El sentido común en la economía: las tasas de interés en EE UU
EEUU, AFP
Las opciones de política que ha expuesto el Presidente Donald John Trump, sobre el tema económico, evidencian el surgimiento de una clara tendencia proteccionista propendiente a fortalecer la capacidad productiva interna de EE UU.
La decisión de rebajar los impuestos a las empresas de pequeña y mediana escala, apunta a disminuir sus costos productivos y generar un espacio de confort competitivo nacional respecto a los productos que vienen de China. De manera similar, los recortes impositivos a las familias, propenden a liberar recursos que estimularían el mercado interno con el consumo familiar.
Por ello no ha sido una sorpresa significativa la forma como piensa el gobierno de Trump obtener los recursos para financiar el muro que se construiría en la frontera sur de EEUU, propendiente a frenar la inmigración latina. Según el proyecto expuesto, el dinero provendría de un arancel adicional que habrían de pagar los productos mexicanos, que entren al mercado norteamericano.
Esta propuesta indica mucho más que una restricción aduanera, en el fondo de este argumento yace la revisión que aspira aplicar a todos los acuerdos de integración económica que mantiene Washington, en la convicción que las condiciones y ventajas negociadas por los gobiernos anteriores, han sido los responsables del déficit comercial norteamericano.
Por ello, la postura de la Presidente de la Reserva Federal (FED), Janet Yellen, ha resultado novedosa, dado que ha manifestado que es muy probable que se apruebe un incremento de las tasas de interés en la reunión del organismo, que se efectúa este 14 y 15 de marzo.
De concretarse este aumento estaríamos frente a una trenzada acción de política monetaria que tranversalizará toda la política económica norteamericana, impactándola.
El alza de las tasas de interés produciría una apreciación del tipo de cambio, encareciendo el Dólar americano. Esto pudiese generar un flujo importante de recursos que saldrían de América Latina y Europa, en procura de mayor seguridad y rentabilidad, lo que mejoraría la balanza de capitales norteamericana.
Sin embargo, en el corto plazo, un dólar más fuerte, conduciría a un incremento en las importaciones norteamericanas por la nueva capacidad de compra, derivada de la apreciación cambiaria, y subsecuentemente un encarecimiento de las exportaciones provenientes del país del norte. Esta circunstancia pudiese profundizar el déficit comercial agregado y en particular la balanza comercial con países como China y México.
Es tal vez por este impacto inicial, que algunos factores del poder republicano se han dirigido por escrito a la Sra. Yellen, sugiriéndole que se abstenga de adoptar alguna medida sobre las tasas de interés, imponiéndole una suerte de inmovilismo técnico.
La Sra. Yellen, quien asumió ese cargo bajo la presidencia del Sr. Obama y es considerada una de las voces más autorizadas en política monetaria, no pareciera inclinada a aceptar esta sugerencia de los congresistas republicanos.
De hecho, ha expresado que estima que los desempeños actuales de la economía norteamericana están en línea con los objetivos estratégicos de empleo e inflación lo que justificaría el incremento de las tasas, que sería el tercero en este ciclo.
En su posición ha concitado el apoyo de los Presidentes de la mayoría de la FED regionales, al punto que la postura de William Dudley, presidente de la Fed de Nueva York, es que no debe haber retraso en la decisión dado que el argumento para la subida “es cada vez más convincente”.
Lo que se apruebe es relevante para los países latinoamericanos, no solo por el efecto comercial que tendría sobre las exportaciones de cada país, sino por los costos escalados que se derivarán en el servicio de la deuda externa.
Así que sorprendentemente en esta coyuntura, los agentes y factores que deciden sobre la política cambiaria y comercial en la región, están en franca y perfecta sincronía con los sectores más conservadores del partido republicano de los EE UU, para que se mantenga el nivel de las tasas de interés.
Las opciones de política que ha expuesto el Presidente Donald John Trump, sobre el tema económico, evidencian el surgimiento de una clara tendencia proteccionista propendiente a fortalecer la capacidad productiva interna de EE UU.
La decisión de rebajar los impuestos a las empresas de pequeña y mediana escala, apunta a disminuir sus costos productivos y generar un espacio de confort competitivo nacional respecto a los productos que vienen de China. De manera similar, los recortes impositivos a las familias, propenden a liberar recursos que estimularían el mercado interno con el consumo familiar.
Por ello no ha sido una sorpresa significativa la forma como piensa el gobierno de Trump obtener los recursos para financiar el muro que se construiría en la frontera sur de EEUU, propendiente a frenar la inmigración latina. Según el proyecto expuesto, el dinero provendría de un arancel adicional que habrían de pagar los productos mexicanos, que entren al mercado norteamericano.
Esta propuesta indica mucho más que una restricción aduanera, en el fondo de este argumento yace la revisión que aspira aplicar a todos los acuerdos de integración económica que mantiene Washington, en la convicción que las condiciones y ventajas negociadas por los gobiernos anteriores, han sido los responsables del déficit comercial norteamericano.
Por ello, la postura de la Presidente de la Reserva Federal (FED), Janet Yellen, ha resultado novedosa, dado que ha manifestado que es muy probable que se apruebe un incremento de las tasas de interés en la reunión del organismo, que se efectúa este 14 y 15 de marzo.
De concretarse este aumento estaríamos frente a una trenzada acción de política monetaria que tranversalizará toda la política económica norteamericana, impactándola.
El alza de las tasas de interés produciría una apreciación del tipo de cambio, encareciendo el Dólar americano. Esto pudiese generar un flujo importante de recursos que saldrían de América Latina y Europa, en procura de mayor seguridad y rentabilidad, lo que mejoraría la balanza de capitales norteamericana.
Sin embargo, en el corto plazo, un dólar más fuerte, conduciría a un incremento en las importaciones norteamericanas por la nueva capacidad de compra, derivada de la apreciación cambiaria, y subsecuentemente un encarecimiento de las exportaciones provenientes del país del norte. Esta circunstancia pudiese profundizar el déficit comercial agregado y en particular la balanza comercial con países como China y México.
Es tal vez por este impacto inicial, que algunos factores del poder republicano se han dirigido por escrito a la Sra. Yellen, sugiriéndole que se abstenga de adoptar alguna medida sobre las tasas de interés, imponiéndole una suerte de inmovilismo técnico.
La Sra. Yellen, quien asumió ese cargo bajo la presidencia del Sr. Obama y es considerada una de las voces más autorizadas en política monetaria, no pareciera inclinada a aceptar esta sugerencia de los congresistas republicanos.
De hecho, ha expresado que estima que los desempeños actuales de la economía norteamericana están en línea con los objetivos estratégicos de empleo e inflación lo que justificaría el incremento de las tasas, que sería el tercero en este ciclo.
En su posición ha concitado el apoyo de los Presidentes de la mayoría de la FED regionales, al punto que la postura de William Dudley, presidente de la Fed de Nueva York, es que no debe haber retraso en la decisión dado que el argumento para la subida “es cada vez más convincente”.
Lo que se apruebe es relevante para los países latinoamericanos, no solo por el efecto comercial que tendría sobre las exportaciones de cada país, sino por los costos escalados que se derivarán en el servicio de la deuda externa.
Así que sorprendentemente en esta coyuntura, los agentes y factores que deciden sobre la política cambiaria y comercial en la región, están en franca y perfecta sincronía con los sectores más conservadores del partido republicano de los EE UU, para que se mantenga el nivel de las tasas de interés.