Cuenta atrás en Irak para el asalto al oeste de Mosul
El portavoz de la coalición contra el ISIS dice que los yihadistas tienen dos opciones: rendirse o morir
Ángeles Espinosa
Dubái, El País
“Las fuerzas de seguridad iraquíes tienen el oeste de Mosul completamente rodeado lo que hace muy difícil reabastecerse o escapar. Los combatientes del Daesh sólo tienen dos opciones: rendirse o morir”, asegura el coronel John Dorrian, por teléfono desde Bagdad. Dorrian es el portavoz de la Coalición Internacional contra el Estado Islámico (ISIS o Daesh), el grupo extremista suní que en 2014 capturó amplias zonas de Irak y Siria sobre las que proclamó el Califato, un supuesto gobierno islámico que ha subyugado a varios millones de personas y desatado otra guerra en Oriente Próximo. El asalto final es ya cuestión de días.
Cuando se inició la ofensiva para recuperar Mosul el pasado octubre, los responsables iraquíes prometieron una rápida victoria. Sin embargo, los combatientes del ISIS ofrecieron más resistencia de la esperada. Han hecho falta tres meses para que el primer ministro Haider al Abadi anunciara el pasado 24 de enero que se había liberado el este de la ciudad. Desde entonces las operaciones militares están paradas, mientras que los yihadistas se han replegado en el oeste y han volado los puentes sobre el Tigris.
“Nosotros seguimos bombardeando a diario desde el aire y con artillería. Las fuerzas iraquíes van a lanzarse sobre el oeste de la ciudad en los próximos días”, señala el portavoz de la coalición internacional que, encabezada por EE UU, apoya al Ejército nacional con bombardeos, asesores y formación de tropas. Algunos analistas han hablado de primeros de marzo. “Será muy pronto, pero por razones obvias no puedo decirle cuándo exactamente”, zanja Dorrian.
Si los tres meses que ha costado liberar el este de Mosul sirven de guía, la próxima batalla será ardua. Según algunas fuentes, una quinta parte de las fuerzas de élite iraquíes cayeron en el esfuerzo. Los combatientes que se han parapetado en el oeste de la ciudad, un núcleo duro estimado entre 3.000 y 5.000, no tienen dónde ir y sin duda van a oponer una resistencia feroz. Además, quedan 700.000 civiles, que llevan asediados desde finales de octubre. A la vez, los expertos advierten del peligro de que el ISIS se metamorfosee en una banda armada, a medio camino entre terrorista y mafiosa.
“Ya lo hemos visto en cierta medida en las últimas semanas con infiltrados en Bagdad y otras partes de Irak, que intentan distraer la atención de Mosul”, admite Dorrian. “Y la forma de hacer frente a ese cambio y reducir su impacto es con el despliegue de una buena policía local. De ahí la importancia de las tareas de entrenamiento que está llevando a cabo España. Hay que aumentar la presencia policial en todo Irak para frenar la posibilidad infiltraciones”.
En medio de su detallada descripción de las dificultades encontradas por los soldados iraquíes durante la recuperación del este de la ciudad, el portavoz de la coalición destaca “su nivel de esfuerzo para proteger a los civiles”. Refrendan esa opinión trabajadores humanitarios que han visitado los barrios liberados. Según éstos, el daño es comparativamente menor al causado en otras ciudades arrebatadas al ISIS con anterioridad. Al parecer, el Ejército iraquí ha evitado usar artillería pesada y la coalición ha limitado sus bombardeos aéreos.
Dorrian confirma que han adaptado el tamaño de la munición y que las bombas empleadas en la ciudad son más pequeñas. “Además, sólo utilizamos proyectiles guiados de alta precisión”, afirma. Pero lo más importante para la estabilidad a largo plazo y la legitimidad del Gobierno es el comportamiento de las tropas sobre el terreno. Tras las experiencias de operaciones anteriores, muchos iraquíes temían venganzas y les ha sorprendido el trato de los soldados. Según los observadores, la mayoría de las víctimas civiles las han causado los combatientes del ISIS cuando bombardeaban con artillería o disparaban a quienes huían de su territorio.
Sin duda ha ayudado que las milicias chiíes, acusadas de la mayoría de los abusos anteriores, se han mantenido fuera de la ciudad. “Su papel era apostarse al oeste de Mosul y bloquear las vías de escape hacia Siria. En general, han cumplido la tarea asignada. El Gobierno de Al Abadi ha prestado mucha atención a que así fuera”, señala el coronel Dorrian. El asalto al oeste acrecienta ese peligro, ya que la presión de los enemigos políticos de Al Abadi y la escasez de efectivos refuerzan el peso de las milicias y el consiguiente riesgo de crímenes sectarios.
