Donald Trump quiere convertirse en el ‘sheriff’ de América
El candidato asume el mantra nixoniano de "la ley y el orden" y dedica la primera jornada de la convención a la seguridad
Amanda Mars
Cleveland, El País
Donald Trump ha decidido hacer suyo el mantra nixoniano de la ley y el orden. El candidato republicano, a punto de coronarse como tal en la convención del partido que este lunes ha arrancado en Cleveland (Ohio), se ha arrogado el papel de sheriff de América en el fragor de unos días aciagos, marcados por las tensiones raciales. El empresario promete mano dura y victoria, un vago enfoque de la seguridad que se alinea con el de el resto de ámbitos, un acto de fe en su figura.
Cleveland parece una fortaleza. Los conflictos raciales y los asesinatos de policías de la última semana en Baton Rouge y Dallas han alimentado el temor al devenir de las múltiples protestas organizadas y han sumido la zona en ese binomio imposible que se llama “calma tensa”. No hay un escenario mejor para el nuevo mensaje trumpista, que ha agitado el discurso del miedo de Bush tras el 11-S y ha decidido presentarse ante el mundo como el candidato de “la ley y el orden”.
Es a Richard Nixon a quien se le atribuye más a menudo la expresión, a su discurso de la Convención Republicana de 1968, pero las tensiones actuales parecen de parque temático comparadas con el ambiente de hace medio siglo, con los graves disturbios raciales en Los Ángeles, los asesinatos de Bob Kennedy y Martin Luther King y las protestas por la guerra de Vietnam.
En la primera jornada de la Convención, el lunes, dedicada precisamente a la seguridad, contribuyeron al relato de Trump figuras significativas, como el alcalde de Nueva York en el 11-S, Rudy Giuliani, conocido como "el alcalde de América" por su gestión de la crisis de los atentados, y recordado también por la mano de hierro que aplicó en la ciudad contra la delincuencia.
El público enloqueció con Giuliani, que hizo un discurso apasionado en el que empezó ensalzando a los policías que "se juegan la vida por proteger "a blancos, negros, latinos... a todos". Es hora, dijo, de hacer que América "vuelva a ser segura", de la misma manera que él hizo que Nueva York pasara de ser "la capital del crimen" a resultar la más segura de entre las grandes metrópolis de EE UU. "Lo que yo hice por Nueva York, Trump lo hará por América".
La versión trumpiana de la ley y el orden defiende la tortura por ahogamiento en la lucha contra el terrorismo del ISIS, ha abogado por prohibir la entrada de musulmanes al país y culpa a Obama de una falta de liderazgo que a su juicio ha puesto al país en peligro. "Somos los candidatos de la ley y el orden", recalcó Trump este fin de semana, al presentar a su número dos, el aspirante a vicepresidente Mike Pence.
Una seguidora de Trump en la Convención de Cleveland. Amanda Mars
Cuatro años antes que Nixon, ya enarboló la misma bandera Barry Goldwater en una áspera convención que guarda más similitudes con la actual. Goldwater, del ala más conservadora del partido, salió elegido para disgusto de buena parte de la dirección del partido. La victoria de Trump también ha sumido al establishment republicano en el desconcierto, aunque esta vez el candidato no es conservador, tampoco es moderado, es un outsider, una criatura políticamente inclasificable.
Aun así, el partido ha acabado abrazando algunos de sus planteamientos más crispados. El programa que los republicanos votaron este lunes adopta ni más ni menos que el polémico muro de separación que el magnate propuso construir entre México y Estados Unidos para frenar la inmigración ilegal.
Inmigrantes ilegales como criminales
La primera velada llevaba como lema "Hacer América segura de nuevo", pero la inmigración estuvo muy presente en los discursos, algo muy significativo. Hubo una criminalización de los inmigrantes ilegales directa, cuando hablaron las madres de dos chicos asesinados por extranjeros indocumentados con varios delitos a la espalda.
Los discursos de algunos veteranos de la guerra de Libia también dejaron claro que los republicanos van a seguir culpando a Hillary Clinton del atentado al consulado estadounidense de Bengasi cuando era secretaria de Estado, aunque el informe final sobre el ataque la exculpa. Pat Smith, la madre de un marine caído allí conmovió al público cuando clamó: "Culpo personalmente a Hillary Clinton de la muerte de mi hijo".
La exaltación de las fuerzas de seguridad y de los militares durante la jornada chirría con un pasado reciente del candidato in péctore republicano, cuando se mofó de la consideración John McCain como héroe de guerra. Pero cada día tiene su afán.
