China se proyecta como baluarte del orden mundial en “tiempos inciertos”
Pekín avanza sus pasos para ocupar el vacío que dejará el nuevo proteccionismo estadounidense
Macarena Vidal Liy
Pekín, El País
En una de las últimas actividades del Gobierno chino antes de la pausa por el Año Nuevo lunar, el primer ministro, Li Keqiang, habló por teléfono con la canciller alemana, Angela Merkel. El mensaje: que ambos países deben garantizar la estabilidad del sistema económico internacional ante los actuales “momentos de incertidumbre” en el mundo. Unos tiempos que se han precipitado con la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump y que han abierto una oportunidad a Pekín para dibujarse como baluarte del orden mundial.
Ya había sentado las bases el presidente chino, Xi Jinping, en su discurso en Davos apenas tres días antes de la investidura de Trump en Washington, cuando lanzó una encendida defensa de la globalización económica, el libre comercio y la lucha contra el cambio climático.
Y el propio Li defendía, en un artículo para Bloomberg Businessweek, que China “ofrece un ancla de estabilidad y crecimiento con su mensaje consistente de apoyo a las reformas, apertura y libre comercio”. “Seguimos convencidos de que la apertura económica beneficia a todos, en casa y en el exterior”.
Durante su mandato, Xi Jjinping se ha convertido en uno de los líderes chinos más viajeros de su historia reciente. En momentos en los que la ONU aparece desgastada, ha ofrecido apoyo, financiación y tropas. Ha sido anfitrión de la cumbre anual del G-20, ha propuesto nuevos acuerdos comerciales, ha creado un nuevo banco de desarrollo —el BAII— y quiere desarrollar una red de infraestructuras que conecte China con Occidente, la “Nueva Ruta de la Seda”.
Pero hasta ahora nunca China se había propuesto de manera tan explícita como líder global alternativo. Pekín asegura que no es un papel que haya buscado: si en 2008 la crisis financiera le convirtió en protagonista de la economía mundial, ahora la declaración de “América Primero” de Trump ha forzado los acontecimientos. “No es que China haya querido adelantarse corriendo, sino que los que estaban delante han dado un paso atrás y le han dejado el puesto a China”, declaraba esta semana el director de Economía Internacional del Ministerio de Exteriores, Zhang Jun. En cualquier caso, ha precisado Zhang, “si se requiere que China adopte ese papel de liderazgo, China asumirá sus responsabilidades”.
Los proyectos de pactos comerciales propuestos por China —conocidas por las iniciales RCEP y FTAAP— languidecían frente al TPP hasta que Trump ha firmado una orden ejecutiva que retira a EE UU de ese tratado que la Administración Obama impulsó como clave para apuntalar la influencia de su país en Asia-Pacífico. Ahora el interés en ellos se ha visto renovado; y países como Australia sugieren que China sería bienvenida en el TPP.
“Es preferible, muy preferible, que los países intercambien bienes y servicios y se vinculen mediante alianzas de inversión que intercambiar comentarios sardónicos y construir barreras”, sostiene Li en su artículo.
Pekín tiene previsto organizar en mayo una cumbre por todo lo alto con los países interesados en la “Nueva Ruta de la Seda”, en una iniciativa para promover su sector de infraestructuras y para exhibir músculo diplomático.
Además de sus garantías comerciales, el Gobierno de Xi Jinping asegura que también mantendrá sus compromisos y su liderazgo en la lucha contra el cambio climático, frente al negacionismo de la nueva Administración de EE UU. “Mi presidente ha dejado claro, claro como el cristal, que China cumplirá su parte”, ha dicho el director de Organizaciones y Conferencias Internacionales del Ministerio de Exteriores, Li Junhua, citado por Reuters.
Este nuevo protagonismo global representa un refuerzo muy bienvenido para Xi, que, en el terreno interno, encara el próximo otoño una delicada renovación de las estructuras de mando del régimen en el 19º Congreso del Partido Comunista de China.
Pero las proclamaciones de apoyo al orden internacional no dejan de ser contradictorias. Las reformas económicas que Xi ha prometido aún no se han materializado, en su mayoría. Las cámaras de comercio extranjeras señalan que, pese a las palabras de apoyo al libre comercio, China aún protege amplios sectores de su economía interna.
Las alabanzas a la conectividad que el presidente chino pronunció en Davos encuentran una China donde existe la censura e Internet se encuentra férreamente controlado. Reporteros Sin Fronteras sitúa al país en el puesto 176, de un total de 180, en cuanto a libertad de prensa. Mientras el presidente hablaba en Suiza, se divulgaba el testimonio del abogado de derechos humanos Xie Yang sobre las torturas padecidas en su detención.
Y sus llamamientos a la cooperación pueden verse puestos a prueba si Trump y su equipo cumplen sus promesas hacia Pekín: imponer aranceles del 45%, bloquear el acceso a las islas artificiales en el mar del Sur de China que este país considera parte de su territorio y abandonar la política de “Una Sola China” en favor de Taiwán si el Gobierno de Xi no hace concesiones por su parte
Hasta el momento, Pekín se ha limitado a reclamar a Washington que tenga cuidado. “Unas relaciones sanas, estables y desarrolladas entre China y EE. UU. benefician a ambos pueblos y a todo el mundo”, ha declarado la portavoz de Exteriores Hua Chunying.
