Joaquín "El Chapo" Guzmán enfrentará lo que Pablo Escobar siempre esquivó: la cárcel en EEUU
El líder del Cártel de Sinaloa fue extraditado este jueves luego de años de burlar la seguridad en México. El capo narco colombiano, en cambio, pagó con su vida su intento de no caer en manos norteamericanas
Infobae
Las comparaciones entre Joaquín "El Chapo" Guzmán y Pablo Escobar resultan inevitables. Ambos pusieron en jaque la seguridad e integridad de México y Colombia, respectivamente, a través de asesinatos, tráfico de drogas y corrupción. Pero detrás de la frialdad que mostraron los dos capos narcos en sus actos, ambos tuvieron siempre el mismo temor: terminar sus días en una prisión de Estados Unidos.
Escobar, líder del cártel de Medellín y máximo capo narco de la historia, logró esquivar ese deseo de las autoridades norteamericanas. Pero terminó pagando con su vida el 2 de diciembre de 1993.
"Preferimos una tumba en Colombia a una cárcel en Estados Unidos". Ese fue el principal lema del capo narco colombiano en tiempos en que su organización comenzaba a tambalear ante la presión del Gobierno y las Fuerzas armadas.
Incluso llegó a conformar el grupo "Los Extraditables", que se encargó de llevar al extremo la violencia en el país durante la década de 1980. Murieron periodistas, candidatos presidenciales, diputados y senadores, y hasta fue tomada e incendiada la Corte Supremo.
Cuando se vio cercado por el Gobierno y la Justicia, Escobar finalmente negoció con el Ejecutivo en 1991. El acuerdo era entregarse a cambio de no ser extraditado. El Gobierno cedió y ordenó, por decreto, la prohibición para extraditar a sus ciudadanos.
Fiel a su estilo, el líder del cártel de Medellín no estuvo recluido en una prisión común y corriente. Estuvo en la cárcel conocida como "La Catedral", donde compartió celda con sus colaboradores y gozaba de toda clase de lujos.
Pero su detención no duró mucho tiempo. Ante las constantes presiones de Estados Unidos para que el gobierno de Colombia extraditara al por entonces narcotraficante más buscado del mundo, Escobar escapó. Dos años después, cumplió con su palabra. Prefirió la muerte a una prisión norteamericana. El 2 de diciembre de 1993 fue abatido por las fuerzas colombianas cuando intentaba escapar de su refugio.
Desde 1997, Colombia retomó la extradición como una herramienta para combatir al narcotráfico.
La historia de Guzmán es similar, pero con final diferente. Hasta su última detención, el pasado 8 de enero de 2016, los diferentes gobiernos de turno se negaron a extraditar a Estados Unidos al líder del cártel de Sinaloa, quien ya había sido capturado en dos ocasiones, y en ambas logró escapar. La primera fue en 1993, cuando fue detenido en Guatemala. Ocho años después, en 2001, logró escapar oculto en un carro de lavandería.
Permaneció 13 años prófugo hasta que el 22 de febrero de 2014 fue encontrado por las autoridades en una residencia de Mazatlán. Pero el 11 de julio de 2015 burló la seguridad del penal El Altiplano y volvió a darse a la fuga, dejando en ridículo una vez más al gobierno mexicano.
En las dos oportunidades, Estados Unidos exigió su extradición, la cual fue denegada por las autoridades mexicanas.
El Gobierno no quiso caer con la misma piedra, y tras su recaptura el 8 de enero de 2016, inició rápidamente el proceso de extradición.
Durante estos 13 meses, el mensaje de "El Chapo" a su equipo de abogados fue claro: no terminar en una prisión norteamericana. Pese a todos los esfuerzos de sus defensores, lo que más temió se volvió realidad este jueves.
Después de que la Suprema Corte rechazara los dos amparos que interpuso la defensa del capo narco, para evitar su extradición, el gobierno de Enrique Peña Nieto confirmó que el jefe del cártel de Sinaloa ya se encuentra en manos de las autoridades norteamericanas.
Escobar y Guzmán montaron dos estructuras narcotraficantes que lograron sembrar terror y violencia en Colombia y México. Ambas llegaron hasta las últimas consecuencias para evitar su gran temor. Uno de ellos logró esquivarlo, pero pagó con su vida. El otro, en cambio, no logró evitarlo y ahora deberá rendir cuentas en tierras norteamericanas donde enfrenta diferentes cargos en seis estados.
