Las cosas aún son blancas y negras
Medio siglo después del fin de la segregación legal, la brecha económica sigue separando a las razas
Amanda Mars
Newark (Nueva Jersey), El País
Ya no hay ninguna ley que separe a los afroamericanos de los blancos, ahora la brecha económica deja aparte los negros y latinoamericanos. Los más pudientes dejan las ciudades segregadas y la caída de ingresos fiscales deteriora las comunidades. En sitios como Nueva Jersey se habla de "apartheid" escolar. En Newark el año pasado se supo que el agua de los colegios públicos estaba contaminada por plomo. La raza dominante es la verde, el color de los dólares.
En la avenida Sussex, en Newark (Nueva Jersey), se atisban pocos signos de vida, se pasee por allí un viernes, un domingo o un lunes. Ni locales abiertos, ni gente en la calle o esas casas humildes, un silencio aplastante. Solo lo interrumpen la entrada de los niños de dos colegios de la zona y las actividades de la iglesia baptista de Nueva Esperanza, allí donde un día empezó a cantar Whitney Houston. Está en un barrio poco recomendable para algunos, en transición para otros, y es una de las zonas de mayor concentración de población negra de la ciudad, una de las más segregadas de Estados Unidos.
John Abeigon, de origen gallego, presidente del sindicato de profesores, muestra durante un paseo por la zona que él es de los menos optimistas. “Aquí mucha gente se va, familias que llegaron hace muchos años, al cabo de un tiempo, cuando pueden se marchan. Vienen a Newark a trabajar y se van a sus casas de los suburbios”, explica. Abeigon creció en un barrio de españoles y portugueses, en los años noventa se mudó a Mapplewood, una zona residencial cercana a Newark, y hace cinco años regresó a la ciudad, a una casa modesta en el vecindario histórico de Forest Hills.
Medio siglo después de que terminaran las leyes de segregación racial, blancos y negros siguen sin vivir juntos del todo. En junio de 2017, EE UU celebra medio siglo de la sentencia que permitió a los americanos casarse con alguien de otra raza, pero de todas las bodas de 2013, solo el 12% fueron interraciales (la estadística, del Instituto Pew, no separa a los latinos de los blancos). Y fue un récord histórico. Los datos del censo, analizados por la Brookings Institution, también reflejan avances mínimos entre 2010 y 2014. Nueva York, Newark, Jersey City, Chicago o Milwaukee figuran en los primeros puestos. Si antes era la ley la que separaba a las razas, ahora es el dinero. “La raza dominante es la verde”, el verde de los dólares, lamenta Abeigon.
En Newark, solo el 11,6% de la población es blanca (datos de 2010); el 86% son negros y latinos. En Maplewood, por ejemplo, los blancos son el 53% y los afroamericanos y latinos el 42%. Si en Newark la renta familiar media era de algo más de 34.000 dólares en 2014 (unos 30.970 euros), en Maplewood superaba los 116.000 dólares, más del triple. Si en el primero el 28% no tiene seguro médico, en el segundo son menos del 10%. Son brechas comparables a las de otros suburbios por el estilo, como Bloomfield o Montclair.
"Los que se quedan en las ciudades son los afroamericanos y los latinos, que tienen los sueldos más bajos, y cuando se pierde a los contribuyentes blancos, se produce ese deterioro de los servicios”, explica un activista de Nueva Jersey
“Los que se quedan en las ciudades son los afroamericanos y los latinos, que tienen los sueldos más bajos, y cuando se pierde a los contribuyentes blancos, que más aportaban al pago de impuestos, se produce ese deterioro de los servicios, porque dependen en buena parte de los recursos locales”, explica, por su parte, Christian Estevez, miembro de una entidad llamada Latino Action Network.
Las cosas aún son blancas y negras
El año pasado, poco después de que estallara el escándalo de las aguas contaminadas de Flint (Michigan), se supo que el agua de las escuelas públicas de Newark contenía plomo por el mal estado de las cañerías y los escasos recursos para arreglarlas.
Cuanto más humilde es el barrio, peores servicios, peor salud y más crimen, y eso en áreas como Nueva Jersey significa hablar de raza, ya que la pobreza castiga mucho más a los afroamericanos y latinos que a los blancos. Y con la Gran Recesión, la brecha ha crecido en el conjunto del país: el patrimonio neto medio de una familia blanca en 2013 eran 141.900 dólares, el de una negra 11.000 y el de una hispana 13.700, según los datos del Pew Research. Las cosas, en Estados Unidos, sí son blancas o negras.
