EE UU trata de calmar a sus aliados sobre su compromiso con la OTAN
El vicepresidente Pence se presenta en Múnich como "el aliado más firme" de Europa
Luis Doncel
Múnich, El País
Desde su inicio, era evidente que este año la Conferencia de Seguridad de Múnich iba a estar monopolizada por el estado de las relaciones trasatlánticas. “Necesitamos claridad. No recordamos una situación como esta”, dijo el viernes el organizador de este foro que lleva medio siglo reuniendo a políticos y militares de todo el mundo. Mike Pence, vicepresidente de EE UU, trató el sábado de rebajar la preocupación. “EE UU es y será vuestro aliado más firme”, dijo. Sus palabras disiparon algún temor. Pero algunos asistentes protestaban por no conocer aún los planes reales del hombre al mando, Donald Trump.
El gran momento llegó en la mañana del sábado. Hablaba primero la canciller alemana, Angela Merkel, a la que siguió el vicepresidente Pence, en una especie de cara a cara entre dos visiones del mundo enfrentadas. Tras las contradicciones mostradas por la Casa Blanca en las últimas semanas, el vicepresidente quiso lanzar una señal de unidad: dijo que estaba ahí por petición expresa de Trump, quien le había pedido trasladar su mensaje. Y este se pareció bastante al tradicional discurso atlantista. “No podemos saber qué línea se impondrá finalmente, pero las palabras de Pence pueden tener consecuencias positivas”, aseguraba en los pasillos del hotel donde se celebra la conferencia Norbert Röttgen, responsable de Exteriores en el Parlamento alemán.
Pence mostró su voluntad de respetar los valores compartidos entre EE UU y Europa –“libertad, democracia, justicia y Estado de derecho”, repitió-. El problema es que ninguno de los presentes parecía saber si deben atender a estas palabras o al discurso más rupturista de Trump, que calificó a la OTAN como un organismo “obsoleto”, o de su asesor Steve Bannon. “No creo que esta situación sea sostenible. O triunfa el sector pragmático y se deshacen de Bannon o EE UU impulsará una política internacional radicalmente distinta a la de las últimas décadas”, aseguraba entre charla y charla Ian Bremmer, presidente de la consultora Eurasia. Bremmer detecta tres grandes pelligros en el equipo de Trump: incompetencia, corrupción y autoritarismo.
En un discurso pensado para insuflar optimismo –“los mejores días para América, Europa y el mundo libre aún no han llegado”-, Pence recordó dos viajes que hizo a Alemania –el primero, durante la guerra fría, y el segundo, tras los atentados contra las Torres Gemelas- para resaltar el vínculo sentimental que le une a Europa. El vicepresidente insistió en que quiere una OTAN fuerte, pero no mencionó ni en una ocasión un deseo parecido para la UE. No es de extrañar: su jefe definió el Brexit como algo “fantástico” y dijo que estaba convencido de que más países seguirían el ejemplo británico de abandonar el club europeo.
La amistad con EE UU no va a ser gratuita. Como ya hicieron esta semana los responsables de Exteriores y de Defensa de su Gobierno, Pence insistió en la necesidad de que Europa aumente su gasto militar. “Ha llegado el momento de hacer más”, dijo. Estableció además un vínculo irrompible entre el modo de vida occidental y el incremento de las capacidades en Defensa. “La paz solo llega a través de la fuerza”, aseguró mientras anunciaba que “mientras nosotros hablamos” Washington impulsa también en casa un aumento significativo en gasto militar.
Merkel recogió el guante. Y, como ya había hecho el día anterior en el mismo lugar su ministra de Defensa, anunció que hará "todo lo posible" para cumplir el compromiso de llegar a 2024 con un gasto en el Ejército del 2% del PIB. Alemania ronda ahora el 1,2%, frente a un 3,6% de EE UU. La canciller trata con este mensaje de buscar un punto de acuerdo con los estadounidenses. Pero el resto de su discurso mostró hasta qué punto su visión del mundo se aleja de la de Trump.
Mientras el presidente de EE UU pretende imponer un veto migratorio a todos los ciudadanos de siete países de mayoría islámica, Merkel insistió en que no es el islam el causante del terrorismo, sino “una versión desviada”. Por ello, pidió a las autoridades de esta religión “un claro pronunciamiento” sobre “la diferencia entre islam pacífico y el terrorismo en nombre del islam”, frase que despertó una de las mayores ovaciones del día.
Merkel, a la que Ian Bremmer considera “la gran perdedora geopolítica de la presidencia de Trump”, desplegó una defensa del multilateralismo y de la libertad de prensa. “Podéis estar convencidos de que el presidente Trump y nuestro pueblo está comprometido de verdad con la unión trasatlántica”, respondió Pence. Mientras, desde Washington, el hombre más poderoso del mundo escribía tuits incendiarios contra el New York Times y otros grandes medios de comunicación estadounidenses.
