China concede a Trump el registro de 38 licencias comerciales en su nombre
La decisión despierta dudas sobre si el presidente estadounidense ha recibido un trato de favor por parte de Pekín
Cristina F. Pereda
Washington, El País
El Gobierno de China ha concedido al presidente de Estados Unidos 38 licencias comerciales para poner su nombre a productos y empresas en el país asiático. La decisión otorga a Donald Trump el derecho a emplear su marca en compañías de sectores que van desde hoteles hasta seguros, campos de golf o centros de masajes. Ante la espera de que el registro sea efectivo en un plazo de 90 días, el anuncio ha despertado sospechas sobre los posibles conflictos de intereses entre las empresas de Trump y los de Estados Unidos.
El presidente republicano declaró el pasado mes de diciembre que cedería a sus hijos la dirección de la Organización Trump, el grupo que aglutina más de 500 compañías en su nombre, con cerca de una veintena en el extranjero. Sin embargo, el magnate sigue siendo el dueño de todas ellas, por lo que si recibe ingresos de una persona vinculada con un gobierno extranjero, estaría incumpliendo la legislación estadounidense.
El registro de las licencias comerciales no incumpliría esta cláusula registrada en la Constitución, pero sí ha despertado dudas sobre si Trump ha recibido un trato de favor del gobierno de Pekín. El empresario estadounidense ha peleado en los tribunales chinos durante más de una década por uno de esos títulos y en apenas seis semanas en la presidencia, China le ha concedido un total de 38.
“Durante diez años, antes de ser presidente, Trump no logró la concesión de marcas valiosas en el mercado más grande del mundo. Le rechazaron una y otra vez, pero ahora parece que tiene las puertas abiertas”, declaró el senador demócrata Ben Cardin, tras conocer la decisión de Pekín que adelantó la agencia Associated Press esta semana. Cardin ha pedido a los departamentos de Justicia y de Estado que expliquen al Congreso los “riesgos potenciales que representan”.
El temor de los demócratas es que, al margen de si Trump se beneficia comercialmente de esta decisión, China puede intentar que apruebe a cambio políticas que favorezcan al gigante asiático. “Esto es justo lo que la Constitución intentaba prevenir y el presidente Trump lo está desafiando descaradamente”, afirmó esta semana la senadora Dianne Feinstein en referencia a los permisos comerciales.
Según AP, Trump ha solicitado la aprobación de otras 49 licencias en su nombre y ya tiene otras 77 que deberán ser renovadas durante su mandato. Otras 225 empresas llevan el nombre del presidente de EE UU sin estar vinculadas a él. Esta situación explicaría el interés de Trump por recuperar los derechos sobre su nombre en China, ya que da título a compañías que venden desde retretes hasta hoteles, marcapasos, preservativos o agencias de mujeres de compañía.
Esta es una de las últimas licencias obtenidas por el presidente, la de “Trump Escorts”, como se conoce el servicio en inglés. El registro de esta licencia comercial no quiere decir que el presidente esté interesado en abrir una agencia de este tipo —aunque ahora podría hacerlo— sino impedir que otras personas utilicen la marca para lucrarse.
Una parte de los negocios de Trump consiste en ceder su nombre a cambio de una cantidad económica para dar título a edificios, complejos inmobiliarios o negocios hoteleros que después son gestionados por otras empresas. Y aunque el presidente cumpla su promesa de no firmar acuerdos comerciales con ninguna de sus compañías en el extranjero, sus críticos alegan que el registro de estos derechos tiene un valor y por tanto debería haberlo rechazado.
“No hay duda de que es una idea terrible que Trump acepte el registro de estos derechos de propiedad en China mientras sea presidente de Estados Unidos”, declaró a AP Norman Einstein, el responsable del equipo de ética del expresidente Barack Obama. “Es justo pensar que se trata de un esfuerzo para influir a Trump”.
A pesar de que el mandatario republicano amenazó durante la campaña electoral con que acusaría al gobierno de Pekín por manipulación de divisas el primer día de su mandato. Trump no ha cumplido hasta ahora esa promesa, como tampoco la de aumentar las tarifas arancelarias al gigante asiático. China, por su parte, ya le ha concedido las primeras licencias que buscaba.
