Melania Trump, la nueva primera dama de Estados Unidos
La esposa del presidente electo, Donald Trump, es la segunda en nacer fuera de Estados Unidos tras Louisa Adams, a finales del siglo XIX
Amanda Mars
Agencias
Nueva York
Melania Trump (Knauss, de apellido de soltera), la esposa del presidente electo de Estados Unidos, se convertirá en la primera dama nacida fuera de Estados Unidos en dos siglos, después de Louisa Adams, que lo hizo en Reino Unido, (principios del siglo XIX). Trump, una exmodelo que vino al mundo hace 46 años en la antigua Yugoslavia —en lo que hoy es Eslovenia— ha puesto el contrapeso, con su discreción y calma durante la carrera electoral, a la agresividad e impulsividad de su esposo, Donald Trump, que le saca más de dos décadas.
Tras comenzar su carrera como modelo en Milán y París, Melania se mudó a Nueva York en 1996. La fecha de su llegada ha sido objeto de polémica porque varias informaciones divulgadas por la agencia Associated Press durante la campaña aseguran que trabajó y recibió remuneración antes de 1996 y de obtener el permiso legal para trabajar en Estados Unidos; un hecho que los Trump siempre han negado. Dos años después, en 1998, conoció a su futuro marido, Donald Trump, en una fiesta de un club de Nueva York organizada por el dueño de una agencia de modelos.
La pareja se casó en 2005, en una de esas fiestas de relumbrón a la que asistieron los que han sido sus rivales en los últimos tiempos, los Clinton. Es el tercer matrimonio para el magnate, que tiene un hijo con Melania —Barron, de diez años— y otros cuatro de sus dos matrimonios anteriores.
La exmodelo, de por sí discreta, se ha prodigado poco en la campaña, en la que ha tenido más presencia pública Ivanka Trump, la segunda hija del magnate. El tropiezo en la convención republicana en julio, cuando se descubrió que había plagiado parte de un discurso de Michelle Obama, la retrajo aún más. Llegó a dejarse ver tan poco, que en las redes sociales se popularizó el hashstag #WhereisMelania ("dónde está Melania").
Como primera dama, Melania Trump ha asegurado que tendrá "un rol tradicional"; similar al de Betty Ford o Jackie Kennedy, ha apuntado alguna vez. Su centro de preocupación será el futuro y la seguridad de los niños, como recordó hace unos días en su primer discurso público tras el plagio. Una intervención en Berwyn, una pequeña ciudad de Pensilvania, en la que reivindicó el ideal reaganiano del esplendor estadounidense y llamó al entendimiento: “Tenemos que encontrar una forma mejor de hablarnos, de discrepar, de respetarnos”, dijo.
Paradójicamente, la exmodelo, una inmigrante eslovena a la que todavía se le nota el acento, encarna precisamente el colectivo con el que más problemas ha tenido el presidente electo: mujer y extranjera. Y quizá más lo segundo, ya que muchos la consideran en realidad la primera dama inmigrante debido a que pese a haber nacido en Reino Unido, el padre de Louisa Adams —esposa del sexto presidente estadounidense, John Quincy Adams, que gobernó entre 1825 y 1829— era americano.
Sin embargo, en las trifulcas de Trump a cuenta de la inmigración y el sexismo, Melania ha salido al rescate de su esposo: inmigró a Estados Unidos, sí, admite, pero de forma legal; y su marido ha hablado de forma sexista, quizá, pero en un contexto determinado, argumenta: en una charla jocosa y masculina, o bien en respuesta ataques de mujeres.
En la eslovena Sevnica, la localidad de nacimiento de Melania, muchos se congratulaban este miércoles la victoria de Trump. "Es muy importante para nosotros porque somos un pequeño país de Europa central y Sevnica una ciudad pequeña. Son sucesos como este los que contribuyen a nuestro reconocimiento internacional", ha dicho el alcalde, Srecko Ocvirk. "La campaña de Donald Trump ya ha beneficiado a Sevnica. Janko Rezec, uno de los clientes que este miércoles se daban cita en el Café Central de la ciudad, asegura que la atención mediática sobre Sevnica, ya les ha beneficiado. "Estoy convencido que las cosas nos irán mejor ahora", insistía. Mientras, otros permanecen escépticos, como Valentina, una desempleada de 52 años: "Trump no se ha preocupado nunca de Europa, y no estoy segura de que ella [Melania], pese a que es eslovena, pueda influir en nuestro favor".
