Reino Unido, un día sin inmigrantes
Una jornada de protesta este lunes reivindica la contribución de los extranjeros a Reino Unido y se suma a las voces que se alzan contra el discurso del Brexit
Pablo Guimón
Londres, El País
A quien vaya hoy lunes a comprar lanas a The Wool Shop, en la localidad inglesa de Newport Pagnell, un cartel en la puerta le informará de que los patrones y diseños que emplean vienen de todos los rincones del mundo. Le explicará que el género que despachan, que llega a la tienda gracias a conductores de India y del este de Europa, procede de Turquía, Italia, España, Japón y Rumanía, por mucho que la etiqueta diga que la compañía es de Bradford. “Es la unión del esfuerzo y el talento de gente de todo el mundo la que convierte a este país -y a hacer punto o ganchillo- en algo grande”, podrá leer el cliente en el cartel. “Sin extranjeros, Reino Unido sería un lugar más gris y más pobre, y muchos de nosotros no estaríamos aquí”.
Ana Sánchez, nacida en Valencia hace 54 años y residente en Reino Unido desde hace 32, explica en el cartel a su clientela los motivos por los que ha decidido cerrar hoy su tienda de lanas y secundar la iniciativa Un Día Sin Nosotros. “Una jornada de acción nacional para celebrar la contribución de los inmigrantes a Reino Unido”, en palabras de la organización.
Hay muchas formas de participar en esta acción, similar a otra celebrada en Estados Unidos la semana pasada. No es una huelga y, por tanto, los trabajadores no estarían amparados para no asistir al puesto de trabajo. Pero pueden pedirse el día libre, hacer un parón de unos minutos, no consumir, llevar una chapa, pegar un póster en su ventana, participar en las fiestas o comidas comunales programadas o simplemente compartir su foto en redes sociales con el hashtag #1DayWithoutUs.
La idea, según su promotor, el escritor Matt Carr, obedece a la “preocupación por la creciente hostilidad hacia los inmigrantes después del referéndum” en el que los británicos decidieron abandonar la UE. Inspirado en iniciativas similares que tuvieron lugar en Italia (2010) y en Estados Unidos (2006), Marr soltó la idea en Facebook en octubre del año pasado. Y a juzgar por cómo se propagó, se diría que tocó una fibra sensible.
“De la nada, Un Día Sin Nosotros se convirtió, no solo en una campaña, sino en un incipiente movimiento social”, explica Carr. “Queremos recordar a la sociedad británica la crucial importancia de la inmigración en una jornada de unidad, solidaridad y celebración que ayude a resetear la narrativa sobre la inmigración”.
La iniciativa es un ejemplo de cómo un sector ciudadanía se está movilizando para combatir la narrativa tradicional sobre la inmigración que parecía inobjetable tras la victoria del Brexit. “Una ola de odio barre Reino Unido, culpando a los inmigrantes de una serie de males sociales. Pero no son los inmigrantes los que han colapsado nuestros servicios públicos, ni los que no han construido las casas que necesita nuestra economía, ni los que tiran hacia abajo de los salarios. Estos son resultados de elecciones políticas realizadas por Gobiernos y corporaciones”. El texto forma parte del manifiesto de la recién creada Alianza para el Libre Movimiento, que aglutina a diferentes voces de la izquierda que han decidido negarse a ser silenciadas por el griterío de los tabloides y los políticos populistas. Buscan movilizar a los ciudadanos para que presionen a sus diputados y organizan talleres para entrenar a la gente a discutir sobre inmigración de una manera constructiva.
“Después del referéndum parecía que quienes pensamos así debíamos sentirnos avergonzados. Si cuestionabas el discurso dominante estabas traicionando la voluntad democrática de los británicos”, explica Nick Dearden, director de la ONG Global Justice Now y uno de los promotores de la Alianza para el Libre Movimiento. “La idea es crear una narrativa positiva, movilizar a la gente que piensa como nosotros y después empezar a convencer. En los últimos 20 años no se ha construido un argumentario positivo sobre lo buena que puede ser la libre circulación de personas”.
El Gobierno de Theresa May ha interpretado que el resultado del referéndum fue principalmente un mandato para recuperar el control de las fronteras. Diversos análisis indican que la salida de la UE no provocará una drástica reducción de la inmigración neta, que ahora está por encima de los 300.000, pero la victoria del Brexit ha hecho aflorar comportamientos peligrosos: los delitos de odio crecieron un 40% en las semanas posteriores al referéndum.
Hay 8,5 millones de extranjeros residentes en Reino Unido, y algunos de ellos tienen demasiada vida aquí como para plantearse una retirada. Es el caso de Ana Sánchez, casada con un inglés y madre de dos hijos adolescentes, a la que le costó mucho esfuerzo cumplir su sueño y abrir su tienda de lanas en Newport Pagnell. Hoy, mientras su negocio permanece cerrado, ella estará pintando al óleo dentro, “más que nada por si a alguien se le ocurre tirar un ladrillo a la ventana”. “Queremos demostrar que este país depende de los inmigrantes, que somos parte de la fibra de esta sociedad”, concluye.
