El historial de discriminación de Trump lastra su acercamiento al votante negro
El candidato republicano y su padre fueron demandados en los años 70 por negarse a alquilar pisos a afroamericanos
Silvia Ayuso
Washington, El País
Donald Trump ha copado titulares esta semana con un discurso dirigido a los afroamericanos plagado de estereotipos raciales como que los negros son pobres, tienen una educación baja y viven en barrios peligrosos que solo él, como presidente, podrá mejorar. No es la primera vez. El debut mediático del hoy candidato presidencial republicano, a comienzos de los años 70, también tuvo un trasfondo racista: la acusación formal del Departamento de Justicia contra la empresa que dirigían su padre y él por rechazar alquilar algunas de sus viviendas a negros e hispanos, una práctica ilegal según la Ley de Vivienda Justa de 1968.
“Importante arrendador acusado de prejuicio contra los negros en la ciudad”, leía el titular de portada de The New York Times del 16 de octubre de 1973. El artículo explicaba que el Departamento de Justicia había dado el paso de denunciar a los Trump —Donald, que entonces tenía 27 años, ocupaba la presidencia de la Trump Management Corporation que dirigía su padre, Fred Trump— por “negarse a alquilar o a renegociar alquileres por la raza o color” de los interesados. También acusaba a los Trump de ofrecer diferentes condiciones de alquiler a afroamericanos. A los potenciales inquilinos de esa raza les decían que no tenía viviendas disponibles en los edificios en barrios más acomodados o de mayoría blanca.
Entre las pruebas aportadas, se presentaron los testimonios de “probadores”, personas de distintas razas enviadas ex profeso por el Departamento de Justicia como parte de su investigación para intentar alquilar una vivienda de los Trump. Mientras que a los blancos se les decía que sí tenían pisos libres, a los afroamericanos se les decía que no o se les alentaba a mirar propiedades en otras zonas de la ciudad donde habitaban más minorías raciales. Un empleado de uno de los edificios incluso testificó que le obligaban a marcar con una “C” de “colored” (persona de color) las solicitudes de negros.
Tal como recuerda ahora el Times en otro artículo en el que cita a algunos testigos de la época, las primeras declaraciones de Donald Trump al diario neoyorquino fueron para rechazar como “absolutamente ridículas” las alegaciones del Departamento de Justicia. “Nunca hemos discriminado, y nunca lo haríamos”, aseveró al rotativo, algo que volvió a afirmar en una declaración jurada dos meses más tarde.
“Si me atacan, respondo”, ha reiterado Trump en los últimos meses de campaña para justificar sus acaloradas respuestas y ataques en las redes sociales a periodistas, políticos y cualquiera en general que se atreva a cuestionarlo. Una táctica que ya puso en práctica en esos primeros años de tropiezos raciales: Trump organizó una rueda de prensa en Manhattan en la que afirmó que las acusaciones eran “mentiras intolerables” y que lo que su compañía evitaba era alquilar a personas dependientes de asistencia social, pero que eso no tenía nada que ver con su raza, recordaba en otro artículo sobre este incidente The Washington Post. Y contraatacó reclamándole al Gobierno 100 millones de dólares por acusarle falsamente de discriminación. Un gesto que recuerda a las demandas monetarias que Trump puso a los chefs que el año pasado se retiraron de su proyecto de hotel de lujo en Washington, entre ellos el español José Andrés, por llamar “violadores” y “criminales” a los inmigrantes al inicio de su campaña electoral.
El caso concluyó dos años más tarde con un acuerdo negociado sin obligar a los Trump a admitir su culpa. El joven empresario hoy devenido en aspirante a la Casa Blanca se declaró victorioso tras el resultado, destaca The New York Times.
Este enfrentamiento judicial no fue el único incidente racial del magnate inmobiliario que en los años 80 asumió totalmente el control de la empresa familiar que sigue dirigiendo hasta hoy con sus hijos. El que fuera presidente del Trump Plaza Hotel and Casino en Atlantic City, John O’Donnell, recuerda en sus memorias (Trumped, la historia interna del verdadero Donald Trump) una anécdota racista en una conversación con su antiguo jefe, del que no partió en buenos términos, como demuestra el libro. “Tengo contables negros en Trump Castle y en el Trump Plaza, ¡tipos negros contando mi dinero!”, cita O’Donnell a Trump. “Lo odio, el único tipo de personas que quiero que cuente mi dinero son los tipos bajitos que llevan yarmulkes (la kipá judía) todo el día. Nadie más. Además, te tengo que decir algo más: creo que ese tipo es vago. Y probablemente ni siquiera sea su culpa, porque la pereza es algo común en los negros. Lo es, así lo creo, no es algo que puedan controlar”, agregó Trump, según el recuento de su exempleado. Cuando este le dijo que no debería decir cosas así, Trump supuestamente respondió: “Tienes razón, si alguien me escuchara diciendo estas cosas… tendría un montón de problemas. Pero es como lo siento”.
The Washington Post rescató esta anécdota en julio, en un artículo en el que indicaba que Trump declaró a la revista Playboy que el recuerdo de O’Donnell era “probablemente verdad”, pero que este mismo año lo negó en una entrevista con el propio Post, en el que además negó categóricamente ser racista. “Soy la persona menos racista que hayas entrevistado jamás”, le dijo.