Amanda Mars
Agencias
Nueva York
Melania Trump (Knauss, de apellido de soltera), la esposa del presidente electo de Estados Unidos, se convertirá en la primera dama nacida fuera de Estados Unidos en dos siglos, después de Louisa Adams, que lo hizo en Reino Unido, (principios del siglo XIX). Trump, una exmodelo que vino al mundo hace 46 años en la antigua Yugoslavia —en lo que hoy es Eslovenia— ha puesto el contrapeso, con su discreción y calma durante la carrera electoral, a la agresividad e impulsividad de su esposo, Donald Trump, que le saca más de dos décadas.
Tras comenzar su carrera como modelo en Milán y París, Melania se mudó a Nueva York en 1996. La fecha de su llegada ha sido objeto de polémica porque varias informaciones divulgadas por la agencia Associated Press durante la campaña aseguran que trabajó y recibió remuneración antes de 1996 y de obtener el permiso legal para trabajar en Estados Unidos; un hecho que los Trump siempre han negado. Dos años después, en 1998, conoció a su futuro marido, Donald Trump, en una fiesta de un club de Nueva York organizada por el dueño de una agencia de modelos.
La pareja se casó en 2005, en una de esas fiestas de relumbrón a la que asistieron los que han sido sus rivales en los últimos tiempos, los Clinton. Es el tercer matrimonio para el magnate, que tiene un hijo con Melania —Barron, de diez años— y otros cuatro de sus dos matrimonios anteriores.
La exmodelo, de por sí discreta, se ha prodigado poco en la campaña, en la que ha tenido más presencia pública Ivanka Trump, la segunda hija del magnate. El tropiezo en la convención republicana en julio, cuando se descubrió que había plagiado parte de un discurso de Michelle Obama, la retrajo aún más. Llegó a dejarse ver tan poco, que en las redes sociales se popularizó el hashstag #WhereisMelania ("dónde está Melania").
Como primera dama, Melania Trump ha asegurado que tendrá "un rol tradicional"; similar al de Betty Ford o Jackie Kennedy, ha apuntado alguna vez. Su centro de preocupación será el futuro y la seguridad de los niños, como recordó hace unos días en su primer discurso público tras el plagio. Una intervención en Berwyn, una pequeña ciudad de Pensilvania, en la que reivindicó el ideal reaganiano del esplendor estadounidense y llamó al entendimiento: “Tenemos que encontrar una forma mejor de hablarnos, de discrepar, de respetarnos”, dijo.
Paradójicamente, la exmodelo, una inmigrante eslovena a la que todavía se le nota el acento, encarna precisamente el colectivo con el que más problemas ha tenido el presidente electo: mujer y extranjera. Y quizá más lo segundo, ya que muchos la consideran en realidad la primera dama inmigrante debido a que pese a haber nacido en Reino Unido, el padre de Louisa Adams —esposa del sexto presidente estadounidense, John Quincy Adams, que gobernó entre 1825 y 1829— era americano.
Sin embargo, en las trifulcas de Trump a cuenta de la inmigración y el sexismo, Melania ha salido al rescate de su esposo: inmigró a Estados Unidos, sí, admite, pero de forma legal; y su marido ha hablado de forma sexista, quizá, pero en un contexto determinado, argumenta: en una charla jocosa y masculina, o bien en respuesta ataques de mujeres.
En la eslovena Sevnica, la localidad de nacimiento de Melania, muchos se congratulaban este miércoles la victoria de Trump. "Es muy importante para nosotros porque somos un pequeño país de Europa central y Sevnica una ciudad pequeña. Son sucesos como este los que contribuyen a nuestro reconocimiento internacional", ha dicho el alcalde, Srecko Ocvirk. "La campaña de Donald Trump ya ha beneficiado a Sevnica. Janko Rezec, uno de los clientes que este miércoles se daban cita en el Café Central de la ciudad, asegura que la atención mediática sobre Sevnica, ya les ha beneficiado. "Estoy convencido que las cosas nos irán mejor ahora", insistía. Mientras, otros permanecen escépticos, como Valentina, una desempleada de 52 años: "Trump no se ha preocupado nunca de Europa, y no estoy segura de que ella [Melania], pese a que es eslovena, pueda influir en nuestro favor".