Jordania ahorca a 15 reos tras la última oleada de atentados
10 de los ejecutados fueron condenados a muerte por actos de terrorismo
Juan Carlos Sanz
Corresponsal en Oriente Próximo
Jerusalén, El País
Quince condenados a muerte fueron ahorcados al amanecer este sábado en el penal de Suaga, a las afueras de Amán. Se trata de la mayor ejecución colectiva en la reciente historia de Jordania, que mantuvo una moratoria de la pena capital entre 2006 y 2014. Diez de los ajusticiados fueron sentenciados por delitos de terrorismo y el resto por los de asesinato o violación. El aparentemente estable reino árabe parece responder con el patíbulo a la ola de atentados y ataques registrada el año pasado contra centros turísticos y de la seguridad del Estado.
“Es un claro mensaje a quienes socavan la seguridad de la nación”, advirtió el fiscal del distrito de Amán, Ziad al Demur, citado por la agencia oficial de noticias Petra. Entre los ahorcados figura el autor de la muerte de un británico en el anfiteatro romano de la capital jordana en 2006 en un atentado en el que resultaron heridos varios turistas. También fue ejecutado el declarado culpable de la muerte de cinco agentes de los servicios de inteligencia, el pasado mes de junio, en el cuartel de la muhabarat situado en el campo de refugiados palestinos de Baqaa, al norte de Amán. Otros cinco de los reos que subieron al cadalso habían sido condenados por la muerte de un oficial de policía en la ciudad de Irbid, próxima a la frontera con Siria, en marzo de 2016.
Uno de los casos de terrorismo que más conmovió a la sociedad jordana el año pasado, la muerte del escritor cristiano Nahed Hattat el pasado mes de septiembre, se ha cerrado definitivamente también ahora con el ahorcamiento de su asesino, el islamista radical Riad Abdulá. Hattar, un intelectual laico de izquierdas favorable al régimen del presidente sirio Bachar el Asad, fue abatido a tiros a las puertas del tribunal de Amán en el que iba a ser juzgado por difundir en las redes sociales una caricatura de otro autor considerada contraria al islam por representar la imagen de Alá. Los cristianos apenas representan un 4% de la población.
En la actualidad hay 94 reos en los corredores de la muerte de las cárceles jordanas, en su mayoría convictos por delitos comunes. El rey Abdalá II dijo en 2005 —tras la cadena de ataques suicidas contra hoteles de Amán que causó 59 muertos y más de 115 heridos– que su país se iba a convertir en el primer país de Oriente Próximo en no aplicar la pena de muerte. La moratoria establecida al año siguiente no se mantuvo, sin embargo, más allá de 2014.
La guerra civil en la vecina Siria, que ha propiciado la entrada de un millón de refugiados en el país desde 2011, ha alterado los equilibrios internos de seguridad en Jordania. Los yihadistas tienen en su punto de mira al reino por su participación en la coalición dirigida por Estados Unidos que bombardea las bases del ISIS en Siria e Irak. La muerte del piloto jordano Maaz al Kasebeh, que fue quemado vivo tras haber sido derribado y capturado en 2014 por el Estado Islámico, conmovió a la opinión pública.
El Gobierno de Amán cerró la frontera siria en junio del año pasado tras el atentado yihadista con coche bomba contra un puesto aduanero en el que murieron siete miembros de los servicios de seguridad. Cerca de 4.000 milicianos del Estado Islámico o de Al Qaeda en Siria e Irak son de nacionalidad jordana.
El último ataque terrorista de entidad se produjo el pasado diciembre, cuando un grupo armado mató una turista canadiense, a dos civiles jordanos y a siete policías en varios ataques perpetrados en torno al castillo de Karak, una fortaleza templaria del siglo XII situada 120 kilómetros al sur de Amán. Las fuerzas de seguridad abatieron a cuatro atacantes que se habían atrincherado en la ciudadela de la época de los cruzados. El turismo representa el 14% del PIB nacional y atrae cada año cientos de miles de visitantes a lugares tan emblemáticos de Jordania como las ruinas de la cultura nabatea en Petra.
