Irán anuncia reciprocidad ante las sanciones de EEUU por el misil
El aumento de la tensión entre ambos países pone en peligro el acuerdo nuclear
Ángeles Espinosa
Dubái, El País
Irán ha anunciado este viernes que va a imponer restricciones a “ciudadanos y entidades estadounidenses que ayudan a grupos terroristas de la región” como represalia a las sanciones que la Administración Trump le impuso poco antes por el lanzamiento de un misil balístico. Teherán interpreta las nuevas medidas como una violación de los compromisos adquiridos por Estados Unidos con la firma del acuerdo nuclear. Aunque la Casa Blanca ha subrayado que las sanciones son totalmente independientes del pacto, la efectividad de éste depende en gran medida del entendimiento entre ambos países, que no mantienen relaciones diplomáticas desde 1979 y cuyo desencuentro se ha agravado desde la llegada de Donald Trump a la presidencia.
La rápida reacción iraní, en un comunicado del Ministerio de Exteriores difundido por la televisión estatal, más parece una pataleta que una medida efectiva, ya que, salvo algunos turistas aislados, no es habitual que ciudadanos estadounidenses viajen a Irán, algo que el Departamento de Estado sigue considerando peligroso. De hecho, las sanciones unilaterales de EEUU por apoyo al terrorismo o violación de los derechos humanos han frenado el despegue de los negocios e inversiones que Irán esperaba obtener tras el acuerdo nuclear, ya que muchas empresas y, sobre todo los bancos, temen violar la legislación norteamericana.
“A Irán no le afectan las amenazas ya que nuestra seguridad procede de nuestro pueblo; nunca iniciaremos una guerra, pero solo podemos apoyarnos en nuestros propios medios de defensa”, había escrito poco antes el ministro iraní de Exteriores, Mohammad Javad Zarif, en su cuenta Twitter.
Sus palabras parecían referirse tanto a la versión oficial de que la prueba del misil entraba dentro de sus planes defensivos como responder a un mensaje previo del prolífico Trump en la misma red social. El presidente norteamericano afirmó que Irán estaba “jugando con fuego” y que él no iba a ser tan “amable” como su predecesor, Barack Obama.
“Es un procedimiento normal de reforzar el sistema de defensa iraní”, explica Hossein Mousavian, antiguo portavoz nuclear iraní y actual investigador en la Universidad de Princeton (EEUU). Este analista recuerda que Teherán ha buscado disponer de un potente sistema misilístico desde la guerra con Irak (1980-1988). Además, señala, “Estados Unidos mantiene su [política] de ‘todas las opciones sobre la mesa’ respecto a Irán y continúa exportando las armas convencionales más sofisticadas a los vecinos árabes hostiles a Irán, como Arabia Saudí, mientras Israel que tiene cientos de bombas nucleares sigue amenazando con un ataque”. En su opinión, “a Irán sólo le queda reforzar su capacidad convencional para defenderse”.
El argumento es similar al que han utilizado los portavoces oficiales. Una declaración firmada por 220 de los 290 miembros del Parlamento señalaba la necesidad de reforzar “las capacidades defensivas de la República Islámica de acuerdo con la estrategia de disuasión”. El ministro de Defensa, Hosein Dehghan, por su parte, aseguró que “la prueba no viola el acuerdo nuclear o la resolución 2231”.
Tras el acuerdo nuclear sellado en julio de 2015, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una resolución en la que “insta a Irán a no llevar a cabo ninguna actividad relacionada con misiles balísticos diseñados para transportar cabezas nucleares, incluidos los lanzamientos que utilicen dicha tecnología” durante los ocho años siguientes. Dado que Teherán insiste en que sus cohetes no tienen capacidad nuclear, hay división de opiniones sobre si constituye una violación del espíritu del texto, ya que la letra no parece hacerlo obligatorio. Aunque tiene uno de los mayores programas de misiles de Oriente Próximo, los expertos ven su efectividad limitada por un historial de escasa precisión.
