Hillary Clinton y Donald Trump se miden hoy en las elecciones presidenciales de EE UU
EEUU, AP
Los estadounidenses empezaron a votar este martes para convertir a la demócrata Hillary Clinton en la primera presidenta del país o darle al magnate Donald Trump las llaves de la Casa Blanca, en unas elecciones que tienen en vilo al mundo.
Los electores en un puñado de estados principalmente en la costa este depositaron los primeros votos de unos comicios que tienen al mundo expectante, tras una larga campaña de una amargura sin precedentes.
El nombre del ganador no debería saberse antes de las 03H00 GMT del miércoles. Aunque Clinton mantiene aun una ventaja de 3,2 puntos en los sondeos (promedio de RealClearPolitics) y es la favorita en las apuestas, la victoria podría estar al alcance de la mano para Trump.
La candidata demócrata de 69 años y el magnate inmobiliario de 70 hicieron campaña hasta entrada la madrugada del miércoles, ofreciendo visiones radicalmente opuestas sobre el futuro de la primera potencia mundial al cierre de una frenética jornada final para cortejar a los electores.
Respaldada por las estrellas Bruce Springsteen y Bon Jovi, y por el presidente Barack Obama y la primera dama Michelle, Clinton dijo a una multitud de más de 30.000 personas en Filadelfia que “enfrentamos la prueba de nuestras vidas” en esta elección.
Rodeada de una masa iluminada de edificios históricos en la ciudad donde el acta de independencia y la Constitución estadounidense fueron redactadas, la candidata demócrata desprendió optimismo pero insistió en que los estadounidenses que vayan a las urnas este martes tendrán por delante una opción entre la “división y la unidad”.
“Mi fe en nuestro futuro es más grande que nunca”, lanzó después, prácticamente sin voz, en el cierre de campaña en Carolina del Norte ya de madrugada. Se espera que vote temprano el martes cerca de su residencia en Chappaqua, Nueva York.
Trump cerró su campaña sin estrellas, de las que dijo, no le hacían falta, y presentándose principalmente con sus cuatro hijos adultos y su compañero de fórmula Mike Pence en su penúltimo mitin.
Crítico de la élite política promete “drenar el pantano” de Washington. Se asume como la voz de los olvidados, a quienes afirma que va a “devolver la grandeza a Estados Unidos”.
“Estoy con ustedes y lucharé por ustedes y ganaremos”, afirmó.
Número mágico: 270
Después de 693 días –23 meses– de drama, insultos, escándalos y más escándalos, la campaña dejó a una población exhausta. Un 82% de los estadounidenses se declararon asqueados en un sondeo reciente.
Los dos candidatos no podían ser más diferentes: de un lado Hillary Clinton, figura política desde hace 25 años, que la mitad de los estadounidenses detesta y dudando de su honestidad. Esposa del expresidente Bill Clinton (1993-2001), fue seguidamente primera dama, senadora y luego secretaria de Estado de Obama.
Menos querido aún, Donald Trump, millonario exestrella de televisión, sin haber sido electo nunca, supo interpretar como nadie -y contra los pronósticos de todos- los temores de una clase media blanca frustrada en un mundo en mutación.
Levanta pasiones en sus mítines con sus llamados a “construir un muro” en la frontera con México. Antiinmigrante y sexista, impulsivo y corrosivo, marcó para siempre un estilo de hacer campaña política.
Tomados por sorpresa, la dirigencia del partido Republicano le dio prácticamente la espalda.
Aun así le pisa los pies a Clinton en varios estados claves, entre ellos Florida, amalgama de latinos, jubilados y blancos conservadores que otorga el premio gordo de 29 votos electorales.
El ganador necesita llegar al número mágico de 270 votos electorales, en este complejo sistema de votación híperdescentralizado, que será observado, por primera vez, por la OEA.
“Hemos hecho todo lo que podemos, y ahora está en manos de los electores. Nos sentimos confortables”, dijo a periodistas el senador Tim Kaine, compañero de fórmula de Clinton luego de votar en Richmond, Virginia.
La jornada empezó de medianoche, con la votación de los siete habitantes de la minúscula aldea de Dixville Notch, destacado bastión republicano, en esta región montañosa del norte de New Hampshire, cerca de la frontera con Canadá.
“Trump, habla de trabajos, y dará trabajos. Los otros no hacen nada”, dice André Grondin.
Sin embargo, la demócrata fue la ganadora: obtuvo cuatro votos, frente a dos para Trump y uno para el candidato libertario Gary Johnson.
“Voté por Hillary Clinton. Tiene una personalidad fuerte, experiencia y llevará a nuestro país en la buena dirección”, explica a la AFP Nancy DePalma.
Además de la elección presidencial, los demócratas intentarán arrebatar la mayoría del Senado (54 de 100 curules) de los republicanos, mientras que la Cámara de Representantes deberá permanecer, salvo una gran sorpresa, en manos de los conservadores.