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Las comparaciones entre Joaquín "El Chapo" Guzmán y Pablo Escobar resultan inevitables. Ambos pusieron en jaque la seguridad e integridad de México y Colombia, respectivamente, a través de asesinatos, tráfico de drogas y corrupción. Pero detrás de la frialdad que mostraron los dos capos narcos en sus actos, ambos tuvieron siempre el mismo temor: terminar sus días en una prisión de Estados Unidos.
Escobar, líder del cártel de Medellín y máximo capo narco de la historia, logró esquivar ese deseo de las autoridades norteamericanas. Pero terminó pagando con su vida el 2 de diciembre de 1993.
"Preferimos una tumba en Colombia a una cárcel en Estados Unidos". Ese fue el principal lema del capo narco colombiano en tiempos en que su organización comenzaba a tambalear ante la presión del Gobierno y las Fuerzas armadas.
Incluso llegó a conformar el grupo "Los Extraditables", que se encargó de llevar al extremo la violencia en el país durante la década de 1980. Murieron periodistas, candidatos presidenciales, diputados y senadores, y hasta fue tomada e incendiada la Corte Supremo.
Cuando se vio cercado por el Gobierno y la Justicia, Escobar finalmente negoció con el Ejecutivo en 1991. El acuerdo era entregarse a cambio de no ser extraditado. El Gobierno cedió y ordenó, por decreto, la prohibición para extraditar a sus ciudadanos.
Fiel a su estilo, el líder del cártel de Medellín no estuvo recluido en una prisión común y corriente. Estuvo en la cárcel conocida como "La Catedral", donde compartió celda con sus colaboradores y gozaba de toda clase de lujos.
Pero su detención no duró mucho tiempo. Ante las constantes presiones de Estados Unidos para que el gobierno de Colombia extraditara al por entonces narcotraficante más buscado del mundo, Escobar escapó. Dos años después, cumplió con su palabra. Prefirió la muerte a una prisión norteamericana. El 2 de diciembre de 1993 fue abatido por las fuerzas colombianas cuando intentaba escapar de su refugio.
Desde 1997, Colombia retomó la extradición como una herramienta para combatir al narcotráfico.
La historia de Guzmán es similar, pero con final diferente. Hasta su última detención, el pasado 8 de enero de 2016, los diferentes gobiernos de turno se negaron a extraditar a Estados Unidos al líder del cártel de Sinaloa, quien ya había sido capturado en dos ocasiones, y en ambas logró escapar. La primera fue en 1993, cuando fue detenido en Guatemala. Ocho años después, en 2001, logró escapar oculto en un carro de lavandería.
Permaneció 13 años prófugo hasta que el 22 de febrero de 2014 fue encontrado por las autoridades en una residencia de Mazatlán. Pero el 11 de julio de 2015 burló la seguridad del penal El Altiplano y volvió a darse a la fuga, dejando en ridículo una vez más al gobierno mexicano.
En las dos oportunidades, Estados Unidos exigió su extradición, la cual fue denegada por las autoridades mexicanas.
El Gobierno no quiso caer con la misma piedra, y tras su recaptura el 8 de enero de 2016, inició rápidamente el proceso de extradición.
Durante estos 13 meses, el mensaje de "El Chapo" a su equipo de abogados fue claro: no terminar en una prisión norteamericana. Pese a todos los esfuerzos de sus defensores, lo que más temió se volvió realidad este jueves.
Después de que la Suprema Corte rechazara los dos amparos que interpuso la defensa del capo narco, para evitar su extradición, el gobierno de Enrique Peña Nieto confirmó que el jefe del cártel de Sinaloa ya se encuentra en manos de las autoridades norteamericanas.
Escobar y Guzmán montaron dos estructuras narcotraficantes que lograron sembrar terror y violencia en Colombia y México. Ambas llegaron hasta las últimas consecuencias para evitar su gran temor. Uno de ellos logró esquivarlo, pero pagó con su vida. El otro, en cambio, no logró evitarlo y ahora deberá rendir cuentas en tierras norteamericanas donde enfrenta diferentes cargos en seis estados.