Obama señala que la desconfianza con Rusia impide un pacto sobre Siria

Concluye sin acuerdo una reunión de 90 minutos entre los presidentes de EEUU y Rusia

Macarena Vidal Liy
Hangzhou, El País
Una nueva oportunidad ha pasado de largo. Los civiles que necesitan auxilio en Siria tendrán que seguir esperando a que los diplomáticos de EE UU y Rusia vuelvan a reunirse en alguna capital internacional para retomar sus negociaciones sobre un posible alto el fuego. Pese a una reunión entre sus dos presidentes que se prolongó más de lo previsto, la desconfianza acumulada entre los dos gobiernos, ha apuntado Barack Obama, impidió llegar a un acuerdo en la cumbre del G20 concluida este lunes en Hangzhou (China).


Obama y el presidente ruso, Vladímir Putin, se reunieron antes de la clausura durante 90 minutos para tratar sobre el escurridizo acuerdo. Las negociaciones entre el secretario de Estado, John Kerry, y el ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, que se sumaron a toda una serie de conversaciones diplomáticas entre los líderes en los márgenes de la cumbre, habían concluido horas antes sin lograr aproximar posturas.

Ambos, que apoyan a bandos distintos en la guerra civil iniciada en 2010, tratan desde hace semanas de llegar a un entendimiento que permita un alto el fuego —“significativo, serio y viable”, según precisó Obama— para el suministro de ayuda humanitaria. Y que abra el camino a una cooperación militar contra los “enemigos comunes”, el Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) y el Frente de la Conquista, el antiguo Frente Al Nusra y brazo de Al Qaeda en Siria.

Mientras los líderes negociaban en Hangzhou, en Siria docenas de personas morían en una cadena de explosiones que se ha atribuido el ISIS.

Putin se mostró más optimista que Obama sobre la posibilidad de poder anunciar el acuerdo próximamente. En una rueda de prensa al cierre de la cumbre, el líder ruso expresó su esperanza de cerrar con éxito las negociaciones en cuestión de semanas. “Constatamos cierto acercamiento de posturas” sobre opciones para rebajar la tensión y lograr soluciones aceptables para las dos capitales, explicó. No obstante, no precisó en qué áreas había detectado esa aproximación o cuáles podrían ser los términos del acuerdo.

Obama vino a admitir que el problema de fondo es la falta de confianza que existe entre las dos partes. Desconfianza en general entre Washington y Moscú, cuyas relaciones han ido cada vez a peor pese al famoso “reinicio” de 2009. Y desconfianza, en el caso estadounidense, de que Rusia vaya a ejercer la presión suficiente sobre el Ejército sirio como para hacer que las tropas leales a Bachar el Asad vayan a respetar el alto el fuego.

El alto el fuego acordado en febrero pasado no se respetó y las tropas de El Asad volvieron a bombardear a los rebeldes. Eso facilitó el camino para que estas milicias, incluidas aquellas con vínculos terroristas, pudieran reclutar a más simpatizantes, explicó Obama. “Es una situación muy peligrosa”.

“Dado el déficit de confianza que existe, es una negociación dura”, consideró Obama, “no hemos resuelto aún las diferencias de una manera que pensemos que pueda funcionar”. Pero, insistió, no va a perder la esperanza. Los dos presidentes han dado instrucciones a sus respectivos jefes de diplomacia para que retomen la negociación en los próximos días.

La situación en Siria acaparó la actividad diplomática de los líderes durante la cumbre de Hangzhou, que los anfitriones chinos aspiraban a centrar en la búsqueda de soluciones para relanzar la maltrecha economía mundial pero que se clausuró sin anuncios notables.

La canciller alemana, Angela Merkel, que el domingo habló por espacio de casi dos horas con Putin, subrayó antes de abandonar la ciudad china la “extrema urgencia” de establecer un corredor humanitario que permita el suministro de ayuda a Alepo, que antes de la guerra era la mayor población del país árabe. Cerca de 250.000 residentes permanecen atrapados en el este de la ciudad, que El Asad quiere arrancar a los rebeldes.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, que también participó en la cumbre de las 20 principales economías del mundo, indicó por su parte que trata con Estados Unidos y Rusia para tratar de establecer un alto el fuego en Alepo antes de la festividad religiosa musulmana de Id el Ada, en torno al 11 de septiembre.

En sus conversaciones al margen del plenario de la cumbre, los líderes también trataron sobre Ucrania. El presidente francés, François Hollande, confirmó que en las próximas semanas se celebrará una cumbre a cuatro entre su país, Alemania, Ucrania y Rusia. “Debemos continuar el proceso de Minsk, solucionar los puntos que lo bloquean, como la puesta en marcha del estatuto especial, la situación de la seguridad y la desconfianza”.

La situación ucraniana también dominó la reunión entre Obama y Putin. En tanto el acuerdo de Minsk no empiece a aplicarse, advirtió el presidente de EE UU, Washington no levantará las sanciones económicas que impone contra Moscú.

Pese a que Pekín quería esquivarlo, las tensiones por las disputas territoriales en las aguas del sur y el este de China también asomaron la cabeza en el G20. Obama instó, en su bilateral con Xi Jinping, a respetar el laudo de una corte de arbitraje que rechaza las reclamaciones de soberanía chinas en esas aguas. Xi también se reunió con el primer ministro japonés, Shinzo Abe, por primera vez en más de un año. En un clima notablemente más cordial, ambos expresaron la necesidad de dejar de lado sus discordias.

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