Con la mascota hasta la tumba
El Estado de Nueva York permite enterrar a los animales de compañía con sus dueños
Sandro Pozzi
Nueva York, El País
La pérdida de una mascota nunca es fácil. Son un miembro más de la familia. Y a la pena de perder a un ser querido se le suma muchas veces la dificultad de encontrar un lugar para que repose en paz, por todas las trabas burocráticas. Los neoyorquinos adoran a los animales. A partir de ahora podrán llevarse legalmente a su perro o al gato a la tumba, para que les sigan haciendo compañía durante toda la eternidad.
El gobernador del Estado de Nueva York, Andrew Cuomo, firmó esta semana una legislación reclamada durante años. Los restos de las mascotas podrán ser incinerados y enterrados con sus dueños en los cerca de 1.900 cementerios sin ánimo de lucro que operan siguiendo las normas que se dictan desde Albany. El objetivo es darles cementerios la opción de “honrar el último deseo de los amantes de los animales”.
Las estadísticas revelan que seis de cada diez hogares en EE UU tienen al menos una mascota. En la ciudad de Nueva York la población de animales de compañía supera los 1,1 millones, entre un total de 8,5 millones de humanos. Así que partir de ahora no será extraño leer en las lápidas o en los nichos nombres de un terrier o un bulldog llamado Max, Maxie, Macflower, Maxamilion o Maximus. O Bella, el segundo más popular, junto a Charlie, Lola, Rocky, Coco o Lucy.
“Desde animales de compañía hasta perros retirados del servicio militar, esta nueva legislación reconoce la relación especial que existe entre los neoyorquinos y sus mascotas”, señala George Webster, presidente de la asociación de cementerios de Nueva York. Deja claro, eso sí, que la nueva regulación hay que entenderla como una opción que tiene los residentes, no como un requerimiento.
Webster explica que cada vez más familias se presentan con los restos incinerados de mascotas, solicitando la posibilidad de que puedan reposar con sus antiguos dueños. Es lo que pasó a la multimillonaria Leona Helmsley. Ella falleció en 2007. Su perro Trouble lo hizo cuatro años después, tras dejarle 12 millones de dólares de herencia. Ahora podrá tenerlo en el mausoleo familiar en Sleepy Hollow.
“La legislación estaba desfasada”, añade Webster. Es también una nueva vía de ingresos para los cementerios que ofrezcan este servicio a las familias, que deberán definir el coste de cualquier modificación en las tumbas o los nichos. Hasta ahora solo Florida, Nueva Jersey, Pensilvania y Virginia permitían enterrar a humanos y mascotas en el mismo cementerio, con ciertas restricciones.
Hace tres años que Nueva York permitió que los cementerios privados de mascotas aceptaran que las cenizas humanas pudieran estar junto a la de sus animales. Y también desde el año pasado, los dueños pueden llevar a sus perros a las terrazas de los restaurantes. Los cementerios propiedad o gestionados por asociaciones o sociedades religiosas están excluidos de la normativa.
Sandro Pozzi
Nueva York, El País
La pérdida de una mascota nunca es fácil. Son un miembro más de la familia. Y a la pena de perder a un ser querido se le suma muchas veces la dificultad de encontrar un lugar para que repose en paz, por todas las trabas burocráticas. Los neoyorquinos adoran a los animales. A partir de ahora podrán llevarse legalmente a su perro o al gato a la tumba, para que les sigan haciendo compañía durante toda la eternidad.
El gobernador del Estado de Nueva York, Andrew Cuomo, firmó esta semana una legislación reclamada durante años. Los restos de las mascotas podrán ser incinerados y enterrados con sus dueños en los cerca de 1.900 cementerios sin ánimo de lucro que operan siguiendo las normas que se dictan desde Albany. El objetivo es darles cementerios la opción de “honrar el último deseo de los amantes de los animales”.
Las estadísticas revelan que seis de cada diez hogares en EE UU tienen al menos una mascota. En la ciudad de Nueva York la población de animales de compañía supera los 1,1 millones, entre un total de 8,5 millones de humanos. Así que partir de ahora no será extraño leer en las lápidas o en los nichos nombres de un terrier o un bulldog llamado Max, Maxie, Macflower, Maxamilion o Maximus. O Bella, el segundo más popular, junto a Charlie, Lola, Rocky, Coco o Lucy.
“Desde animales de compañía hasta perros retirados del servicio militar, esta nueva legislación reconoce la relación especial que existe entre los neoyorquinos y sus mascotas”, señala George Webster, presidente de la asociación de cementerios de Nueva York. Deja claro, eso sí, que la nueva regulación hay que entenderla como una opción que tiene los residentes, no como un requerimiento.
Webster explica que cada vez más familias se presentan con los restos incinerados de mascotas, solicitando la posibilidad de que puedan reposar con sus antiguos dueños. Es lo que pasó a la multimillonaria Leona Helmsley. Ella falleció en 2007. Su perro Trouble lo hizo cuatro años después, tras dejarle 12 millones de dólares de herencia. Ahora podrá tenerlo en el mausoleo familiar en Sleepy Hollow.
“La legislación estaba desfasada”, añade Webster. Es también una nueva vía de ingresos para los cementerios que ofrezcan este servicio a las familias, que deberán definir el coste de cualquier modificación en las tumbas o los nichos. Hasta ahora solo Florida, Nueva Jersey, Pensilvania y Virginia permitían enterrar a humanos y mascotas en el mismo cementerio, con ciertas restricciones.
Hace tres años que Nueva York permitió que los cementerios privados de mascotas aceptaran que las cenizas humanas pudieran estar junto a la de sus animales. Y también desde el año pasado, los dueños pueden llevar a sus perros a las terrazas de los restaurantes. Los cementerios propiedad o gestionados por asociaciones o sociedades religiosas están excluidos de la normativa.