La República Islámica ha lanzado varios misiles balísticos desde la firma del pacto nuclear, el último hace siete meses de iguales características al del 29 de enero. Pero este reciente ensayo es el primero desde la llegada de Trump a la Casa Blanca y el nuevo presidente, además de mostrarse muy crítico con aquel acuerdo, dijo durante la campaña electoral que iba a poner fin al programa de misiles iraní. De ahí, que algunos observadores vean en el gesto, que sigue un medido tira y afloja de acoso a la flota estadounidense en el golfo Pérsico por parte de la Guardia Revolucionaria (Pasdarán), un intento de poner a prueba la estrategia de Trump.
“Imagino que los Pasdarán quieren dejar claro que los misiles están fuera del PAIC [Plan de Acción Integral Conjunto] y que si Estados Unidos sigue manteniendo la Iran Sanctions Act y aplicando nuevas sanciones, ellos van a continuar armándose de modo preventivo / defensivo”, interpreta Luciano Zaccara, profesor de Estudios del Golfo en la Universidad de Qatar y especialista en Irán.
En tal caso, el misil iraní tiene tanto una lectura interna como externa. Los sectores más conservadores del régimen, y muchos ciudadanos de a pie, están convencidos de que EEUU no ha cumplido totalmente los compromisos que adquirió bajo el PAIC. Ahora, a cuatro meses de los comicios presidenciales, puede resultar electoralmente rentable tratar de poner contra las cuerdas a la superpotencia, hacia la que existe una arraigada desconfianza y que resulta un blanco fácil para ocultar las propias carencias. A finales del año pasado, incluso el jefe del Gobierno, Hasan Rohani, uno de los adalides del acuerdo nuclear, amagó con construir barcos de propulsión atómica en respuesta a una legislación norteamericana que facilitaba la introducción de nuevas sanciones.
El clima creado por Trump garantiza que cualquier gesto de desafío encuentre fácil apoyo popular. Su reciente veto migratorio, que incluye a Irán junto a seis países en guerra, ha reforzado a los ultras y enviado un mensaje de desdén hacia todos los iraníes.
“Teherán ha sido muy cauteloso con Trump. Aunque éste ya ha hecho muchas declaraciones negativas y amenazadoras contra Irán, ha mantenido su paciencia para ver cuál es su primer paso práctico y entonces reaccionar”, estima el ex alto funcionario.
Ángeles Espinosa
Dubái, El País
Irán ha anunciado este viernes que va a imponer restricciones a “ciudadanos y entidades estadounidenses que ayudan a grupos terroristas de la región” como represalia a las sanciones que la Administración Trump le impuso poco antes por el lanzamiento de un misil balístico. Teherán interpreta las nuevas medidas como una violación de los compromisos adquiridos por Estados Unidos con la firma del acuerdo nuclear. Aunque la Casa Blanca ha subrayado que las sanciones son totalmente independientes del pacto, la efectividad de éste depende en gran medida del entendimiento entre ambos países, que no mantienen relaciones diplomáticas desde 1979 y cuyo desencuentro se ha agravado desde la llegada de Donald Trump a la presidencia.
La rápida reacción iraní, en un comunicado del Ministerio de Exteriores difundido por la televisión estatal, más parece una pataleta que una medida efectiva, ya que, salvo algunos turistas aislados, no es habitual que ciudadanos estadounidenses viajen a Irán, algo que el Departamento de Estado sigue considerando peligroso. De hecho, las sanciones unilaterales de EEUU por apoyo al terrorismo o violación de los derechos humanos han frenado el despegue de los negocios e inversiones que Irán esperaba obtener tras el acuerdo nuclear, ya que muchas empresas y, sobre todo los bancos, temen violar la legislación norteamericana.
“A Irán no le afectan las amenazas ya que nuestra seguridad procede de nuestro pueblo; nunca iniciaremos una guerra, pero solo podemos apoyarnos en nuestros propios medios de defensa”, había escrito poco antes el ministro iraní de Exteriores, Mohammad Javad Zarif, en su cuenta Twitter.
Sus palabras parecían referirse tanto a la versión oficial de que la prueba del misil entraba dentro de sus planes defensivos como responder a un mensaje previo del prolífico Trump en la misma red social. El presidente norteamericano afirmó que Irán estaba “jugando con fuego” y que él no iba a ser tan “amable” como su predecesor, Barack Obama.