Juan Carlos Sanz
Corresponsal en Oriente Próximo
Jerusalén, El País
Quince condenados a muerte fueron ahorcados al amanecer este sábado en el penal de Suaga, a las afueras de Amán. Se trata de la mayor ejecución colectiva en la reciente historia de Jordania, que mantuvo una moratoria de la pena capital entre 2006 y 2014. Diez de los ajusticiados fueron sentenciados por delitos de terrorismo y el resto por los de asesinato o violación. El aparentemente estable reino árabe parece responder con el patíbulo a la ola de atentados y ataques registrada el año pasado contra centros turísticos y de la seguridad del Estado.
“Es un claro mensaje a quienes socavan la seguridad de la nación”, advirtió el fiscal del distrito de Amán, Ziad al Demur, citado por la agencia oficial de noticias Petra. Entre los ahorcados figura el autor de la muerte de un británico en el anfiteatro romano de la capital jordana en 2006 en un atentado en el que resultaron heridos varios turistas. También fue ejecutado el declarado culpable de la muerte de cinco agentes de los servicios de inteligencia, el pasado mes de junio, en el cuartel de la muhabarat situado en el campo de refugiados palestinos de Baqaa, al norte de Amán. Otros cinco de los reos que subieron al cadalso habían sido condenados por la muerte de un oficial de policía en la ciudad de Irbid, próxima a la frontera con Siria, en marzo de 2016.
Uno de los casos de terrorismo que más conmovió a la sociedad jordana el año pasado, la muerte del escritor cristiano Nahed Hattat el pasado mes de septiembre, se ha cerrado definitivamente también ahora con el ahorcamiento de su asesino, el islamista radical Riad Abdulá. Hattar, un intelectual laico de izquierdas favorable al régimen del presidente sirio Bachar el Asad, fue abatido a tiros a las puertas del tribunal de Amán en el que iba a ser juzgado por difundir en las redes sociales una caricatura de otro autor considerada contraria al islam por representar la imagen de Alá. Los cristianos apenas representan un 4% de la población.
En la actualidad hay 94 reos en los corredores de la muerte de las cárceles jordanas, en su mayoría convictos por delitos comunes. El rey Abdalá II dijo en 2005 —tras la cadena de ataques suicidas contra hoteles de Amán que causó 59 muertos y más de 115 heridos– que su país se iba a convertir en el primer país de Oriente Próximo en no aplicar la pena de muerte. La moratoria establecida al año siguiente no se mantuvo, sin embargo, más allá de 2014.
La guerra civil en la vecina Siria, que ha propiciado la entrada de un millón de refugiados en el país desde 2011, ha alterado los equilibrios internos de seguridad en Jordania. Los yihadistas tienen en su punto de mira al reino por su participación en la coalición dirigida por Estados Unidos que bombardea las bases del ISIS en Siria e Irak. La muerte del piloto jordano Maaz al Kasebeh, que fue quemado vivo tras haber sido derribado y capturado en 2014 por el Estado Islámico, conmovió a la opinión pública.
El Gobierno de Amán cerró la frontera siria en junio del año pasado tras el atentado yihadista con coche bomba contra un puesto aduanero en el que murieron siete miembros de los servicios de seguridad. Cerca de 4.000 milicianos del Estado Islámico o de Al Qaeda en Siria e Irak son de nacionalidad jordana.
El último ataque terrorista de entidad se produjo el pasado diciembre, cuando un grupo armado mató una turista canadiense, a dos civiles jordanos y a siete policías en varios ataques perpetrados en torno al castillo de Karak, una fortaleza templaria del siglo XII situada 120 kilómetros al sur de Amán. Las fuerzas de seguridad abatieron a cuatro atacantes que se habían atrincherado en la ciudadela de la época de los cruzados. El turismo representa el 14% del PIB nacional y atrae cada año cientos de miles de visitantes a lugares tan emblemáticos de Jordania como las ruinas de la cultura nabatea en Petra.