Luis Doncel
Múnich, El País
Desde su inicio, era evidente que este año la Conferencia de Seguridad de Múnich iba a estar monopolizada por el estado de las relaciones trasatlánticas. “Necesitamos claridad. No recordamos una situación como esta”, dijo el viernes el organizador de este foro que lleva medio siglo reuniendo a políticos y militares de todo el mundo. Mike Pence, vicepresidente de EE UU, trató el sábado de rebajar la preocupación. “EE UU es y será vuestro aliado más firme”, dijo. Sus palabras disiparon algún temor. Pero algunos asistentes protestaban por no conocer aún los planes reales del hombre al mando, Donald Trump.
El gran momento llegó en la mañana del sábado. Hablaba primero la canciller alemana, Angela Merkel, a la que siguió el vicepresidente Pence, en una especie de cara a cara entre dos visiones del mundo enfrentadas. Tras las contradicciones mostradas por la Casa Blanca en las últimas semanas, el vicepresidente quiso lanzar una señal de unidad: dijo que estaba ahí por petición expresa de Trump, quien le había pedido trasladar su mensaje. Y este se pareció bastante al tradicional discurso atlantista. “No podemos saber qué línea se impondrá finalmente, pero las palabras de Pence pueden tener consecuencias positivas”, aseguraba en los pasillos del hotel donde se celebra la conferencia Norbert Röttgen, responsable de Exteriores en el Parlamento alemán.
Pence mostró su voluntad de respetar los valores compartidos entre EE UU y Europa –“libertad, democracia, justicia y Estado de derecho”, repitió-. El problema es que ninguno de los presentes parecía saber si deben atender a estas palabras o al discurso más rupturista de Trump, que calificó a la OTAN como un organismo “obsoleto”, o de su asesor Steve Bannon. “No creo que esta situación sea sostenible. O triunfa el sector pragmático y se deshacen de Bannon o EE UU impulsará una política internacional radicalmente distinta a la de las últimas décadas”, aseguraba entre charla y charla Ian Bremmer, presidente de la consultora Eurasia. Bremmer detecta tres grandes pelligros en el equipo de Trump: incompetencia, corrupción y autoritarismo.
En un discurso pensado para insuflar optimismo –“los mejores días para América, Europa y el mundo libre aún no han llegado”-, Pence recordó dos viajes que hizo a Alemania –el primero, durante la guerra fría, y el segundo, tras los atentados contra las Torres Gemelas- para resaltar el vínculo sentimental que le une a Europa. El vicepresidente insistió en que quiere una OTAN fuerte, pero no mencionó ni en una ocasión un deseo parecido para la UE. No es de extrañar: su jefe definió el Brexit como algo “fantástico” y dijo que estaba convencido de que más países seguirían el ejemplo británico de abandonar el club europeo.
La amistad con EE UU no va a ser gratuita. Como ya hicieron esta semana los responsables de Exteriores y de Defensa de su Gobierno, Pence insistió en la necesidad de que Europa aumente su gasto militar. “Ha llegado el momento de hacer más”, dijo. Estableció además un vínculo irrompible entre el modo de vida occidental y el incremento de las capacidades en Defensa. “La paz solo llega a través de la fuerza”, aseguró mientras anunciaba que “mientras nosotros hablamos” Washington impulsa también en casa un aumento significativo en gasto militar.
Merkel recogió el guante. Y, como ya había hecho el día anterior en el mismo lugar su ministra de Defensa, anunció que hará "todo lo posible" para cumplir el compromiso de llegar a 2024 con un gasto en el Ejército del 2% del PIB. Alemania ronda ahora el 1,2%, frente a un 3,6% de EE UU. La canciller trata con este mensaje de buscar un punto de acuerdo con los estadounidenses. Pero el resto de su discurso mostró hasta qué punto su visión del mundo se aleja de la de Trump.
Mientras el presidente de EE UU pretende imponer un veto migratorio a todos los ciudadanos de siete países de mayoría islámica, Merkel insistió en que no es el islam el causante del terrorismo, sino “una versión desviada”. Por ello, pidió a las autoridades de esta religión “un claro pronunciamiento” sobre “la diferencia entre islam pacífico y el terrorismo en nombre del islam”, frase que despertó una de las mayores ovaciones del día.
Merkel, a la que Ian Bremmer considera “la gran perdedora geopolítica de la presidencia de Trump”, desplegó una defensa del multilateralismo y de la libertad de prensa. “Podéis estar convencidos de que el presidente Trump y nuestro pueblo está comprometido de verdad con la unión trasatlántica”, respondió Pence. Mientras, desde Washington, el hombre más poderoso del mundo escribía tuits incendiarios contra el New York Times y otros grandes medios de comunicación estadounidenses.