Macarena Vidal Liy
Pekín, El País
En una de las últimas actividades del Gobierno chino antes de la pausa por el Año Nuevo lunar, el primer ministro, Li Keqiang, habló por teléfono con la canciller alemana, Angela Merkel. El mensaje: que ambos países deben garantizar la estabilidad del sistema económico internacional ante los actuales “momentos de incertidumbre” en el mundo. Unos tiempos que se han precipitado con la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump y que han abierto una oportunidad a Pekín para dibujarse como baluarte del orden mundial.
Ya había sentado las bases el presidente chino, Xi Jinping, en su discurso en Davos apenas tres días antes de la investidura de Trump en Washington, cuando lanzó una encendida defensa de la globalización económica, el libre comercio y la lucha contra el cambio climático.
Y el propio Li defendía, en un artículo para Bloomberg Businessweek, que China “ofrece un ancla de estabilidad y crecimiento con su mensaje consistente de apoyo a las reformas, apertura y libre comercio”. “Seguimos convencidos de que la apertura económica beneficia a todos, en casa y en el exterior”.
Durante su mandato, Xi Jjinping se ha convertido en uno de los líderes chinos más viajeros de su historia reciente. En momentos en los que la ONU aparece desgastada, ha ofrecido apoyo, financiación y tropas. Ha sido anfitrión de la cumbre anual del G-20, ha propuesto nuevos acuerdos comerciales, ha creado un nuevo banco de desarrollo —el BAII— y quiere desarrollar una red de infraestructuras que conecte China con Occidente, la “Nueva Ruta de la Seda”.
Pero hasta ahora nunca China se había propuesto de manera tan explícita como líder global alternativo. Pekín asegura que no es un papel que haya buscado: si en 2008 la crisis financiera le convirtió en protagonista de la economía mundial, ahora la declaración de “América Primero” de Trump ha forzado los acontecimientos. “No es que China haya querido adelantarse corriendo, sino que los que estaban delante han dado un paso atrás y le han dejado el puesto a China”, declaraba esta semana el director de Economía Internacional del Ministerio de Exteriores, Zhang Jun. En cualquier caso, ha precisado Zhang, “si se requiere que China adopte ese papel de liderazgo, China asumirá sus responsabilidades”.
Los proyectos de pactos comerciales propuestos por China —conocidas por las iniciales RCEP y FTAAP— languidecían frente al TPP hasta que Trump ha firmado una orden ejecutiva que retira a EE UU de ese tratado que la Administración Obama impulsó como clave para apuntalar la influencia de su país en Asia-Pacífico. Ahora el interés en ellos se ha visto renovado; y países como Australia sugieren que China sería bienvenida en el TPP.
“Es preferible, muy preferible, que los países intercambien bienes y servicios y se vinculen mediante alianzas de inversión que intercambiar comentarios sardónicos y construir barreras”, sostiene Li en su artículo.
Pekín tiene previsto organizar en mayo una cumbre por todo lo alto con los países interesados en la “Nueva Ruta de la Seda”, en una iniciativa para promover su sector de infraestructuras y para exhibir músculo diplomático.
Además de sus garantías comerciales, el Gobierno de Xi Jinping asegura que también mantendrá sus compromisos y su liderazgo en la lucha contra el cambio climático, frente al negacionismo de la nueva Administración de EE UU. “Mi presidente ha dejado claro, claro como el cristal, que China cumplirá su parte”, ha dicho el director de Organizaciones y Conferencias Internacionales del Ministerio de Exteriores, Li Junhua, citado por Reuters.
Este nuevo protagonismo global representa un refuerzo muy bienvenido para Xi, que, en el terreno interno, encara el próximo otoño una delicada renovación de las estructuras de mando del régimen en el 19º Congreso del Partido Comunista de China.
Pero las proclamaciones de apoyo al orden internacional no dejan de ser contradictorias. Las reformas económicas que Xi ha prometido aún no se han materializado, en su mayoría. Las cámaras de comercio extranjeras señalan que, pese a las palabras de apoyo al libre comercio, China aún protege amplios sectores de su economía interna.
Las alabanzas a la conectividad que el presidente chino pronunció en Davos encuentran una China donde existe la censura e Internet se encuentra férreamente controlado. Reporteros Sin Fronteras sitúa al país en el puesto 176, de un total de 180, en cuanto a libertad de prensa. Mientras el presidente hablaba en Suiza, se divulgaba el testimonio del abogado de derechos humanos Xie Yang sobre las torturas padecidas en su detención.
Y sus llamamientos a la cooperación pueden verse puestos a prueba si Trump y su equipo cumplen sus promesas hacia Pekín: imponer aranceles del 45%, bloquear el acceso a las islas artificiales en el mar del Sur de China que este país considera parte de su territorio y abandonar la política de “Una Sola China” en favor de Taiwán si el Gobierno de Xi no hace concesiones por su parte
Hasta el momento, Pekín se ha limitado a reclamar a Washington que tenga cuidado. “Unas relaciones sanas, estables y desarrolladas entre China y EE. UU. benefician a ambos pueblos y a todo el mundo”, ha declarado la portavoz de Exteriores Hua Chunying.