Kim Jong-un ha purgado a 340 cargos desde que llegó al poder, según Seúl

Los servicios de inteligencia surcoreanos apuntan a un aumento de los castigos con el objetivo de reforzar la autoridad del dictador norcoreano

Xavier Fontdeglòria
Pekín, El País
Este viernes se cumplirá el quinto aniversario desde que Kim Jong-un llegó al poder en Corea del Norte, un cargo que heredó a finales de 2011 tras la muerte de su padre, Kim Jong-il. Durante este lustro el joven dictador ha purgado a 340 cargos del Gobierno, del Ejército o del Partido de los Trabajadores, decenas de los cuales han sido ejecutados, en lo que los servicios secretos de Corea del Sur consideran un aumento de los "actos brutales e inhumanos" con el objetivo de asentar el poder del joven líder.


Esta es una de las principales conclusiones del informe publicado este jueves por el Instituto de Estrategia de Seguridad Nacional surcoreano, un organismo dependiente de los servicios de inteligencia del país. Kim se abstuvo de ejecutar a altos cargos en los primeros meses de su mandato, sostiene la publicación, pero en los años siguientes ha mostrado "niveles extremos de brutalidad y crueldad".

"Matar a funcionarios de alto rango de ha convertido en una parte de la vida diaria del régimen", dice el texto. Entre los ejecutados de más relevancia están Jang Sung-thaek, tío del joven Kim y el entonces número dos del régimen por traición; Hyong Yong-col, exministro de Defensa por quedarse dormido durante un desfile militar; Choe Yong-gon, entonces vice primer ministro por estar en desacuerdo con la política forestal del dictador o Kim Yong-jin, antiguo responsable de la cartera de Educación, por sentarse de manera informal e irrespetuosa. Las ejecuciones se realizaron mediante métodos como el pelotón de fusilamiento o hasta con el uso de cañones antiaéreos.

De estas presuntas ejecuciones, Pyongyang solamente publicó en su momento el de Jang Sung-thaek. El resto procede de informaciones de los servicios secretos surcoreanos y no han sido confirmadas ni desmentidas por los medios estatales del país vecino. El secretismo sobre estos casos y la imposibilidad de que la prensa local o extranjera actúe libremente en el país hace prácticamente imposible verificar de forma independiente el contenido de estos informes elaborados por Corea del Sur, que en ocasiones ha errado: a principios de 2016 se anunció la muerte del exjefe del Estado Mayor norcoreano, Ri Yong-gil, pero un mes después reapareció en público. Lo mismo pasó con Han Kwang-san, responsable de Finanzas. La mayoría de los cargos de alto perfil que según Corea del Sur fueron ejecutados, sin embargo, no han vuelto a ser mencionados en los medios del régimen.

Aunque purgar no significa necesariamente ejecutar. Otros castigos son de carácter temporal y consisten en enviar a los funcionarios fuera de la capital, en ocasiones a granjas de trabajo, como modo de reeducación. Esto es lo que habría ocurrido, por ejemplo, al vice primer ministro de Asuntos Exteriores, Kung Sok-ung, desaparecido de la esfera pública después de los varios casos de deserciones registrados en el cuerpo diplomático norcoreano en los últimos meses. El tratamiento a las élites es, de hecho, una de las principales diferencias entre el mandato del joven Kim en comparación con el de su padre y su abuelo: mientras estos últimos eran más reacios a mover las sillas, Kim es más imprevisible y ha reorganizado en varias ocasiones los altos cargos del Gobierno, el Ejército y el Partido en solamente cinco años. Y durante estos cambios algunos ven rebajada su posición, otros son castigados temporalmente o despedidos y, los más desafortunados, condenados a muerte.

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