‘Apartheid’ escolar
En 2013, un informe de la Universidad Rutgers, de Newark, sacudió Nueva Jersey al abordar la segregación de las escuelas de este Estado y hablar directamente de “apartheid”. Aquel estudio identificó 17 colegios charter (operados de forma privada pero con fondos públicos) con menos de un 1% de estudiantes blancos y la mayoría estaban en Newark. Nueve no tenían un solo blanco y cuatro tenían entre el 0,3% y 2,5%. Por el contrario, en 14 de ellos los negros suponen entre el 84% y el 100% de los estudiantes.
“Cuando hablamos de segregación, hablamos de separación y desigualdad, ambas basadas en la raza y en la pobreza, y estos dos aspectos alimentándose entre sí”, explica Deborah Smith Gregory, una maestra jubilada y responsable para Newark de la NAACP, una asociación en defensa de la gente de color. “Detrás de esta desigualdad siempre hubo un motivo económico. Se nos trajo a este país como fuerza de trabajo y EE UU se convirtió en la primera potencia económica apoyada en la mano de obra esclava de los negros”, añade.
En sitios como Ferguson (Misuri), ha habido un éxodo de blancos en los últimos años
Con el fin legal de la segregación, algunos barrios fueron perdiendo vida. “La integración ha hecho que mucha gente a la que le ha ido bien se marche, muchos profesionales y muchos negocios. Yo me he querido quedar pero mucha gente se ha ido. En la época de la segregación, las comunidades negras eran más vibrantes; obviamente no estoy defendiendo la segregación, pero es un fenómeno que ha ocurrido”, reflexiona Smith.
En algunas ciudades, el éxodo de los blancos ha sido masivo. Ferguson, en Misuri, símbolo ya de las protestas del movimiento Black Lives Matter (Las vidas negras importan) tras la muerte de un joven desarmado por la policía en 2014, la población blanca cayó de 16.454 a 6.206 de 1990 a 2010, según datos censales recogidos por The Atlantic. La segregación racial es, también, una de las mayores causas de la disparidad en la salud de los estadounidenses.
Una forma de bloquear la entrada de los pobres a determinados barrios, se queja Estevez, está en manos de los Gobiernos locales, ya que, sostiene, con los planeamientos urbanos pueden primar un tipo de construcción para familias de alto poder adquisitivo, vetar los apartamentos y así reducir la vivienda asequible a lo mínimo.
EE UU está a punto de despedirse del primer presidente negro de su historia, Barack Obama, todo un símbolo de avance, pero cuando se baja al terreno de la calle, el que refleja la estadística, América sigue fracturada.
Amanda Mars
Newark (Nueva Jersey), El País
Ya no hay ninguna ley que separe a los afroamericanos de los blancos, ahora la brecha económica deja aparte los negros y latinoamericanos. Los más pudientes dejan las ciudades segregadas y la caída de ingresos fiscales deteriora las comunidades. En sitios como Nueva Jersey se habla de "apartheid" escolar. En Newark el año pasado se supo que el agua de los colegios públicos estaba contaminada por plomo. La raza dominante es la verde, el color de los dólares.
En la avenida Sussex, en Newark (Nueva Jersey), se atisban pocos signos de vida, se pasee por allí un viernes, un domingo o un lunes. Ni locales abiertos, ni gente en la calle o esas casas humildes, un silencio aplastante. Solo lo interrumpen la entrada de los niños de dos colegios de la zona y las actividades de la iglesia baptista de Nueva Esperanza, allí donde un día empezó a cantar Whitney Houston. Está en un barrio poco recomendable para algunos, en transición para otros, y es una de las zonas de mayor concentración de población negra de la ciudad, una de las más segregadas de Estados Unidos.
John Abeigon, de origen gallego, presidente del sindicato de profesores, muestra durante un paseo por la zona que él es de los menos optimistas. “Aquí mucha gente se va, familias que llegaron hace muchos años, al cabo de un tiempo, cuando pueden se marchan. Vienen a Newark a trabajar y se van a sus casas de los suburbios”, explica. Abeigon creció en un barrio de españoles y portugueses, en los años noventa se mudó a Mapplewood, una zona residencial cercana a Newark, y hace cinco años regresó a la ciudad, a una casa modesta en el vecindario histórico de Forest Hills.
Medio siglo después de que terminaran las leyes de segregación racial, blancos y negros siguen sin vivir juntos del todo. En junio de 2017, EE UU celebra medio siglo de la sentencia que permitió a los americanos casarse con alguien de otra raza, pero de todas las bodas de 2013, solo el 12% fueron interraciales (la estadística, del Instituto Pew, no separa a los latinos de los blancos). Y fue un récord histórico. Los datos del censo, analizados por la Brookings Institution, también reflejan avances mínimos entre 2010 y 2014. Nueva York, Newark, Jersey City, Chicago o Milwaukee figuran en los primeros puestos. Si antes era la ley la que separaba a las razas, ahora es el dinero. “La raza dominante es la verde”, el verde de los dólares, lamenta Abeigon.