Pablo Guimón
Londres, El País
A quien vaya hoy lunes a comprar lanas a The Wool Shop, en la localidad inglesa de Newport Pagnell, un cartel en la puerta le informará de que los patrones y diseños que emplean vienen de todos los rincones del mundo. Le explicará que el género que despachan, que llega a la tienda gracias a conductores de India y del este de Europa, procede de Turquía, Italia, España, Japón y Rumanía, por mucho que la etiqueta diga que la compañía es de Bradford. “Es la unión del esfuerzo y el talento de gente de todo el mundo la que convierte a este país -y a hacer punto o ganchillo- en algo grande”, podrá leer el cliente en el cartel. “Sin extranjeros, Reino Unido sería un lugar más gris y más pobre, y muchos de nosotros no estaríamos aquí”.
Ana Sánchez, nacida en Valencia hace 54 años y residente en Reino Unido desde hace 32, explica en el cartel a su clientela los motivos por los que ha decidido cerrar hoy su tienda de lanas y secundar la iniciativa Un Día Sin Nosotros. “Una jornada de acción nacional para celebrar la contribución de los inmigrantes a Reino Unido”, en palabras de la organización.
Hay muchas formas de participar en esta acción, similar a otra celebrada en Estados Unidos la semana pasada. No es una huelga y, por tanto, los trabajadores no estarían amparados para no asistir al puesto de trabajo. Pero pueden pedirse el día libre, hacer un parón de unos minutos, no consumir, llevar una chapa, pegar un póster en su ventana, participar en las fiestas o comidas comunales programadas o simplemente compartir su foto en redes sociales con el hashtag #1DayWithoutUs.
La idea, según su promotor, el escritor Matt Carr, obedece a la “preocupación por la creciente hostilidad hacia los inmigrantes después del referéndum” en el que los británicos decidieron abandonar la UE. Inspirado en iniciativas similares que tuvieron lugar en Italia (2010) y en Estados Unidos (2006), Marr soltó la idea en Facebook en octubre del año pasado. Y a juzgar por cómo se propagó, se diría que tocó una fibra sensible.
“De la nada, Un Día Sin Nosotros se convirtió, no solo en una campaña, sino en un incipiente movimiento social”, explica Carr. “Queremos recordar a la sociedad británica la crucial importancia de la inmigración en una jornada de unidad, solidaridad y celebración que ayude a resetear la narrativa sobre la inmigración”.
La iniciativa es un ejemplo de cómo un sector ciudadanía se está movilizando para combatir la narrativa tradicional sobre la inmigración que parecía inobjetable tras la victoria del Brexit. “Una ola de odio barre Reino Unido, culpando a los inmigrantes de una serie de males sociales. Pero no son los inmigrantes los que han colapsado nuestros servicios públicos, ni los que no han construido las casas que necesita nuestra economía, ni los que tiran hacia abajo de los salarios. Estos son resultados de elecciones políticas realizadas por Gobiernos y corporaciones”. El texto forma parte del manifiesto de la recién creada Alianza para el Libre Movimiento, que aglutina a diferentes voces de la izquierda que han decidido negarse a ser silenciadas por el griterío de los tabloides y los políticos populistas. Buscan movilizar a los ciudadanos para que presionen a sus diputados y organizan talleres para entrenar a la gente a discutir sobre inmigración de una manera constructiva.
“Después del referéndum parecía que quienes pensamos así debíamos sentirnos avergonzados. Si cuestionabas el discurso dominante estabas traicionando la voluntad democrática de los británicos”, explica Nick Dearden, director de la ONG Global Justice Now y uno de los promotores de la Alianza para el Libre Movimiento. “La idea es crear una narrativa positiva, movilizar a la gente que piensa como nosotros y después empezar a convencer. En los últimos 20 años no se ha construido un argumentario positivo sobre lo buena que puede ser la libre circulación de personas”.
El Gobierno de Theresa May ha interpretado que el resultado del referéndum fue principalmente un mandato para recuperar el control de las fronteras. Diversos análisis indican que la salida de la UE no provocará una drástica reducción de la inmigración neta, que ahora está por encima de los 300.000, pero la victoria del Brexit ha hecho aflorar comportamientos peligrosos: los delitos de odio crecieron un 40% en las semanas posteriores al referéndum.
Hay 8,5 millones de extranjeros residentes en Reino Unido, y algunos de ellos tienen demasiada vida aquí como para plantearse una retirada. Es el caso de Ana Sánchez, casada con un inglés y madre de dos hijos adolescentes, a la que le costó mucho esfuerzo cumplir su sueño y abrir su tienda de lanas en Newport Pagnell. Hoy, mientras su negocio permanece cerrado, ella estará pintando al óleo dentro, “más que nada por si a alguien se le ocurre tirar un ladrillo a la ventana”. “Queremos demostrar que este país depende de los inmigrantes, que somos parte de la fibra de esta sociedad”, concluye.