El ‘Brexit’ fuerza al Gobierno británico a renunciar a su objetivo de déficit
El canciller del Exchequer abandona la promesa de cuadrar las cuentas para 2020
Pablo Guimón
Birmingham, El País
Los efectos del Brexit han provocado un giro en la política fiscal del Partido Conservador. El canciller del Exchequer, Philip Hammond, esbozó a primera hora de la tarde del lunes “un nuevo plan para las nuevas circunstancias a las que se enfrenta Reino Unido”. Las “turbulencias” y la “incertidumbre” derivadas de la decisión de abandonar la UE, dijo ante el congreso anual de la formación, obligan a relajar el rigor fiscal impuesto por su predecesor, George Osborne, y a renunciar al objetivo de cuadrar las cuentas para 2020. El déficit sigue siendo muy alto y deberá atacarse “a su debido tiempo”, reconoció Hammond, pero “el sentido común” recomienda ahora invertir para apoyar el crecimiento.
Los mercados reaccionaron con una bajada histórica de la libra al anuncio, formulado el domingo por la primera ministra, Theresa May, de que el país estará fuera de la UE en 2019 y a las señales de que la prioridad en las negociaciones será el control de las fronteras, aun en detrimento de mayor acceso al mercado único. Hammond, titular de Finanzas y mano derecha de May, elogió la “fortaleza subyacente” de la economía británica pero reconoció que “la decisión de abandonar la UE ha introducido nueva incertidumbre fiscal”. “A través del proceso de negociación, estamos preparados para dar los pasos que sean necesarios para proteger a esta economía de las turbulencias”, añadió, en su discurso ante el partido en Birmingham.
El 23 de noviembre, en la llamada declaración de otoño, donde el Gobierno esboza sus previsiones de gasto, Hammond anunciará un nuevo esquema fiscal que levante las restricciones en el gasto a corto plazo. Eso puede incluir, advirtió Hammond, aumentar el endeudamiento para emprender inversiones en infraestructuras y vivienda que apoyen a la economía durante el periodo de negociación, que deseo fuera “lo más corto posible”.
"El pueblo británico nos eligió bajo la promesa de restaurar la disciplina fiscal, y eso es exactamente lo que vamos a hacer, pero de una manera pragmática que refleje las nuevas circunstancias a las que nos enfrentamos”, dijo. “Cuando los tiempos cambian, debemos cambiar con ellos. Así que no perseguiremos un superávit para el final de esta legislatura [que termina en 2020]. Pero que nadie se lleve a error: la labor de consolidación fiscal debe continuar”.
La intervención de Hammond marcó lo que parece ya un cambio de paradigma del Gobierno de May respecto a su predecesor y antiguo jefe, David Cameron, que dimitió tras la victoria del Brexit en el referéndum de junio. Antes de Hammond, otros dos ministros, Greg Hands y Savid Javid, anunciaron en el congreso del partido importantes paquetes de gasto en sus respectivas áreas, lo que indica una mayor intervención del Gobierno en la economía.
Para lo que también sirvió la intervención de Hammond fue para poner de manifiesto la fractura que sigue existiendo entre las diferentes sensibilidades dentro del Gobierno respecto a la manera en la que conducir la ruptura con la Unión Europea. De sus palabras se desprende que el canciller del Exchequer defiende un llamado “Brexit blando”, que priorice el mantenimiento de las ventajas del mercado único aún a costa de una mayor flexibilidad con la inmigración europea. Una postura opuesta a la que vienen defendiendo los ministros David Davis, Boris Johnson y Liam Fox, responsables directos de la negociación de salida, conocidos popularmente como “los tres brexiteros”, que estarían dispuestos a despedirse del mercado único con tal de no ceder en el control de las fronteras. En su discurso del domingo, Theresa May pareció inclinarse por esta segunda opción, conocida como el Brexit duro y defendida por aquellos de su partido que, al contrario que ella, hicieron campaña por abandonar la UE.
“El resultado del referéndum de junio dio voz a un deseo de los británicos de recuperar el control”, reconoció Hammond, ministro del Exteriores durante el Gobierno de Cameron y que defendió la permanencia. “Puedo asegurar al pueblo británico que el mensaje ha sido recibido, alto y claro. Nada de segundos referendos, abandonamos la Unión Europea. Pero es igualmente claro que los británicos no votaron el 23 de junio para ser más pobres”.
