El atacante que mató a 39 personas en una discoteca en Estambul sigue huido

Un hombre abrió fuego durante una fiesta de Año Nuevo junto al Bósforo. Dieciséis de los muertos son extranjeros. Hay decenas de heridos

Marga Zambrana
Estambul, El País
Turquía se encuentra en estado de shock después de iniciar 2017 con un nuevo atentado que dejó al menos 39 muertos y 69 heridos. En la madrugada del domingo un atacante, aún a la fuga al cierre de esta edición, accedió a la exclusiva sala de fiestas Reina, en la orilla europea del Bósforo, y ametralló a bocajarro a los más de 500 asistentes de la élite secular que celebraban la llegada del nuevo año. Ningún grupo ha asumido hasta el momento el vigésimo ataque que sufre el país en un año. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, aseguró que se trata de un nuevo embate terrorista contra su país.


Las fuerzas de seguridad buscaban este domingo al atacante, cuya identidad se desconoce, por el distrito de Besiktas, al que pertenece el vecindario de Ortaköy, donde está ubicado el club. Helicópteros sobrevolaban la zona, acompañando el despliegue de miles de efectivos policiales hasta el vecino distrito de Beyoglu, el corazón económico de la ciudad, donde se ubica la plaza Taksim. La masacre asestó un nuevo golpe a Turquía, enfrascada en varios frentes militares a ambos lados de la frontera turco-siria, y objetivo claro de las milicias kurdas y de la cúpula del Estado Islámico (ISIS, en sus siglas en inglés), como lo atestiguan los más de 300 muertos en atentados durante 2016.

Entre las víctimas mortales hay una joven israelí, un libanés, un belga y tres indios. Entre los heridos hospitalizados hay al menos 24 extranjeros, entre ellos saudíes, marroquíes, libaneses y libios, según la última actualización de las autoridades turcas. El primer ministro turco, Binali Yildirim, señaló que tres de los heridos se encontraban este domingo en estado crítico.

El presidente Erdogan condenó el ataque terrorista de Estambul y prometió ser implacable con los autores. Estambul, como la mayoría de grandes ciudades europeas, estaba en alerta ante la posibilidad de nuevos atentados durante las fiestas navideñas tras el cometido en Berlín el pasado 19 de diciembre. Tal era así que la ciudad turca tenía desplegados a 17.000 policías para velar por la seguridad en Nochevieja. Unas medidas de seguridad que no impidieron el atentado.

El Gobierno inició antes del golpe de Estado fallido del pasado julio una reforma que diezmó los efectivos policiales, lo que ha abierto un flanco débil porque se ha perdido buena parte de la inteligencia de seguridad y militar.

Según el gobernador de la metrópolis de Estambul, Vasip Sahin, el atacante accedió a la sala a la 1.15 de la madrugada (23.15, hora de la España peninsular) después de disparar con su arma al policía que protegía la entrada y a un civil. Tras ametrallar de forma indiscriminada a los asistentes que celebraban el año nuevo, el atacante logró escapar de la escena del crimen y dejó en el suelo de la discoteca el arma, un Kaláshnikov AK-47, donde yacían heridos y fallecidos, junto a charcos de sangre.

Algunos testigos, como Mehmet Dag, de 22 años, que grabó con su móvil el ataque desde el exterior, vieron cómo el asaltante disparaba contra varias personas en la calle y luego accedía a la sala. Una vez dentro se escucharon disparos y una explosión, según un vídeo difundido en la Red.

Las autoridades no confirmaron la explosión, pero sí desmintieron que el asaltante fuera disfrazado de Santa Claus, como divulgó la prensa local en un primer momento. “He escuchado en diversos lugares que el terrorista llevaba supuestamente un disfraz de Santa Claus y entró en la sala e hizo esto. Esto no es cierto”, señaló el primer ministro Yildirim a los periodistas tras visitar en el Hospital Liv de Besiktas a los heridos del atentado.

“El atacante dejó el lugar de la escena aprovechando el caos para huir. Nuestras fuerzas policiales están sobre el terreno. Todas las posibilidades están siendo evaluadas”, agregó Yildirim.
El ministro del Interior turco, Suleyman Soylu. ATLAS

En el último año, Turquía ha sido objetivo de más de una veintena de atentados terroristas, a manos de radicales islamistas del Estado Islámico (ISIS, en sus siglas en inglés) y de milicias kurdas, que han causado alrededor de 300 muertes. Aunque ninguno de estos grupos ha asumido la autoría del ataque del club Reina, el analista de seguridad Nihat Ali Özcan señaló a este diario que reúne las características y el modus operandi de grupos radicales islamistas como el ISIS.

“El ataque no me sorprendió, porque el Daesh [acrónimo árabe del ISIS] es muy activo en Irak y en Siria y en los últimos años todos estos terroristas han pasado por Turquía, incluidos los de Jabhat Al Nusra (filial de al Qaeda en Siria). En Turquía hay numerosos objetivos disponibles para el Daesh, muchos extranjeros, y turistas, y compañías extranjeras", explicó Özcan. Apenas hace una semana, el líder del ISIS, Abubaker al Bagdadi, publicó una misiva en árabe incitando a ataques yihadistas en Turquía, que está llevando a cabo una ofensiva contra el ISIS en la localidad siria de El Bab. “El ISIS puede estar contraatacando contra objetivos débiles en Turquía”, señaló Özcan.

Aunque el analista no descartó que el atacante pueda tratarse de un lobo solitario inspirado por grupos religiosos, considera imposible que haya actuado sin cómplices.

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