siglo en la Artillería Real.
El homenaje a la “valentía y sacrificio” del agente, que Cleverly y un desfile de políticos de todo el espectro quisieron dedicar a Keith Palmer, ha tenido una inmediata réplica entre el público. La recaudación de fondos para su familia, organizada en la red por la federación del cuerpo policial, rebasaba con creces las 100.000 libras, multiplicando por diez la cifra trazada como objetivo inicial.
En el ajetreado microcosmos del metro de Londres sorprendía ayer el leve e inusual gesto de algunos usuarios –en general una sonrisa cómplice- hacia los agentes apostados en las principales estaciones de la ciudad. Un signo de reconocimiento a Keith Palmer y a todos sus compañeros. Así lo resumió la jefa del gobierno: “Todos los días, cuando se ponen su uniforme, no saben a qué se enfrentarán en el transcurso del día ... Y es algo que (los ciudadanos) olvidamos a menudo…”. Ayer nadie lo olvidó
Patricia Tubella
Londres, El País
Keith Palmer, de 48 años y padre de dos hijos, es el nombre del policía que falleció para defender el Parlamento británico ante el asalto terrorista en sus mismas puertas. No iba armado, pero utilizó su propio cuerpo como escudo ante la embestida del individuo que intentaba penetrar en el epicentro de la democracia británica. Cayó acuchillado y murió poco después de los estériles intentos de un diputado tory por reanimarle. La escena se produjo a menos de 37 metros del lugar del recinto en el que se encontraba en ese momento la primera ministra, Theresa May.
“Era un héroe y sus acciones no serán olvidadas”, proclamaba May en una emotiva intervención solemne ante la Cámara de los Comunes, donde el jueves se guardó un minuto de silencio justo a las 9.33 de la mañana. Un punto horario cargado de simbolismo, porque 933 era el número de placa de este miembro del comando de protección parlamentaria y diplomática de la Policía Metropolitana de Londres que llevaba tres lustros trabajando para las fuerzas de seguridad. Antes había servido en el Ejército británico, como recordó con la voz rota el diputado conservador James Cleverly, ex colega y siempre amigo desde que ambos coincidieran hace un cuarto de siglo en la Artillería Real.
El homenaje a la “valentía y sacrificio” del agente, que Cleverly y un desfile de políticos de todo el espectro quisieron dedicar a Keith Palmer, ha tenido una inmediata réplica entre el público. La recaudación de fondos para su familia, organizada en la red por la federación del cuerpo policial, rebasaba con creces las 100.000 libras, multiplicando por diez la cifra trazada como objetivo inicial.
En el ajetreado microcosmos del metro de Londres sorprendía ayer el leve e inusual gesto de algunos usuarios –en general una sonrisa cómplice- hacia los agentes apostados en las principales estaciones de la ciudad. Un signo de reconocimiento a Keith Palmer y a todos sus compañeros. Así lo resumió la jefa del gobierno: “Todos los días, cuando se ponen su uniforme, no saben a qué se enfrentarán en el transcurso del día ... Y es algo que (los ciudadanos) olvidamos a menudo…”. Ayer nadie lo olvidó