Pablo Guimón
Birmingham, El País
Los efectos del Brexit han provocado un giro en la política fiscal del Partido Conservador. El canciller del Exchequer, Philip Hammond, esbozó a primera hora de la tarde del lunes “un nuevo plan para las nuevas circunstancias a las que se enfrenta Reino Unido”. Las “turbulencias” y la “incertidumbre” derivadas de la decisión de abandonar la UE, dijo ante el congreso anual de la formación, obligan a relajar el rigor fiscal impuesto por su predecesor, George Osborne, y a renunciar al objetivo de cuadrar las cuentas para 2020. El déficit sigue siendo muy alto y deberá atacarse “a su debido tiempo”, reconoció Hammond, pero “el sentido común” recomienda ahora invertir para apoyar el crecimiento.
Los mercados reaccionaron con una bajada histórica de la libra al anuncio, formulado el domingo por la primera ministra, Theresa May, de que el país estará fuera de la UE en 2019 y a las señales de que la prioridad en las negociaciones será el control de las fronteras, aun en detrimento de mayor acceso al mercado único. Hammond, titular de Finanzas y mano derecha de May, elogió la “fortaleza subyacente” de la economía británica pero reconoció que “la decisión de abandonar la UE ha introducido nueva incertidumbre fiscal”. “A través del proceso de negociación, estamos preparados para dar los pasos que sean necesarios para proteger a esta economía de las turbulencias”, añadió, en su discurso ante el partido en Birmingham.
El 23 de noviembre, en la llamada declaración de otoño, donde el Gobierno esboza sus previsiones de gasto, Hammond anunciará un nuevo esquema fiscal que levante las restricciones en el gasto a corto plazo. Eso puede incluir, advirtió Hammond, aumentar el endeudamiento para emprender inversiones en infraestructuras y vivienda que apoyen a la economía durante el periodo de negociación, que deseo fuera “lo más corto posible”.
"El pueblo británico nos eligió bajo la promesa de restaurar la disciplina fiscal, y eso es exactamente lo que vamos a hacer, pero de una manera pragmática que refleje las nuevas circunstancias a las que nos enfrentamos”, dijo. “Cuando los tiempos cambian, debemos cambiar con ellos. Así que no perseguiremos un superávit para el final de esta legislatura [que termina en 2020]. Pero que nadie se lleve a error: la labor de consolidación fiscal debe continuar”.
La intervención de Hammond marcó lo que parece ya un cambio de paradigma del Gobierno de May respecto a su predecesor y antiguo jefe, David Cameron, que dimitió tras la victoria del Brexit en el referéndum de junio. Antes de Hammond, otros dos ministros, Greg Hands y Savid Javid, anunciaron en el congreso del partido importantes paquetes de gasto en sus respectivas áreas, lo que indica una mayor intervención del Gobierno en la economía.
Para lo que también sirvió la intervención de Hammond fue para poner de manifiesto la fractura que sigue existiendo entre las diferentes sensibilidades dentro del Gobierno respecto a la manera en la que conducir la ruptura con la Unión Europea. De sus palabras se desprende que el canciller del Exchequer defiende un llamado “Brexit blando”, que priorice el mantenimiento de las ventajas del mercado único aún a costa de una mayor flexibilidad con la inmigración europea. Una postura opuesta a la que vienen defendiendo los ministros David Davis, Boris Johnson y Liam Fox, responsables directos de la negociación de salida, conocidos popularmente como “los tres brexiteros”, que estarían dispuestos a despedirse del mercado único con tal de no ceder en el control de las fronteras. En su discurso del domingo, Theresa May pareció inclinarse por esta segunda opción, conocida como el Brexit duro y defendida por aquellos de su partido que, al contrario que ella, hicieron campaña por abandonar la UE.
“El resultado del referéndum de junio dio voz a un deseo de los británicos de recuperar el control”, reconoció Hammond, ministro del Exteriores durante el Gobierno de Cameron y que defendió la permanencia. “Puedo asegurar al pueblo británico que el mensaje ha sido recibido, alto y claro. Nada de segundos referendos, abandonamos la Unión Europea. Pero es igualmente claro que los británicos no votaron el 23 de junio para ser más pobres”.