Cristina F. Pereda
Washington, El País
El Gobierno de China ha concedido al presidente de Estados Unidos 38 licencias comerciales para poner su nombre a productos y empresas en el país asiático. La decisión otorga a Donald Trump el derecho a emplear su marca en compañías de sectores que van desde hoteles hasta seguros, campos de golf o centros de masajes. Ante la espera de que el registro sea efectivo en un plazo de 90 días, el anuncio ha despertado sospechas sobre los posibles conflictos de intereses entre las empresas de Trump y los de Estados Unidos.
El presidente republicano declaró el pasado mes de diciembre que cedería a sus hijos la dirección de la Organización Trump, el grupo que aglutina más de 500 compañías en su nombre, con cerca de una veintena en el extranjero. Sin embargo, el magnate sigue siendo el dueño de todas ellas, por lo que si recibe ingresos de una persona vinculada con un gobierno extranjero, estaría incumpliendo la legislación estadounidense.
El registro de las licencias comerciales no incumpliría esta cláusula registrada en la Constitución, pero sí ha despertado dudas sobre si Trump ha recibido un trato de favor del gobierno de Pekín. El empresario estadounidense ha peleado en los tribunales chinos durante más de una década por uno de esos títulos y en apenas seis semanas en la presidencia, China le ha concedido un total de 38.
“Durante diez años, antes de ser presidente, Trump no logró la concesión de marcas valiosas en el mercado más grande del mundo. Le rechazaron una y otra vez, pero ahora parece que tiene las puertas abiertas”, declaró el senador demócrata Ben Cardin, tras conocer la decisión de Pekín que adelantó la agencia Associated Press esta semana. Cardin ha pedido a los departamentos de Justicia y de Estado que expliquen al Congreso los “riesgos potenciales que representan”.
El temor de los demócratas es que, al margen de si Trump se beneficia comercialmente de esta decisión, China puede intentar que apruebe a cambio políticas que favorezcan al gigante asiático. “Esto es justo lo que la Constitución intentaba prevenir y el presidente Trump lo está desafiando descaradamente”, afirmó esta semana la senadora Dianne Feinstein en referencia a los permisos comerciales.
Según AP, Trump ha solicitado la aprobación de otras 49 licencias en su nombre y ya tiene otras 77 que deberán ser renovadas durante su mandato. Otras 225 empresas llevan el nombre del presidente de EE UU sin estar vinculadas a él. Esta situación explicaría el interés de Trump por recuperar los derechos sobre su nombre en China, ya que da título a compañías que venden desde retretes hasta hoteles, marcapasos, preservativos o agencias de mujeres de compañía.
Esta es una de las últimas licencias obtenidas por el presidente, la de “Trump Escorts”, como se conoce el servicio en inglés. El registro de esta licencia comercial no quiere decir que el presidente esté interesado en abrir una agencia de este tipo —aunque ahora podría hacerlo— sino impedir que otras personas utilicen la marca para lucrarse.
Una parte de los negocios de Trump consiste en ceder su nombre a cambio de una cantidad económica para dar título a edificios, complejos inmobiliarios o negocios hoteleros que después son gestionados por otras empresas. Y aunque el presidente cumpla su promesa de no firmar acuerdos comerciales con ninguna de sus compañías en el extranjero, sus críticos alegan que el registro de estos derechos tiene un valor y por tanto debería haberlo rechazado.
“No hay duda de que es una idea terrible que Trump acepte el registro de estos derechos de propiedad en China mientras sea presidente de Estados Unidos”, declaró a AP Norman Einstein, el responsable del equipo de ética del expresidente Barack Obama. “Es justo pensar que se trata de un esfuerzo para influir a Trump”.
A pesar de que el mandatario republicano amenazó durante la campaña electoral con que acusaría al gobierno de Pekín por manipulación de divisas el primer día de su mandato. Trump no ha cumplido hasta ahora esa promesa, como tampoco la de aumentar las tarifas arancelarias al gigante asiático. China, por su parte, ya le ha concedido las primeras licencias que buscaba.