La destrucción de Alepo, en un mapa de la ONU
Los satélites permiten identificar 33.521 inmuebles que han quedado parcial o totalmente destruidos
Madrid
El País
La Alepo actual es una sombra de lo que era al inicio de la guerra civil siria: la mayor ciudad y el corazón económico del país. Durante más de 4.000 años, hititas, asirios, árabes, mamelucos, mongoles y otomanos han recorrido las calles de la milenaria ciudad. Allí se han batido durante los últimos más de cuatro años opositores armados y soldados regulares sirios en un frente que ha permanecido mayormente estanco. Tras la acumulación de victorias en la periferia de Damasco y amparados por la aviación rusa desde el aire y milicias aliadas —principalmente libanesas, iraquíes e iraníes— que suplen la falta de efectivos en tierra, el pasado 15 de noviembre el Ejército sirio dio el asalto final.
Alepo se mantuvo al margen de las primeras revueltas contra el régimen de Bachar el Asad en 2011, que tuvieron el foco en la zona sur del país y en las localidades de mayoría kurda. Cuando la revolución se tornó en una cruenta guerra, Alepo se convirtió en la madre de las batallas. En julio de 2012 los insurgentes ya controlaban prácticamente la mitad de la urbe, situación que se prolongaría durante más de cuatro años.
Imágenes grabadas con un dron muestran la envergadura de la destrucción en el Alepo oriental tras más de mil días de fuego de artillería y de bombardeos constantes. La guerra no solo ha alterado la fisionomía de la segunda mayor ciudad del país: la composición de su población también ha cambiado. Miles de desplazados, campesinos y clase obrera, han llegado de la campiña huyendo de los combates y del avance del Estado Islámico, situado a menos de diez kilómetros del centro de la ciudad.
La intervención masiva de aviones de combate de Rusia desde septiembre de 2015 dio un vuelco a la guerra en favor del régimen de El Asad, que ha contado en el frente terrestre con apoyo de las milicias chiíes de Irán, Líbano, Irak y Afganistán. Los rebeldes han tenido el constante respaldo en armas y dinero de Turquía, Arabia Saudí y las monarquías del Golfo, así como de Estados Unidos.
La conquista de Alepo es la mayor victoria militar de Bachar el Asad desde el inicio de la guerra en Siria, hace más de cinco años. El presidente ha anunciado que su intención ahora es buscar un "proceso político" para pacificar el país.
La guerra civil desatada tras las revueltas contra el régimen de marzo de 2011 se ha cobrado la vida de al menos 310.000 personas, de las que 90.000 eran civiles, incluidos 16.000 niños, según los datos recabados por la red de informadores sobre el terreno de la ONG Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, sita en Reino Unido. El Centro Sirio para Investigación Política (SCPR, en sus siglas en inglés) eleva la cifra de muertos a casi medio millón.
Madrid
El País
La Alepo actual es una sombra de lo que era al inicio de la guerra civil siria: la mayor ciudad y el corazón económico del país. Durante más de 4.000 años, hititas, asirios, árabes, mamelucos, mongoles y otomanos han recorrido las calles de la milenaria ciudad. Allí se han batido durante los últimos más de cuatro años opositores armados y soldados regulares sirios en un frente que ha permanecido mayormente estanco. Tras la acumulación de victorias en la periferia de Damasco y amparados por la aviación rusa desde el aire y milicias aliadas —principalmente libanesas, iraquíes e iraníes— que suplen la falta de efectivos en tierra, el pasado 15 de noviembre el Ejército sirio dio el asalto final.
Alepo se mantuvo al margen de las primeras revueltas contra el régimen de Bachar el Asad en 2011, que tuvieron el foco en la zona sur del país y en las localidades de mayoría kurda. Cuando la revolución se tornó en una cruenta guerra, Alepo se convirtió en la madre de las batallas. En julio de 2012 los insurgentes ya controlaban prácticamente la mitad de la urbe, situación que se prolongaría durante más de cuatro años.
Imágenes grabadas con un dron muestran la envergadura de la destrucción en el Alepo oriental tras más de mil días de fuego de artillería y de bombardeos constantes. La guerra no solo ha alterado la fisionomía de la segunda mayor ciudad del país: la composición de su población también ha cambiado. Miles de desplazados, campesinos y clase obrera, han llegado de la campiña huyendo de los combates y del avance del Estado Islámico, situado a menos de diez kilómetros del centro de la ciudad.
La intervención masiva de aviones de combate de Rusia desde septiembre de 2015 dio un vuelco a la guerra en favor del régimen de El Asad, que ha contado en el frente terrestre con apoyo de las milicias chiíes de Irán, Líbano, Irak y Afganistán. Los rebeldes han tenido el constante respaldo en armas y dinero de Turquía, Arabia Saudí y las monarquías del Golfo, así como de Estados Unidos.
La conquista de Alepo es la mayor victoria militar de Bachar el Asad desde el inicio de la guerra en Siria, hace más de cinco años. El presidente ha anunciado que su intención ahora es buscar un "proceso político" para pacificar el país.
La guerra civil desatada tras las revueltas contra el régimen de marzo de 2011 se ha cobrado la vida de al menos 310.000 personas, de las que 90.000 eran civiles, incluidos 16.000 niños, según los datos recabados por la red de informadores sobre el terreno de la ONG Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, sita en Reino Unido. El Centro Sirio para Investigación Política (SCPR, en sus siglas en inglés) eleva la cifra de muertos a casi medio millón.