Murió el escritor John Berger
El literato, crítico de arte y pintor británico tenía 90 años
Infobae
Miraba el mundo y lo escribía con los ojos del arte. Sus lectores, después de leer sus textos, conseguían mirar todo de otra manera. John Berger escribió sobre la vida y la belleza posiblemente como nadie antes ni después, sus textos eran pura reflexión sobre la luz y la oscuridad de la vida y de las obras de arte y los modos de componer esas obras.
Comenzó pintando y poco a poco trasladó su inquietud por dejar obra en base a las palabras. Tenía 90 años (había nacido en Londres el 5 de noviembre de 1926) y estaba viviendo en los suburbios de París, luego de vivir por años como un escritor campesino en Alta Saboya, en los Alpes franceses.
Fue marxista desde el comienzo y hasta el final y sus vehementes críticas al capitalismo fueron más enfáticas a medida que sumaba años, sin embargo, nunca se afilió al Partido Comunista y fue un duro crítico del estalinismo. A su manera, Berger fue algo así como el último artista comunista.
Berger arrancó su carrera como artista y crítico de arte y luego fue volcándose hacia la narrativa, en donde confluían sus intereses por la política y el arte. Fue también dramaturgo y guionista de cine.
Con su estilo y su forma de escribir y criticar las artes plásticas (a través de sus libros Mirar y Modos de ver, así como sus programas en la BBC), conmovió a generaciones de lectores y de escritores, a quienes ayudó a entender y percibir el arte de otra manera.
Al despedirlo en las redes, la escritora Jeanette Winterson dijo que Berger era "una fuente de energía en un mundo agotado". Berger fue también autor de novelas notables como G (ganadora del Booker Prize), Hacia la Boda y Lila y Flag. Uno de sus últimos textos, Rondó para Beverly (por el Rondó para piano n° 2 de Beethoven), fue un breve trabajo compartido con su hijo Yves, quien hizo las ilustraciones para esa elegía hermosa en homenaje a su mujer, quien murió de cáncer en 2013 y con quien vivió por décadas, desde que en los 60 abandonaron Génova para irse a los Alpes.
Allí, Berger reflexiona sobre el amor, sobre la pareja, sobre la ausencia: "La belleza de tu valentía te acompañó hasta el final. Y, desafiando al tiempo, se ha quedado con nosotros. Llena el silencio".
La obra de Berger es una suerte de testimonio de un mundo que va desapareciendo.
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Miraba el mundo y lo escribía con los ojos del arte. Sus lectores, después de leer sus textos, conseguían mirar todo de otra manera. John Berger escribió sobre la vida y la belleza posiblemente como nadie antes ni después, sus textos eran pura reflexión sobre la luz y la oscuridad de la vida y de las obras de arte y los modos de componer esas obras.
Comenzó pintando y poco a poco trasladó su inquietud por dejar obra en base a las palabras. Tenía 90 años (había nacido en Londres el 5 de noviembre de 1926) y estaba viviendo en los suburbios de París, luego de vivir por años como un escritor campesino en Alta Saboya, en los Alpes franceses.
Fue marxista desde el comienzo y hasta el final y sus vehementes críticas al capitalismo fueron más enfáticas a medida que sumaba años, sin embargo, nunca se afilió al Partido Comunista y fue un duro crítico del estalinismo. A su manera, Berger fue algo así como el último artista comunista.
Berger arrancó su carrera como artista y crítico de arte y luego fue volcándose hacia la narrativa, en donde confluían sus intereses por la política y el arte. Fue también dramaturgo y guionista de cine.
Con su estilo y su forma de escribir y criticar las artes plásticas (a través de sus libros Mirar y Modos de ver, así como sus programas en la BBC), conmovió a generaciones de lectores y de escritores, a quienes ayudó a entender y percibir el arte de otra manera.
Al despedirlo en las redes, la escritora Jeanette Winterson dijo que Berger era "una fuente de energía en un mundo agotado". Berger fue también autor de novelas notables como G (ganadora del Booker Prize), Hacia la Boda y Lila y Flag. Uno de sus últimos textos, Rondó para Beverly (por el Rondó para piano n° 2 de Beethoven), fue un breve trabajo compartido con su hijo Yves, quien hizo las ilustraciones para esa elegía hermosa en homenaje a su mujer, quien murió de cáncer en 2013 y con quien vivió por décadas, desde que en los 60 abandonaron Génova para irse a los Alpes.
Allí, Berger reflexiona sobre el amor, sobre la pareja, sobre la ausencia: "La belleza de tu valentía te acompañó hasta el final. Y, desafiando al tiempo, se ha quedado con nosotros. Llena el silencio".
La obra de Berger es una suerte de testimonio de un mundo que va desapareciendo.