Obama acusa a los republicanos de Trump de dar alas a Putin
El presidente saliente se defiende ante las acusaciones de inacción ante Rusia y en Siria
Marc Bassets
Washington, El País
Barack Obama señaló este viernes al Partido Republicano de Donald Trump por su actitud complaciente ante la Rusia de Vladímir Putin, responsable, según los servicios de inteligencia estadounidenses, de una serie de ciberataques destinados a influir en las últimas elecciones presidenciales en favor de Trump. En la última rueda de prensa del año, y quizá de su presidencia, el demócrata Obama se defendió de las acusaciones por haberse inhibido ante los ataques rusos. Y acusó de dar alas a Putin a los que en EE UU cuestionan valores como la libertad de prensa o el respeto a las diferencias.
“Ronald Reagan se revolvería en su tumba”, dijo el presidente saliente tras mencionar a los actuales republicanos que aplauden a Putin. En los años ochenta, durante la última fase de la Guerra Fría, el presidente republicano Reagan plantó ante la Unión Soviética con un discurso patriótico y anticomunista.
Fue una rueda de prensa de casi una hora y media, dialéctica y discursiva. Obama intentó hacer un balance positivo de sus ocho años de presidencia. Pero terminó admitiendo su frustración en asuntos que van desde la polarización política del país a la guerra civil en Siria o al mal estado en el que el Partido Demócrata queda tras las elecciones. Trump jurará el cargo el 20 de enero.
La coincidencia, en una misma semana, de la publicación de nuevos indicios sobre la interferencia rusa en la campaña, y la caída de la ciudad siria de Alepo tras el violento cerco de las fuerzas de Bachar el Asad, apoyadas por Rusia, expone un rasgo de Obama: su carácter dubitativo, sus esfuerzos por ser ecuánime, sus dificultades para tomar decisiones cuando ninguna solución es idónea.
“Siempre me siento responsable”, dijo en alusión a Alepo y la guerra en Siria, en la que, ante la parálisis de la primera potencia mundial, han muerto unas 400.000 personas en casi seis años de guerra. El presidente justificó que soluciones alternativas como una invasión terrestre no eran deseables. Pero añadió: “No puedo argumentar que hayamos tenido éxito. Es algo con lo que me acuesto cada noche, como ocurre con muchas cosas y problemas en el mundo".
El mismo reproche —la inacción ante las situaciones de crisis— le persigue en el caso del robo y distribución, por parte de Rusia, de miles de correos electrónicos del Partido Demócrata y del equipo de su candidata, Hillary Clinton, durante la campaña para las elecciones del 8 de noviembre.
Obama apuntó a Putin, sin pronunciar su nombre, como el más alto responsable del hackeo. El mismo viernes, The Washington Post publicó que el FBI suscribe la tesis de la CIA según la cual objetivo de la operación rusa era ayudar a Trump en la campaña.
El presidente se defendió de la acusación de pasividad explicando que en septiembre, en una cumbre en China, instó a Putin a detener los ataques, y que desde entonces no hubo más intrusiones. Dijo que en plena campaña electoral quiso mantener un tono bajo para evitar cuestionar el proceso y evitar que pareciese que favorecía a un candidato. Y recordó, en contra de lo que afirma Trump, que los datos sobre el pirateo informático ya se hicieron públicos a principios de octubre, un mes antes de las elecciones, en un comunicado suscrito por los servicios de espionaje.
“Creo que lo gestionamos de la manera que debíamos hacerlo”, dijo. “Todo el mundo tuvo la información”.
Su argumento va más allá. Rusia, en su opinión, no debería ser capaz de cambiar a EE UU o debilitarlo. “Son un país más pequeño, son un país más débil, su economía no produce nada que nadie quiera excepto petróleo, gas y armamento. No innovan”, dijo.
Pero Rusia, continuó, puede golpear a EE UU si EE UU pierde sus valores, si empieza a aceptar ideas como la de que “es correcto intimidar a la prensa, o encerrar a disidentes, o discriminar a las personas por su fe o por su aspecto”. Todo esto son argumentos que Trump o sus colaboradores esgrimieron durante la campaña electoral. El propio Trump elogió a Putin y llegó a animar a Rusia a piratear los correos de Clinton. El presidente citó un sondeo según el cual un tercio de los votantes republicanos —¡el partido de Reagan! ¡el de los halcones antisoviéticos!— ven con buenos ojos al exagente de la KGB Putin.
“Lo que más me preocupa”, dijo Obama, “es el grado en el que, debido a la batalla partidista, empezamos a ver gente en el Partido Republicano que de repente piensan que están bien un gobierno, o individuos que son contrarios a todo lo que defendemos, sólo porque no nos gustan los demócratas”.
