Alemania admite errores en su política interior de seguridad

Los fallos que rodean el caso del sospechoso del atentado de Berlín ponen en apuros a las agencias policiales y de inteligencia alemanas

Enrique Müller
Berlín, El País
El atentado de Berlín y la muerte —abatido por la policía italiana— del tunecino Anis Amri, sospechoso de la matanza de 12 personas, ha puesto en evidencia una serie de errores graves de la Administración alemana. Uno de ellos, que Amri, clasificado por las autoridades de ese país como potencial terrorista, permaneciese en Alemania pese a la orden de expulsión. El último, que lograse huir hasta Milán. El Gobierno ha encargado un informe para revisar lo ocurrido y ha reconocido que tendrá que revisar su política interior de seguridad.


Amri, de 23 años, llegó en julio de 2015 a Alemania. Estaba en el radar de las autoridades alemanas desde febrero, cuando le clasificaron oficialmente como potencial terrorista. Desde entonces, el tunecino fue sometido a vigilancia rigurosa por la Policía de Berlín. Sin embargo, sin razón aparente, dejaron de hacerlo en septiembre y cerraron el caso. Algo que Amri aprovechó para preparar el atentado contra el famoso mercadillo navideño —que se atribuyó después el Estado Islámico (ISIS)—, en el que empleó un camión.

Los medios alemanes, que citan fuentes de la investigación, apuntan que fue sospechoso de ofrecerse como terrorista suicida, por sus vínculos con un predicador radical y también por la posible compra de armas. Nunca hubo pruebas suficientes para detenerle. Sin embargo, las sospechas hicieron que se emitiese una orden de expulsión en su contra, medida que nunca llegó a hacerse efectiva.

“Fue un error capital”, reconoció el experto en asuntos de seguridad interior de la CDU (el partido de Angela Merkel), Stephen Mayer. “Habría sido necesario mantener la vigilancia a causa del peligro que podía representar para la seguridad”, añadió.

Según se van conociendo los detalles que rodean a Amri, que en un vídeo divulgado el viernes jura lealtad al ISIS, la indignación aumenta en Alemania. El periódico Die Welt informaba de que la inteligencia de Marruecos había advertido a su contraparte alemana del peligro que suponía. Los marroquíes lanzaron dos alertas (el 19 de septiembre y el 11 de octubre), en las que advertían de la disposición del tunecino a cometer un atentado. Marruecos creía que el terrorista tenía contactos con dos militantes del ISIS en Berlín, uno de ellos marroquí.

Política migratoria

Lo ocurrido pone en graves apuros a las agencias policiales y de inteligencia alemanas. El viernes, la canciller Angela Merkel reconoció que el Gobierno “examinará estrechamente” si, a la luz de lo sucedido, hay que emprender reformas legales. La canciller pidió a los ministerios del Interior y Justicia que hagan un análisis exhaustivo del atentado, en conjunto con sus colegas regionales y los servicios secretos.

Y es que lo ocurrido en Berlín se suma a otros graves fallos de las autoridades alemanas, como el caso de un joven afgano, detenido como sospechoso de violar y matar a una adolescente que, como se supo después, había sido condenado a 10 años de cárcel en Grecia, de donde se fugó mientras estaba de permiso para ir a Alemania. Son casos que, además, involucran a migrantes o refugiados, lo que añade todavía más presión a la criticada política migratoria de Merkel.

“Las informaciones que tenemos y la forma en que las autoridades han trabajado son indignantes”, criticó Armin Laschet el secretario general de la CDU. “Así no se puede garantizar la seguridad de Alemania”, añadió. Mientras, desde las filas de la oposición extraparlamentaria el presidente del Partido Liberal (FDP), Christian Lidner, calificó lo ocurrido como “un fracaso total del Estado alemán en su conjunto y que no puede ser tolerado”.

Unas críticas que rechaza el ministro de Interior, Thomas de Maizière: “Hasta el momento no hay ninguna posibilidad suficiente a nivel jurídico para vigilar a los peligrosos día y noche”.

Tras el shock del atentado y saber que Amri ya estaba en el radar policial surgen más dudas. Cómo pudo llegar hasta Italia el que en ese momento era el hombre más buscado de Europa. El tunecino pudo subirse a un tren en la estación central de Berlín, viajar a Francia y desde allí coger nuevamente un tren para dirigirse a Milán, donde fue localizado y abatido por la policía.

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