En Newark, solo el 11,6% de la población es blanca (datos de 2010); el 86% son negros y latinos. En Maplewood, por ejemplo, los blancos son el 53% y los afroamericanos y latinos el 42%. Si en Newark la renta familiar media era de algo más de 34.000 dólares en 2014 (unos 30.970 euros), en Maplewood superaba los 116.000 dólares, más del triple. Si en el primero el 28% no tiene seguro médico, en el segundo son menos del 10%. Son brechas comparables a las de otros suburbios por el estilo, como Bloomfield o Montclair.
"Los que se quedan en las ciudades son los afroamericanos y los latinos, que tienen los sueldos más bajos, y cuando se pierde a los contribuyentes blancos, se produce ese deterioro de los servicios”, explica un activista de Nueva Jersey
“Los que se quedan en las ciudades son los afroamericanos y los latinos, que tienen los sueldos más bajos, y cuando se pierde a los contribuyentes blancos, que más aportaban al pago de impuestos, se produce ese deterioro de los servicios, porque dependen en buena parte de los recursos locales”, explica, por su parte, Christian Estevez, miembro de una entidad llamada Latino Action Network.
Las cosas aún son blancas y negras
El año pasado, poco después de que estallara el escándalo de las aguas contaminadas de Flint (Michigan), se supo que el agua de las escuelas públicas de Newark contenía plomo por el mal estado de las cañerías y los escasos recursos para arreglarlas.
Cuanto más humilde es el barrio, peores servicios, peor salud y más crimen, y eso en áreas como Nueva Jersey significa hablar de raza, ya que la pobreza castiga mucho más a los afroamericanos y latinos que a los blancos. Y con la Gran Recesión, la brecha ha crecido en el conjunto del país: el patrimonio neto medio de una familia blanca en 2013 eran 141.900 dólares, el de una negra 11.000 y el de una hispana 13.700, según los datos del Pew Research. Las cosas, en Estados Unidos, sí son blancas o negras.
‘Apartheid’ escolar
En 2013, un informe de la Universidad Rutgers, de Newark, sacudió Nueva Jersey al abordar la segregación de las escuelas de este Estado y hablar directamente de “apartheid”. Aquel estudio identificó 17 colegios charter (operados de forma privada pero con fondos públicos) con menos de un 1% de estudiantes blancos y la mayoría estaban en Newark. Nueve no tenían un solo blanco y cuatro tenían entre el 0,3% y 2,5%. Por el contrario, en 14 de ellos los negros suponen entre el 84% y el 100% de los estudiantes.
“Cuando hablamos de segregación, hablamos de separación y desigualdad, ambas basadas en la raza y en la pobreza, y estos dos aspectos alimentándose entre sí”, explica Deborah Smith Gregory, una maestra jubilada y responsable para Newark de la NAACP, una asociación en defensa de la gente de color. “Detrás de esta desigualdad siempre hubo un motivo económico. Se nos trajo a este país como fuerza de trabajo y EE UU se convirtió en la primera potencia económica apoyada en la mano de obra esclava de los negros”, añade.
En sitios como Ferguson (Misuri), ha habido un éxodo de blancos en los últimos años
Con el fin legal de la segregación, algunos barrios fueron perdiendo vida. “La integración ha hecho que mucha gente a la que le ha ido bien se marche, muchos profesionales y muchos negocios. Yo me he querido quedar pero mucha gente se ha ido. En la época de la segregación, las comunidades negras eran más vibrantes; obviamente no estoy defendiendo la segregación, pero es un fenómeno que ha ocurrido”, reflexiona Smith.
En algunas ciudades, el éxodo de los blancos ha sido masivo. Ferguson, en Misuri, símbolo ya de las protestas del movimiento Black Lives Matter (Las vidas negras importan) tras la muerte de un joven desarmado por la policía en 2014, la población blanca cayó de 16.454 a 6.206 de 1990 a 2010, según datos censales recogidos por The Atlantic. La segregación racial es, también, una de las mayores causas de la disparidad en la salud de los estadounidenses.
Una forma de bloquear la entrada de los pobres a determinados barrios, se queja Estevez, está en manos de los Gobiernos locales, ya que, sostiene, con los planeamientos urbanos pueden primar un tipo de construcción para familias de alto poder adquisitivo, vetar los apartamentos y así reducir la vivienda asequible a lo mínimo.
EE UU está a punto de despedirse del primer presidente negro de su historia, Barack Obama, todo un símbolo de avance, pero cuando se baja al terreno de la calle, el que refleja la estadística, América sigue fracturada.