Donald Trump elogia a Luis Videgaray tras atribuirse el mérito de su dimisión
El republicano califica de "brillante" al ex secretario de Hacienda después de describir su renuncia como un éxito de su viaje a México
Joan Faus
Washington, El País
El culebrón continúa. Al día siguiente de atribuirse el mérito de su dimisión, Donald Trump elogió este jueves a Luis Videgaray, que renunció el miércoles como secretario de Hacienda mexicano como consecuencia de la polémica visita del candidato republicano a México.
"México ha perdido a un ministro de finanzas brillante y a un hombre maravilloso que yo sé que tiene todo el respeto del presidente Peña Nieto", escribió Trump en Twitter. "Con Luis, México y Estados Unidos habrían llegado a acuerdos maravillosos juntos, acuerdos que habrían beneficiado tanto a México como a Estados Unidos", añadió.
El candidato a las elecciones presidenciales de noviembre se jactó el miércoles de la polémica desatada por su entrevista con el presidente Enrique Peña Nieto al asegurar que la dimisión de Videgaray es una prueba del éxito de su visita al país vecino y de sus credenciales en política exterior.
El marco fue un coloquio sobre seguridad nacional organizado por la cadena NBC. Preguntado si los estadounidenses debían fiarse de sus habilidades como comandante en jefe, Trump respondió: “Creo que completamente. Creo que si miras a lo que pasó en México el otro día (...) Les comuniqué la posición de Estados Unidos. Quiero decir, hemos sido gravemente dañados por México”. Y añadió: “Y si miras a lo que ha pasado, mira a las consecuencias hoy en que la gente que organizó el viaje en México ha sido forzada fuera del Gobierno. Así de bien lo hicimos”.
Videgaray, uno de los hombres más cercanos a Peña Nieto, dimitió este miércoles tras ser señalado como el artífice de la reunión, una semana antes en Ciudad de México, del mandatario mexicano con el aspirante republicano a la Casa Blanca. El encuentro ha desatado una tormenta política en el país tras no pedir Trump perdón por sus insultos a los mexicanos durante la campaña electoral e insistir, tras la entrevista, en que México pagaría el muro fronterizo que promete construir.
El viaje permitió a Trump intentar proyectar una imagen de estadista calmado ante la opinión pública estadounidense, que tuvo por primera vez un anticipo de lo que podría suponer tenerle como presidente en la arena internacional.
Desde entonces, el magnate inmobiliario ha explotado tanto como ha podido la reunión con Peña Nieto para venderla como un éxito, mientras que su rival, la demócrata Hillary Clinton, ha rechazado la invitación de reunirse con el presidente mexicano.
El martes, el republicano acusó al presidente mexicano de haber vulnerado las reglas del encuentro, que, según dijo, fijaban que no hablarían del coste del muro. Tras la reunión, surgieron versiones contradictorias que finiquitaron el clima conciliador que ambas partes habían buscado.
En la rueda de prensa junto al presidente mexicano, el candidato explicó que hablaron del muro fronterizo pero no del coste. Peña Nieto no dijo nada sobre el muro ante la prensa, pero esa misma tarde escribió en Twitter: “Al inicio de la conversación con Donald Trump dejé claro que México no pagará por el muro”. Pero horas después, en un mitin en Arizona, el candidato a la Casa Blanca contraatacó y rompió todos los puentes que acababa de tender al proclamar: “México pagará el muro. Al 100%. Todavía no lo saben, pero pagarán por el muro”.
Asunto central de campaña
Las consecuencias de su visita le permiten a Trump mantener a México como el asunto central que ha sido desde el primer día de su campaña. En junio de 2015, cuando anunció su candidatura a la nominación republicana, que entonces parecía una posibilidad remota, el multimillonario neoyorquino ya avanzó sus grandes líneas de ataque al país vecino con un discurso nacionalista y xenófobo.
Acusó a México de enviar “drogas” y “violadores” a través de la frontera. Prometió que, de llegar a la presidencia, construiría un muro en la frontera y haría que “México lo pague”. Y acusó a México y China de robar empleos estadounidenses como consecuencia de la deslocalización comercial provocada por la globalización. A las pocas semanas, prometió deportar a todos los inmigrantes indocumentados que hay en EE UU, aunque recientemente ha rebajado esa propuesta.
En el anuncio de su candidatura, Trump proclamó: “México no es nuestro amigo”. El objetivo de la frase, aunque matizado, sigue vigente 15 meses después. Y, presumiblemente, Trump explotará hasta la votación del 8 de noviembre su mensaje de mano dura en inmigración.