“Es un procedimiento normal de reforzar el sistema de defensa iraní”, explica Hossein Mousavian, antiguo portavoz nuclear iraní y actual investigador en la Universidad de Princeton (EEUU). Este analista recuerda que Teherán ha buscado disponer de un potente sistema misilístico desde la guerra con Irak (1980-1988). Además, señala, “Estados Unidos mantiene su [política] de ‘todas las opciones sobre la mesa’ respecto a Irán y continúa exportando las armas convencionales más sofisticadas a los vecinos árabes hostiles a Irán, como Arabia Saudí, mientras Israel que tiene cientos de bombas nucleares sigue amenazando con un ataque”. En su opinión, “a Irán sólo le queda reforzar su capacidad convencional para defenderse”.
El argumento es similar al que han utilizado los portavoces oficiales. Una declaración firmada por 220 de los 290 miembros del Parlamento señalaba la necesidad de reforzar “las capacidades defensivas de la República Islámica de acuerdo con la estrategia de disuasión”. El ministro de Defensa, Hosein Dehghan, por su parte, aseguró que “la prueba no viola el acuerdo nuclear o la resolución 2231”.
Tras el acuerdo nuclear sellado en julio de 2015, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó una resolución en la que “insta a Irán a no llevar a cabo ninguna actividad relacionada con misiles balísticos diseñados para transportar cabezas nucleares, incluidos los lanzamientos que utilicen dicha tecnología” durante los ocho años siguientes. Dado que Teherán insiste en que sus cohetes no tienen capacidad nuclear, hay división de opiniones sobre si constituye una violación del espíritu del texto, ya que la letra no parece hacerlo obligatorio. Aunque tiene uno de los mayores programas de misiles de Oriente Próximo, los expertos ven su efectividad limitada por un historial de escasa precisión.
La República Islámica ha lanzado varios misiles balísticos desde la firma del pacto nuclear, el último hace siete meses de iguales características al del 29 de enero. Pero este reciente ensayo es el primero desde la llegada de Trump a la Casa Blanca y el nuevo presidente, además de mostrarse muy crítico con aquel acuerdo, dijo durante la campaña electoral que iba a poner fin al programa de misiles iraní. De ahí, que algunos observadores vean en el gesto, que sigue un medido tira y afloja de acoso a la flota estadounidense en el golfo Pérsico por parte de la Guardia Revolucionaria (Pasdarán), un intento de poner a prueba la estrategia de Trump.
“Imagino que los Pasdarán quieren dejar claro que los misiles están fuera del PAIC [Plan de Acción Integral Conjunto] y que si Estados Unidos sigue manteniendo la Iran Sanctions Act y aplicando nuevas sanciones, ellos van a continuar armándose de modo preventivo / defensivo”, interpreta Luciano Zaccara, profesor de Estudios del Golfo en la Universidad de Qatar y especialista en Irán.
En tal caso, el misil iraní tiene tanto una lectura interna como externa. Los sectores más conservadores del régimen, y muchos ciudadanos de a pie, están convencidos de que EEUU no ha cumplido totalmente los compromisos que adquirió bajo el PAIC. Ahora, a cuatro meses de los comicios presidenciales, puede resultar electoralmente rentable tratar de poner contra las cuerdas a la superpotencia, hacia la que existe una arraigada desconfianza y que resulta un blanco fácil para ocultar las propias carencias. A finales del año pasado, incluso el jefe del Gobierno, Hasan Rohani, uno de los adalides del acuerdo nuclear, amagó con construir barcos de propulsión atómica en respuesta a una legislación norteamericana que facilitaba la introducción de nuevas sanciones.
El clima creado por Trump garantiza que cualquier gesto de desafío encuentre fácil apoyo popular. Su reciente veto migratorio, que incluye a Irán junto a seis países en guerra, ha reforzado a los ultras y enviado un mensaje de desdén hacia todos los iraníes.
“Teherán ha sido muy cauteloso con Trump. Aunque éste ya ha hecho muchas declaraciones negativas y amenazadoras contra Irán, ha mantenido su paciencia para ver cuál es su primer paso práctico y entonces reaccionar”, estima el ex alto funcionario.