“¿Del ISIS? ¡Pero si ni rezaba, ni ayunaba por Ramadán!”
Declaraciones de familiares, amigos y vecinos dibujan un perfil del asesino de Niza
Ricard González
El País
Al mediodía, cae un sol de justicia en la ciudad de M'Saken. Media docena de hombres están apostados con cara de pocos amigos frente a la casa de Mohamed Lahouaiej Bouhlel, el joven tunecino que arremetió contra una multitud en Niza la noche del pasado jueves provocando la muerte de más de 80 personas. Entre ellos, su hermano pequeño, un joven musculoso y engominado. El viernes, agredió a varios periodistas que se acercaron a la vivienda familiar. Este sábado, su humor había mejorado algo. “¿Tú cómo sabes que fue él? No basta con que hayan encontrado su tarjeta de residencia”, comenta con una mirada desafiante. El mismo día del atentado, Mohamed le envió un selfie sonriente que muestra en su teléfono móvil. Dos días después la tragedia, la familia todavía está en estado de shock.
A partir de las declaraciones de familiares, amigos y vecinos, se dibuja un perfil similar al de los autores de otras matanzas recientes en Occidente reivindicadas por el yihadismo: un joven inestable, hijo de la emigración —llegó a Francia en 2005, con apenas 20 años— y con impulsos violentos. Sin embargo, para nada religioso o interesado en la política. “¿Del ISIS? ¡Pero si ni rezaba ni ayunaba por Ramadán!”, espeta su hermano, que prefiere no revelar su nombre a la prensa. “Le gustaba el deporte y salir por la noche a bailar salsa”, añade para reafirmarse. Ahora bien, sí reconoce que tenía un carácter “agresivo”. Apenas unas horas antes, el ISIS se atribuyó la acción.
“¿Del ISIS? ¡Pero si ni rezaba, ni ayunaba por Ramadán!”
Varios medios locales aseguraron este sábado que Lahouaiej era hijo de un activista islamista que fue encarcelado durante la dictadura de Ben Alí. No obstante, Jalal Rouiss, responsable del partido islamista Ennahda en la localidad matiza estas informaciones. “Monzar, el padre, pasó medio año en la cárcel simplemente por oponerse al relevo de un imán. Pero no ha sido nunca una persona activa políticamente”, explica este médico en su despacho del centro de la ciudad. De hecho, tras la revolución, una vez Ennahda ya fue legalizado, no se afilió. “Es un agricultor, un hombre muy simple ... Quizás es simpatizante nuestro, pero no más”, agrega Rouiss, que recuerda orgulloso que la ciudad es un bastión de Ennahda.
"Era un chico muy inestable"
Shukri Amimi, cuñado de Lahouaiej, confirma que su relación con la familia, sobre todo con sus padres, era tirante. Hacía cuatro años que no pisaba Túnez, y ni tan siquiera asistió a la boda de su hermana. “Tenía problemas psicológicos. Todo el mundo lo sabe. Así lo diagnosticó un médico”, asegura ante varios medios tras salir de la residencia familiar. “Él fumaba, bebía ... se metía de todo”. Fuad, un comerciante amigo de la familia, confirma un tema en boca de todo M'Saken: “Era un chico muy inestable”.
Adolescente algo pendenciero, a Lahoueij un matrimonio de conveniencia que desembocó en divorcio, y la pérdida de la custodia de sus tres hijos, le trastornó profundamente. “Se casó con su prima porque ella era residente en Francia, y eso le daba acceso a emigrar allí legalmente. Es una práctica muy habitual aquí”, explica Hatem Gazeh, un periodista de la radio local. No en vano, estima que actualmente viven en Niza unas 20.000 personas originarias de M'Saken, una ciudad mediana de unos 100.000 habitantes, situada a unos 150 kilómetros al sur de la capital, y a solo 10 de Susa, uno de los centros turísticos del país.
Además de conmoción por la tragedia de Niza, los vecinos están preocupados por las repercusiones que sufrirán sus familiares residentes en Francia. “Tengo miedo que la policía acose ahora a la comunidad o que tengan más problemas para encontrar trabajo”, confiesa Gazeh, cuyo hermano, abuelos y otros 30 familiares emigraron a Niza. Por la tarde, la sociedad civil organizó una manifestación de repulsa del atentado. Los habitantes de la M'Saken se muestran orgullosos de que ninguo de los 5.000 tunecinos que se calcula que se han alistado a grupos yihadistas para luchar en Siria o Iraq hayan salido de esta ciudad.