Amanda Mars
Cleveland, El País
Donald Trump ha decidido hacer suyo el mantra nixoniano de la ley y el orden. El candidato republicano, a punto de coronarse como tal en la convención del partido que este lunes ha arrancado en Cleveland (Ohio), se ha arrogado el papel de sheriff de América en el fragor de unos días aciagos, marcados por las tensiones raciales. El empresario promete mano dura y victoria, un vago enfoque de la seguridad que se alinea con el de el resto de ámbitos, un acto de fe en su figura.
Cleveland parece una fortaleza. Los conflictos raciales y los asesinatos de policías de la última semana en Baton Rouge y Dallas han alimentado el temor al devenir de las múltiples protestas organizadas y han sumido la zona en ese binomio imposible que se llama “calma tensa”. No hay un escenario mejor para el nuevo mensaje trumpista, que ha agitado el discurso del miedo de Bush tras el 11-S y ha decidido presentarse ante el mundo como el candidato de “la ley y el orden”.
Es a Richard Nixon a quien se le atribuye más a menudo la expresión, a su discurso de la Convención Republicana de 1968, pero las tensiones actuales parecen de parque temático comparadas con el ambiente de hace medio siglo, con los graves disturbios raciales en Los Ángeles, los asesinatos de Bob Kennedy y Martin Luther King y las protestas por la guerra de Vietnam.
En la primera jornada de la Convención, el lunes, dedicada precisamente a la seguridad, contribuyeron al relato de Trump figuras significativas, como el alcalde de Nueva York en el 11-S, Rudy Giuliani, conocido como "el alcalde de América" por su gestión de la crisis de los atentados, y recordado también por la mano de hierro que aplicó en la ciudad contra la delincuencia.
El público enloqueció con Giuliani, que hizo un discurso apasionado en el que empezó ensalzando a los policías que "se juegan la vida por proteger "a blancos, negros, latinos... a todos". Es hora, dijo, de hacer que América "vuelva a ser segura", de la misma manera que él hizo que Nueva York pasara de ser "la capital del crimen" a resultar la más segura de entre las grandes metrópolis de EE UU. "Lo que yo hice por Nueva York, Trump lo hará por América".
La versión trumpiana de la ley y el orden defiende la tortura por ahogamiento en la lucha contra el terrorismo del ISIS, ha abogado por prohibir la entrada de musulmanes al país y culpa a Obama de una falta de liderazgo que a su juicio ha puesto al país en peligro. "Somos los candidatos de la ley y el orden", recalcó Trump este fin de semana, al presentar a su número dos, el aspirante a vicepresidente Mike Pence.
Una seguidora de Trump en la Convención de Cleveland. Amanda Mars
Cuatro años antes que Nixon, ya enarboló la misma bandera Barry Goldwater en una áspera convención que guarda más similitudes con la actual. Goldwater, del ala más conservadora del partido, salió elegido para disgusto de buena parte de la dirección del partido. La victoria de Trump también ha sumido al establishment republicano en el desconcierto, aunque esta vez el candidato no es conservador, tampoco es moderado, es un outsider, una criatura políticamente inclasificable.
Aun así, el partido ha acabado abrazando algunos de sus planteamientos más crispados. El programa que los republicanos votaron este lunes adopta ni más ni menos que el polémico muro de separación que el magnate propuso construir entre México y Estados Unidos para frenar la inmigración ilegal.
Inmigrantes ilegales como criminales
La primera velada llevaba como lema "Hacer América segura de nuevo", pero la inmigración estuvo muy presente en los discursos, algo muy significativo. Hubo una criminalización de los inmigrantes ilegales directa, cuando hablaron las madres de dos chicos asesinados por extranjeros indocumentados con varios delitos a la espalda.
Los discursos de algunos veteranos de la guerra de Libia también dejaron claro que los republicanos van a seguir culpando a Hillary Clinton del atentado al consulado estadounidense de Bengasi cuando era secretaria de Estado, aunque el informe final sobre el ataque la exculpa. Pat Smith, la madre de un marine caído allí conmovió al público cuando clamó: "Culpo personalmente a Hillary Clinton de la muerte de mi hijo".
La exaltación de las fuerzas de seguridad y de los militares durante la jornada chirría con un pasado reciente del candidato in péctore republicano, cuando se mofó de la consideración John McCain como héroe de guerra. Pero cada día tiene su afán.