Silvia Ayuso
Washington, El País
Donald Trump ha copado titulares esta semana con un discurso dirigido a los afroamericanos plagado de estereotipos raciales como que los negros son pobres, tienen una educación baja y viven en barrios peligrosos que solo él, como presidente, podrá mejorar. No es la primera vez. El debut mediático del hoy candidato presidencial republicano, a comienzos de los años 70, también tuvo un trasfondo racista: la acusación formal del Departamento de Justicia contra la empresa que dirigían su padre y él por rechazar alquilar algunas de sus viviendas a negros e hispanos, una práctica ilegal según la Ley de Vivienda Justa de 1968.
“Importante arrendador acusado de prejuicio contra los negros en la ciudad”, leía el titular de portada de The New York Times del 16 de octubre de 1973. El artículo explicaba que el Departamento de Justicia había dado el paso de denunciar a los Trump —Donald, que entonces tenía 27 años, ocupaba la presidencia de la Trump Management Corporation que dirigía su padre, Fred Trump— por “negarse a alquilar o a renegociar alquileres por la raza o color” de los interesados. También acusaba a los Trump de ofrecer diferentes condiciones de alquiler a afroamericanos. A los potenciales inquilinos de esa raza les decían que no tenía viviendas disponibles en los edificios en barrios más acomodados o de mayoría blanca.
Entre las pruebas aportadas, se presentaron los testimonios de “probadores”, personas de distintas razas enviadas ex profeso por el Departamento de Justicia como parte de su investigación para intentar alquilar una vivienda de los Trump. Mientras que a los blancos se les decía que sí tenían pisos libres, a los afroamericanos se les decía que no o se les alentaba a mirar propiedades en otras zonas de la ciudad donde habitaban más minorías raciales. Un empleado de uno de los edificios incluso testificó que le obligaban a marcar con una “C” de “colored” (persona de color) las solicitudes de negros.
Tal como recuerda ahora el Times en otro artículo en el que cita a algunos testigos de la época, las primeras declaraciones de Donald Trump al diario neoyorquino fueron para rechazar como “absolutamente ridículas” las alegaciones del Departamento de Justicia. “Nunca hemos discriminado, y nunca lo haríamos”, aseveró al rotativo, algo que volvió a afirmar en una declaración jurada dos meses más tarde.
“Si me atacan, respondo”, ha reiterado Trump en los últimos meses de campaña para justificar sus acaloradas respuestas y ataques en las redes sociales a periodistas, políticos y cualquiera en general que se atreva a cuestionarlo. Una táctica que ya puso en práctica en esos primeros años de tropiezos raciales: Trump organizó una rueda de prensa en Manhattan en la que afirmó que las acusaciones eran “mentiras intolerables” y que lo que su compañía evitaba era alquilar a personas dependientes de asistencia social, pero que eso no tenía nada que ver con su raza, recordaba en otro artículo sobre este incidente The Washington Post. Y contraatacó reclamándole al Gobierno 100 millones de dólares por acusarle falsamente de discriminación. Un gesto que recuerda a las demandas monetarias que Trump puso a los chefs que el año pasado se retiraron de su proyecto de hotel de lujo en Washington, entre ellos el español José Andrés, por llamar “violadores” y “criminales” a los inmigrantes al inicio de su campaña electoral.
El caso concluyó dos años más tarde con un acuerdo negociado sin obligar a los Trump a admitir su culpa. El joven empresario hoy devenido en aspirante a la Casa Blanca se declaró victorioso tras el resultado, destaca The New York Times.
Este enfrentamiento judicial no fue el único incidente racial del magnate inmobiliario que en los años 80 asumió totalmente el control de la empresa familiar que sigue dirigiendo hasta hoy con sus hijos. El que fuera presidente del Trump Plaza Hotel and Casino en Atlantic City, John O’Donnell, recuerda en sus memorias (Trumped, la historia interna del verdadero Donald Trump) una anécdota racista en una conversación con su antiguo jefe, del que no partió en buenos términos, como demuestra el libro. “Tengo contables negros en Trump Castle y en el Trump Plaza, ¡tipos negros contando mi dinero!”, cita O’Donnell a Trump. “Lo odio, el único tipo de personas que quiero que cuente mi dinero son los tipos bajitos que llevan yarmulkes (la kipá judía) todo el día. Nadie más. Además, te tengo que decir algo más: creo que ese tipo es vago. Y probablemente ni siquiera sea su culpa, porque la pereza es algo común en los negros. Lo es, así lo creo, no es algo que puedan controlar”, agregó Trump, según el recuento de su exempleado. Cuando este le dijo que no debería decir cosas así, Trump supuestamente respondió: “Tienes razón, si alguien me escuchara diciendo estas cosas… tendría un montón de problemas. Pero es como lo siento”.
The Washington Post rescató esta anécdota en julio, en un artículo en el que indicaba que Trump declaró a la revista Playboy que el recuerdo de O’Donnell era “probablemente verdad”, pero que este mismo año lo negó en una entrevista con el propio Post, en el que además negó categóricamente ser racista. “Soy la persona menos racista que hayas entrevistado jamás”, le dijo.