El día en que los muertos vuelven al mundo de los vivos
La Paz, ABI
Los bolivianos, católicos y no, hacían la mesa con abundante comida, fruta y bebida a la espera del descenso, exactamente a mediodía de este martes, de los familiares que ya partieron y que, en el Día de los Muertos, se toman los cuerpos de unos muñecos de masa de pan para materializarse por 24 horas en una suerte de reencuentro familiar.
Los difuntos volverán del más allá a mediodía del 1 de noviembre y se irán 24 horas más tarde, reza la tradición pagano religiosa que acicatea a los bolivianos sin distingo de piel, origen y extracción económica a tender paños negros sobre mesas iluminadas por velas de cera que agigantas las fotografías de quienes ya partieron de la vida terrenal.
Mientras los cementerios se atiborran de creyentes en la Conmemoración a los Fieles Difuntos, Día de los Muertos, Día de los Difuntos o El Día de las Animas y las salas de los bolivianos adquieren espectros rituales, las nuevas generaciones parecen adoptar la tradición celta del Halloween que emplaza a niños y jóvenes, disfrazados de espanto, en las calles con la consabida trama del "truco o trato" (Trick or treat).
País de sincretismos antiguos y nuevos al fin y al cabo, Bolivia ha adoptado también esta fiesta de fin de verano de los campesinos irlandeses de tradición pagana antes de Cristo.
Los cultores de esta tradición, que en Bolivia lleva poco más de una década y que, paradoja, se introdujo con las hamburguesas McDonald, están lejos de saber que el 31 de octubre los labriegos anglosajones celebraban la unión o extrema cercanía del mundo de los vivos con el reino de los muertos.
Y tras la diversión de los festejos variopintos del Halloween, los bolivianos de todas las tendencias sociales y creencias se entregarán a las tradición adusta y reverencial de El Día de los Todos los Santos y, el miércoles 2 de noviembre, de Los Muertos.
Las panaderías dejaron de hornear el tradicional pan de batalla para dedicarse a cocer las famosas tantawawas, unos muñecos colorinas de masa de harina de trigo que representan a los muertos y que la familia boliviana hace o manda a hacer para extender esta tradición secular.
Al grito de "te lo rezo señora" por comida y bebida, los camposantos se llenan de "risiris", generalmente niños, y plañideras que conmueven hasta los muertos en sus tumbas, en medio de un murmullo de responsos musitados en idioma nativo que hacen más solemne y sobrecogedor el ambiente al pie de los epitafios donde algunos instalan tertulias familiares de horas para acoger otra vez al habitante de la eternidad.
El viceministro de Descolonización, Félix Cárdenas, que reivindica la identidad cultural de Bolivia, fuertemente arraigada no obstante los procesos envolventes de transculturación y enculturación de las últimas décadas, dijo, en tono de reproche a la emergencia del Halloween, que en el marco de la cosmovisión andina, martes y miércoles, se celebra el encuentro de los vivos con los muertos.
"Para nosotros la muerte no existe, una cosa es morir y otra es estar muerto; solamente hay una separación física pero el espíritu sigue con nosotros", sostuvo la autoridad de origen indígena
"No sólo recordamos a los muertos sino celebramos una fiesta para reencontrarse con esos seres queridos que vuelven a compartir con los vivos, entre los que estamos aquí, con los que están en el Alaj Pacha (en la Tierra), los dos días", agregó.
En La paz, principalmente, esta festividad pagano religiosa tiene un componente político que recuerda la "Masacre de Todo Santos", en 1979, cuando un airado coronel, Alberto Natush Bush, se dio de macho y pistola en mano se metió al Palacio Quemado, del que no pudo salir sino 15 días después con las manos vacías, para derrocar al presidente de derecho Wálter Guevara y ver morir a unos 200 bolivianos rebeldes a su causa en medio de un baño de sangre.
"El Plan Todos Santos, 6.000 efectivos se desplegarán, habrán controles, presencia policial, se controlarán terminales terrestres el ingreso a cementerios, está prohibido el ingreso de personas en estado de ebriedad, además no está permitido el ingreso de objetos contundente y el consumo de bebidas alcohólicas", dijo su comandante nacional Rino Salazar.
Las autoridades bolivianas estiman que al menos 90.000 deudos visitarán estos días el Cementerio General, de La Paz, y muchos, muchísimos más las necrópolis en todos los puntos del país.
La Policía soltará en todos los cementerios legales y no a 6.000 de sus efectivos para otorgarles seguridad ciudadana.
Este año, la Alcaldía de La Paz organiza una exposición de mesas rituales en Todos los Santos con expositores costumbristas de México, Ecuador, Perú y Bolivia, en una casona que cuando llegaron los conquistadores españoles a esta ciudad, allá por 1548, ya estaba en pie y que pertenecía a una autoridad autóctona de la época, el cacique Quirquincha.