Los estadounidenses empezaron a votar este martes para convertir a la demócrata Hillary Clinton en la primera presidenta del país o darle al magnate Donald Trump las llaves de la Casa Blanca, en unas elecciones que tienen en vilo al mundo.
Los electores en un puñado de estados principalmente en la costa este depositaron los primeros votos de unos comicios que tienen al mundo expectante, tras una larga campaña de una amargura sin precedentes.
El nombre del ganador no debería saberse antes de las 03H00 GMT del miércoles. Aunque Clinton mantiene aun una ventaja de 3,2 puntos en los sondeos (promedio de RealClearPolitics) y es la favorita en las apuestas, la victoria podría estar al alcance de la mano para Trump.
La candidata demócrata de 69 años y el magnate inmobiliario de 70 hicieron campaña hasta entrada la madrugada del miércoles, ofreciendo visiones radicalmente opuestas sobre el futuro de la primera potencia mundial al cierre de una frenética jornada final para cortejar a los electores.
Respaldada por las estrellas Bruce Springsteen y Bon Jovi, y por el presidente Barack Obama y la primera dama Michelle, Clinton dijo a una multitud de más de 30.000 personas en Filadelfia que “enfrentamos la prueba de nuestras vidas” en esta elección.
Rodeada de una masa iluminada de edificios históricos en la ciudad donde el acta de independencia y la Constitución estadounidense fueron redactadas, la candidata demócrata desprendió optimismo pero insistió en que los estadounidenses que vayan a las urnas este martes tendrán por delante una opción entre la “división y la unidad”.
“Mi fe en nuestro futuro es más grande que nunca”, lanzó después, prácticamente sin voz, en el cierre de campaña en Carolina del Norte ya de madrugada. Se espera que vote temprano el martes cerca de su residencia en Chappaqua, Nueva York.
Trump cerró su campaña sin estrellas, de las que dijo, no le hacían falta, y presentándose principalmente con sus cuatro hijos adultos y su compañero de fórmula Mike Pence en su penúltimo mitin.
Crítico de la élite política promete “drenar el pantano” de Washington. Se asume como la voz de los olvidados, a quienes afirma que va a “devolver la grandeza a Estados Unidos”.
“Estoy con ustedes y lucharé por ustedes y ganaremos”, afirmó.
Número mágico: 270
Después de 693 días –23 meses– de drama, insultos, escándalos y más escándalos, la campaña dejó a una población exhausta. Un 82% de los estadounidenses se declararon asqueados en un sondeo reciente.
Los dos candidatos no podían ser más diferentes: de un lado Hillary Clinton, figura política desde hace 25 años, que la mitad de los estadounidenses detesta y dudando de su honestidad. Esposa del expresidente Bill Clinton (1993-2001), fue seguidamente primera dama, senadora y luego secretaria de Estado de Obama.
Menos querido aún, Donald Trump, millonario exestrella de televisión, sin haber sido electo nunca, supo interpretar como nadie -y contra los pronósticos de todos- los temores de una clase media blanca frustrada en un mundo en mutación.
Levanta pasiones en sus mítines con sus llamados a “construir un muro” en la frontera con México. Antiinmigrante y sexista, impulsivo y corrosivo, marcó para siempre un estilo de hacer campaña política.
Tomados por sorpresa, la dirigencia del partido Republicano le dio prácticamente la espalda.
Aun así le pisa los pies a Clinton en varios estados claves, entre ellos Florida, amalgama de latinos, jubilados y blancos conservadores que otorga el premio gordo de 29 votos electorales.
El ganador necesita llegar al número mágico de 270 votos electorales, en este complejo sistema de votación híperdescentralizado, que será observado, por primera vez, por la OEA.
“Hemos hecho todo lo que podemos, y ahora está en manos de los electores. Nos sentimos confortables”, dijo a periodistas el senador Tim Kaine, compañero de fórmula de Clinton luego de votar en Richmond, Virginia.
La jornada empezó de medianoche, con la votación de los siete habitantes de la minúscula aldea de Dixville Notch, destacado bastión republicano, en esta región montañosa del norte de New Hampshire, cerca de la frontera con Canadá.
“Trump, habla de trabajos, y dará trabajos. Los otros no hacen nada”, dice André Grondin.
Sin embargo, la demócrata fue la ganadora: obtuvo cuatro votos, frente a dos para Trump y uno para el candidato libertario Gary Johnson.
“Voté por Hillary Clinton. Tiene una personalidad fuerte, experiencia y llevará a nuestro país en la buena dirección”, explica a la AFP Nancy DePalma.
Además de la elección presidencial, los demócratas intentarán arrebatar la mayoría del Senado (54 de 100 curules) de los republicanos, mientras que la Cámara de Representantes deberá permanecer, salvo una gran sorpresa, en manos de los conservadores.