Joan Faus
Washington, El País
El culebrón continúa. Al día siguiente de atribuirse el mérito de su dimisión, Donald Trump elogió este jueves a Luis Videgaray, que renunció el miércoles como secretario de Hacienda mexicano como consecuencia de la polémica visita del candidato republicano a México.
"México ha perdido a un ministro de finanzas brillante y a un hombre maravilloso que yo sé que tiene todo el respeto del presidente Peña Nieto", escribió Trump en Twitter. "Con Luis, México y Estados Unidos habrían llegado a acuerdos maravillosos juntos, acuerdos que habrían beneficiado tanto a México como a Estados Unidos", añadió.
El candidato a las elecciones presidenciales de noviembre se jactó el miércoles de la polémica desatada por su entrevista con el presidente Enrique Peña Nieto al asegurar que la dimisión de Videgaray es una prueba del éxito de su visita al país vecino y de sus credenciales en política exterior.
El marco fue un coloquio sobre seguridad nacional organizado por la cadena NBC. Preguntado si los estadounidenses debían fiarse de sus habilidades como comandante en jefe, Trump respondió: “Creo que completamente. Creo que si miras a lo que pasó en México el otro día (...) Les comuniqué la posición de Estados Unidos. Quiero decir, hemos sido gravemente dañados por México”. Y añadió: “Y si miras a lo que ha pasado, mira a las consecuencias hoy en que la gente que organizó el viaje en México ha sido forzada fuera del Gobierno. Así de bien lo hicimos”.
Videgaray, uno de los hombres más cercanos a Peña Nieto, dimitió este miércoles tras ser señalado como el artífice de la reunión, una semana antes en Ciudad de México, del mandatario mexicano con el aspirante republicano a la Casa Blanca. El encuentro ha desatado una tormenta política en el país tras no pedir Trump perdón por sus insultos a los mexicanos durante la campaña electoral e insistir, tras la entrevista, en que México pagaría el muro fronterizo que promete construir.
El viaje permitió a Trump intentar proyectar una imagen de estadista calmado ante la opinión pública estadounidense, que tuvo por primera vez un anticipo de lo que podría suponer tenerle como presidente en la arena internacional.
Desde entonces, el magnate inmobiliario ha explotado tanto como ha podido la reunión con Peña Nieto para venderla como un éxito, mientras que su rival, la demócrata Hillary Clinton, ha rechazado la invitación de reunirse con el presidente mexicano.
El martes, el republicano acusó al presidente mexicano de haber vulnerado las reglas del encuentro, que, según dijo, fijaban que no hablarían del coste del muro. Tras la reunión, surgieron versiones contradictorias que finiquitaron el clima conciliador que ambas partes habían buscado.
En la rueda de prensa junto al presidente mexicano, el candidato explicó que hablaron del muro fronterizo pero no del coste. Peña Nieto no dijo nada sobre el muro ante la prensa, pero esa misma tarde escribió en Twitter: “Al inicio de la conversación con Donald Trump dejé claro que México no pagará por el muro”. Pero horas después, en un mitin en Arizona, el candidato a la Casa Blanca contraatacó y rompió todos los puentes que acababa de tender al proclamar: “México pagará el muro. Al 100%. Todavía no lo saben, pero pagarán por el muro”.
Asunto central de campaña
Las consecuencias de su visita le permiten a Trump mantener a México como el asunto central que ha sido desde el primer día de su campaña. En junio de 2015, cuando anunció su candidatura a la nominación republicana, que entonces parecía una posibilidad remota, el multimillonario neoyorquino ya avanzó sus grandes líneas de ataque al país vecino con un discurso nacionalista y xenófobo.
Acusó a México de enviar “drogas” y “violadores” a través de la frontera. Prometió que, de llegar a la presidencia, construiría un muro en la frontera y haría que “México lo pague”. Y acusó a México y China de robar empleos estadounidenses como consecuencia de la deslocalización comercial provocada por la globalización. A las pocas semanas, prometió deportar a todos los inmigrantes indocumentados que hay en EE UU, aunque recientemente ha rebajado esa propuesta.
En el anuncio de su candidatura, Trump proclamó: “México no es nuestro amigo”. El objetivo de la frase, aunque matizado, sigue vigente 15 meses después. Y, presumiblemente, Trump explotará hasta la votación del 8 de noviembre su mensaje de mano dura en inmigración.