Ricard González
El País
Al mediodía, cae un sol de justicia en la ciudad de M'Saken. Media docena de hombres están apostados con cara de pocos amigos frente a la casa de Mohamed Lahouaiej Bouhlel, el joven tunecino que arremetió contra una multitud en Niza la noche del pasado jueves provocando la muerte de más de 80 personas. Entre ellos, su hermano pequeño, un joven musculoso y engominado. El viernes, agredió a varios periodistas que se acercaron a la vivienda familiar. Este sábado, su humor había mejorado algo. “¿Tú cómo sabes que fue él? No basta con que hayan encontrado su tarjeta de residencia”, comenta con una mirada desafiante. El mismo día del atentado, Mohamed le envió un selfie sonriente que muestra en su teléfono móvil. Dos días después la tragedia, la familia todavía está en estado de shock.
A partir de las declaraciones de familiares, amigos y vecinos, se dibuja un perfil similar al de los autores de otras matanzas recientes en Occidente reivindicadas por el yihadismo: un joven inestable, hijo de la emigración —llegó a Francia en 2005, con apenas 20 años— y con impulsos violentos. Sin embargo, para nada religioso o interesado en la política. “¿Del ISIS? ¡Pero si ni rezaba ni ayunaba por Ramadán!”, espeta su hermano, que prefiere no revelar su nombre a la prensa. “Le gustaba el deporte y salir por la noche a bailar salsa”, añade para reafirmarse. Ahora bien, sí reconoce que tenía un carácter “agresivo”. Apenas unas horas antes, el ISIS se atribuyó la acción.
“¿Del ISIS? ¡Pero si ni rezaba, ni ayunaba por Ramadán!”
Varios medios locales aseguraron este sábado que Lahouaiej era hijo de un activista islamista que fue encarcelado durante la dictadura de Ben Alí. No obstante, Jalal Rouiss, responsable del partido islamista Ennahda en la localidad matiza estas informaciones. “Monzar, el padre, pasó medio año en la cárcel simplemente por oponerse al relevo de un imán. Pero no ha sido nunca una persona activa políticamente”, explica este médico en su despacho del centro de la ciudad. De hecho, tras la revolución, una vez Ennahda ya fue legalizado, no se afilió. “Es un agricultor, un hombre muy simple ... Quizás es simpatizante nuestro, pero no más”, agrega Rouiss, que recuerda orgulloso que la ciudad es un bastión de Ennahda.
"Era un chico muy inestable"
Shukri Amimi, cuñado de Lahouaiej, confirma que su relación con la familia, sobre todo con sus padres, era tirante. Hacía cuatro años que no pisaba Túnez, y ni tan siquiera asistió a la boda de su hermana. “Tenía problemas psicológicos. Todo el mundo lo sabe. Así lo diagnosticó un médico”, asegura ante varios medios tras salir de la residencia familiar. “Él fumaba, bebía ... se metía de todo”. Fuad, un comerciante amigo de la familia, confirma un tema en boca de todo M'Saken: “Era un chico muy inestable”.
Adolescente algo pendenciero, a Lahoueij un matrimonio de conveniencia que desembocó en divorcio, y la pérdida de la custodia de sus tres hijos, le trastornó profundamente. “Se casó con su prima porque ella era residente en Francia, y eso le daba acceso a emigrar allí legalmente. Es una práctica muy habitual aquí”, explica Hatem Gazeh, un periodista de la radio local. No en vano, estima que actualmente viven en Niza unas 20.000 personas originarias de M'Saken, una ciudad mediana de unos 100.000 habitantes, situada a unos 150 kilómetros al sur de la capital, y a solo 10 de Susa, uno de los centros turísticos del país.
Además de conmoción por la tragedia de Niza, los vecinos están preocupados por las repercusiones que sufrirán sus familiares residentes en Francia. “Tengo miedo que la policía acose ahora a la comunidad o que tengan más problemas para encontrar trabajo”, confiesa Gazeh, cuyo hermano, abuelos y otros 30 familiares emigraron a Niza. Por la tarde, la sociedad civil organizó una manifestación de repulsa del atentado. Los habitantes de la M'Saken se muestran orgullosos de que ninguo de los 5.000 tunecinos que se calcula que se han alistado a grupos yihadistas para luchar en Siria o Iraq hayan salido de esta ciudad.