Ángeles Espinosa
Dubái, El País
“Las fuerzas de seguridad iraquíes tienen el oeste de Mosul completamente rodeado lo que hace muy difícil reabastecerse o escapar. Los combatientes del Daesh sólo tienen dos opciones: rendirse o morir”, asegura el coronel John Dorrian, por teléfono desde Bagdad. Dorrian es el portavoz de la Coalición Internacional contra el Estado Islámico (ISIS o Daesh), el grupo extremista suní que en 2014 capturó amplias zonas de Irak y Siria sobre las que proclamó el Califato, un supuesto gobierno islámico que ha subyugado a varios millones de personas y desatado otra guerra en Oriente Próximo. El asalto final es ya cuestión de días.
Cuando se inició la ofensiva para recuperar Mosul el pasado octubre, los responsables iraquíes prometieron una rápida victoria. Sin embargo, los combatientes del ISIS ofrecieron más resistencia de la esperada. Han hecho falta tres meses para que el primer ministro Haider al Abadi anunciara el pasado 24 de enero que se había liberado el este de la ciudad. Desde entonces las operaciones militares están paradas, mientras que los yihadistas se han replegado en el oeste y han volado los puentes sobre el Tigris.
“Nosotros seguimos bombardeando a diario desde el aire y con artillería. Las fuerzas iraquíes van a lanzarse sobre el oeste de la ciudad en los próximos días”, señala el portavoz de la coalición internacional que, encabezada por EE UU, apoya al Ejército nacional con bombardeos, asesores y formación de tropas. Algunos analistas han hablado de primeros de marzo. “Será muy pronto, pero por razones obvias no puedo decirle cuándo exactamente”, zanja Dorrian.
Si los tres meses que ha costado liberar el este de Mosul sirven de guía, la próxima batalla será ardua. Según algunas fuentes, una quinta parte de las fuerzas de élite iraquíes cayeron en el esfuerzo. Los combatientes que se han parapetado en el oeste de la ciudad, un núcleo duro estimado entre 3.000 y 5.000, no tienen dónde ir y sin duda van a oponer una resistencia feroz. Además, quedan 700.000 civiles, que llevan asediados desde finales de octubre. A la vez, los expertos advierten del peligro de que el ISIS se metamorfosee en una banda armada, a medio camino entre terrorista y mafiosa.
“Ya lo hemos visto en cierta medida en las últimas semanas con infiltrados en Bagdad y otras partes de Irak, que intentan distraer la atención de Mosul”, admite Dorrian. “Y la forma de hacer frente a ese cambio y reducir su impacto es con el despliegue de una buena policía local. De ahí la importancia de las tareas de entrenamiento que está llevando a cabo España. Hay que aumentar la presencia policial en todo Irak para frenar la posibilidad infiltraciones”.
En medio de su detallada descripción de las dificultades encontradas por los soldados iraquíes durante la recuperación del este de la ciudad, el portavoz de la coalición destaca “su nivel de esfuerzo para proteger a los civiles”. Refrendan esa opinión trabajadores humanitarios que han visitado los barrios liberados. Según éstos, el daño es comparativamente menor al causado en otras ciudades arrebatadas al ISIS con anterioridad. Al parecer, el Ejército iraquí ha evitado usar artillería pesada y la coalición ha limitado sus bombardeos aéreos.
Dorrian confirma que han adaptado el tamaño de la munición y que las bombas empleadas en la ciudad son más pequeñas. “Además, sólo utilizamos proyectiles guiados de alta precisión”, afirma. Pero lo más importante para la estabilidad a largo plazo y la legitimidad del Gobierno es el comportamiento de las tropas sobre el terreno. Tras las experiencias de operaciones anteriores, muchos iraquíes temían venganzas y les ha sorprendido el trato de los soldados. Según los observadores, la mayoría de las víctimas civiles las han causado los combatientes del ISIS cuando bombardeaban con artillería o disparaban a quienes huían de su territorio.
Sin duda ha ayudado que las milicias chiíes, acusadas de la mayoría de los abusos anteriores, se han mantenido fuera de la ciudad. “Su papel era apostarse al oeste de Mosul y bloquear las vías de escape hacia Siria. En general, han cumplido la tarea asignada. El Gobierno de Al Abadi ha prestado mucha atención a que así fuera”, señala el coronel Dorrian. El asalto al oeste acrecienta ese peligro, ya que la presión de los enemigos políticos de Al Abadi y la escasez de efectivos refuerzan el peso de las milicias y el consiguiente riesgo de crímenes sectarios.