No citó a Trump por su nombre: el presidente quería mantener el respeto institucional. Pero no hacía falta. Todo se entendió.
Marc Bassets
Washington, El País
Barack Obama señaló este viernes al Partido Republicano de Donald Trump por su actitud complaciente ante la Rusia de Vladímir Putin, responsable, según los servicios de inteligencia estadounidenses, de una serie de ciberataques destinados a influir en las últimas elecciones presidenciales en favor de Trump. En la última rueda de prensa del año, y quizá de su presidencia, el demócrata Obama se defendió de las acusaciones por haberse inhibido ante los ataques rusos. Y acusó de dar alas a Putin a los que en EE UU cuestionan valores como la libertad de prensa o el respeto a las diferencias.
“Ronald Reagan se revolvería en su tumba”, dijo el presidente saliente tras mencionar a los actuales republicanos que aplauden a Putin. En los años ochenta, durante la última fase de la Guerra Fría, el presidente republicano Reagan plantó ante la Unión Soviética con un discurso patriótico y anticomunista.
Fue una rueda de prensa de casi una hora y media, dialéctica y discursiva. Obama intentó hacer un balance positivo de sus ocho años de presidencia. Pero terminó admitiendo su frustración en asuntos que van desde la polarización política del país a la guerra civil en Siria o al mal estado en el que el Partido Demócrata queda tras las elecciones. Trump jurará el cargo el 20 de enero.
La coincidencia, en una misma semana, de la publicación de nuevos indicios sobre la interferencia rusa en la campaña, y la caída de la ciudad siria de Alepo tras el violento cerco de las fuerzas de Bachar el Asad, apoyadas por Rusia, expone un rasgo de Obama: su carácter dubitativo, sus esfuerzos por ser ecuánime, sus dificultades para tomar decisiones cuando ninguna solución es idónea.
“Siempre me siento responsable”, dijo en alusión a Alepo y la guerra en Siria, en la que, ante la parálisis de la primera potencia mundial, han muerto unas 400.000 personas en casi seis años de guerra. El presidente justificó que soluciones alternativas como una invasión terrestre no eran deseables. Pero añadió: “No puedo argumentar que hayamos tenido éxito. Es algo con lo que me acuesto cada noche, como ocurre con muchas cosas y problemas en el mundo".
El mismo reproche —la inacción ante las situaciones de crisis— le persigue en el caso del robo y distribución, por parte de Rusia, de miles de correos electrónicos del Partido Demócrata y del equipo de su candidata, Hillary Clinton, durante la campaña para las elecciones del 8 de noviembre.
Obama apuntó a Putin, sin pronunciar su nombre, como el más alto responsable del hackeo. El mismo viernes, The Washington Post publicó que el FBI suscribe la tesis de la CIA según la cual objetivo de la operación rusa era ayudar a Trump en la campaña.
El presidente se defendió de la acusación de pasividad explicando que en septiembre, en una cumbre en China, instó a Putin a detener los ataques, y que desde entonces no hubo más intrusiones. Dijo que en plena campaña electoral quiso mantener un tono bajo para evitar cuestionar el proceso y evitar que pareciese que favorecía a un candidato. Y recordó, en contra de lo que afirma Trump, que los datos sobre el pirateo informático ya se hicieron públicos a principios de octubre, un mes antes de las elecciones, en un comunicado suscrito por los servicios de espionaje.
“Creo que lo gestionamos de la manera que debíamos hacerlo”, dijo. “Todo el mundo tuvo la información”.
Su argumento va más allá. Rusia, en su opinión, no debería ser capaz de cambiar a EE UU o debilitarlo. “Son un país más pequeño, son un país más débil, su economía no produce nada que nadie quiera excepto petróleo, gas y armamento. No innovan”, dijo.
Pero Rusia, continuó, puede golpear a EE UU si EE UU pierde sus valores, si empieza a aceptar ideas como la de que “es correcto intimidar a la prensa, o encerrar a disidentes, o discriminar a las personas por su fe o por su aspecto”. Todo esto son argumentos que Trump o sus colaboradores esgrimieron durante la campaña electoral. El propio Trump elogió a Putin y llegó a animar a Rusia a piratear los correos de Clinton. El presidente citó un sondeo según el cual un tercio de los votantes republicanos —¡el partido de Reagan! ¡el de los halcones antisoviéticos!— ven con buenos ojos al exagente de la KGB Putin.
“Lo que más me preocupa”, dijo Obama, “es el grado en el que, debido a la batalla partidista, empezamos a ver gente en el Partido Republicano que de repente piensan que están bien un gobierno, o individuos que son contrarios a todo lo que defendemos, sólo porque no nos gustan los demócratas”.
No citó a Trump por su nombre: el presidente quería mantener el respeto institucional. Pero no hacía falta. Todo se entendió.