Los bolivianos, católicos y no, hacían la mesa con abundante comida, fruta y bebida a la espera del descenso, exactamente a mediodía de este martes, de los familiares que ya partieron y que, en el Día de los Muertos, se toman los cuerpos de unos muñecos de masa de pan para materializarse por 24 horas en una suerte de reencuentro familiar.
Los difuntos volverán del más allá a mediodía del 1 de noviembre y se irán 24 horas más tarde, reza la tradición pagano religiosa que acicatea a los bolivianos sin distingo de piel, origen y extracción económica a tender paños negros sobre mesas iluminadas por velas de cera que agigantas las fotografías de quienes ya partieron de la vida terrenal.
Mientras los cementerios se atiborran de creyentes en la Conmemoración a los Fieles Difuntos, Día de los Muertos, Día de los Difuntos o El Día de las Animas y las salas de los bolivianos adquieren espectros rituales, las nuevas generaciones parecen adoptar la tradición celta del Halloween que emplaza a niños y jóvenes, disfrazados de espanto, en las calles con la consabida trama del "truco o trato" (Trick or treat).
País de sincretismos antiguos y nuevos al fin y al cabo, Bolivia ha adoptado también esta fiesta de fin de verano de los campesinos irlandeses de tradición pagana antes de Cristo.
Los cultores de esta tradición, que en Bolivia lleva poco más de una década y que, paradoja, se introdujo con las hamburguesas McDonald, están lejos de saber que el 31 de octubre los labriegos anglosajones celebraban la unión o extrema cercanía del mundo de los vivos con el reino de los muertos.
Y tras la diversión de los festejos variopintos del Halloween, los bolivianos de todas las tendencias sociales y creencias se entregarán a las tradición adusta y reverencial de El Día de los Todos los Santos y, el miércoles 2 de noviembre, de Los Muertos.
Las panaderías dejaron de hornear el tradicional pan de batalla para dedicarse a cocer las famosas tantawawas, unos muñecos colorinas de masa de harina de trigo que representan a los muertos y que la familia boliviana hace o manda a hacer para extender esta tradición secular.
Al grito de "te lo rezo señora" por comida y bebida, los camposantos se llenan de "risiris", generalmente niños, y plañideras que conmueven hasta los muertos en sus tumbas, en medio de un murmullo de responsos musitados en idioma nativo que hacen más solemne y sobrecogedor el ambiente al pie de los epitafios donde algunos instalan tertulias familiares de horas para acoger otra vez al habitante de la eternidad.
El viceministro de Descolonización, Félix Cárdenas, que reivindica la identidad cultural de Bolivia, fuertemente arraigada no obstante los procesos envolventes de transculturación y enculturación de las últimas décadas, dijo, en tono de reproche a la emergencia del Halloween, que en el marco de la cosmovisión andina, martes y miércoles, se celebra el encuentro de los vivos con los muertos.
"Para nosotros la muerte no existe, una cosa es morir y otra es estar muerto; solamente hay una separación física pero el espíritu sigue con nosotros", sostuvo la autoridad de origen indígena
"No sólo recordamos a los muertos sino celebramos una fiesta para reencontrarse con esos seres queridos que vuelven a compartir con los vivos, entre los que estamos aquí, con los que están en el Alaj Pacha (en la Tierra), los dos días", agregó.
En La paz, principalmente, esta festividad pagano religiosa tiene un componente político que recuerda la "Masacre de Todo Santos", en 1979, cuando un airado coronel, Alberto Natush Bush, se dio de macho y pistola en mano se metió al Palacio Quemado, del que no pudo salir sino 15 días después con las manos vacías, para derrocar al presidente de derecho Wálter Guevara y ver morir a unos 200 bolivianos rebeldes a su causa en medio de un baño de sangre.
"El Plan Todos Santos, 6.000 efectivos se desplegarán, habrán controles, presencia policial, se controlarán terminales terrestres el ingreso a cementerios, está prohibido el ingreso de personas en estado de ebriedad, además no está permitido el ingreso de objetos contundente y el consumo de bebidas alcohólicas", dijo su comandante nacional Rino Salazar.
Las autoridades bolivianas estiman que al menos 90.000 deudos visitarán estos días el Cementerio General, de La Paz, y muchos, muchísimos más las necrópolis en todos los puntos del país.
La Policía soltará en todos los cementerios legales y no a 6.000 de sus efectivos para otorgarles seguridad ciudadana.
Este año, la Alcaldía de La Paz organiza una exposición de mesas rituales en Todos los Santos con expositores costumbristas de México, Ecuador, Perú y Bolivia, en una casona que cuando llegaron los conquistadores españoles a esta ciudad, allá por 1548, ya estaba en pie y que pertenecía a una autoridad autóctona de la época, el cacique Quirquincha.