Obama califica el ataque de Orlando como “extremismo autóctono”
El presidente asegura que las autoridades "todavía no han encontrado pruebas de que actuara dirigido por un grupo terrorista"
Cristina F. Pereda
Joan Faus
Washington / Orlando, El País
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, aseguró este lunes que el FBI cumplió todos los protocolos durante las dos investigaciones realizadas a Omar Mateen, el presunto autor de la mayor matanza en Estados Unidos desde los atentados del 11-S. Obama afirmó tras una reunión con James Comey, el director de la agencia federal que “debemos asegurarnos de que no sea tan fácil conseguir armas para una persona que quiera hacer tanto daño”.
El mandatario ha calificado la masacre como “un claro ejemplo del extremismo autóctono que nos tiene preocupados desde hace tiempo". Obama ha asegurado que las autoridades estadounidenses "todavía no han encontrado pruebas de que actuara dirigido por un grupo terrorista", a pesar de que declaró su lealtad a ISIS durante una llamada a la policía antes del ataque, en el que acabó con la vida de 49 personas e hirió a otras 53 antes de ser abatido por los agentes.
En las inmediaciones de la discoteca Pulse, el paisaje este lunes sigue siendo el de una ciudad irreal. La mayoría de locales están cerrados. La avenida sigue completamente blindada por tancas y coches policiales. Persiste el zumbido constante de los helicópteros de la policía y cadenas de televisión. De lejos, se ve una gran P, el cartel de la discoteca. Se han colocado unas rejas negras en sus alrededores.
Grisie Torres, una puertorriqueña de 45 años, es de las pocas transeúntes. Lleva unas flores en la mano, pero se ha dado cuenta de que apenas hay lugar donde dejarlas. Aquí, solo hay pequeñas concentraciones improvisadas de homenaje. El shock impide, por ahora, hacer grandes tributos.
Torres, que lleva tres años en Orlando, no conocía a nadie que estuviera en el club. "Sentí una inquietud y no podía quedarme en casa", dice Torres, que trabaja en el sector inmobiliario. "Es muy triste. No hay motivos para hacer algo así", agrega. Cree que la matanza unirá a la comunidad latina, que colma la mayoría de las víctimas.
Yvonne Engman, de 51 años, es otra de los escasos no periodistas o policías. Vive en este tranquilo barrio residencial desde hace 20 años. Con cuatro vecinos, ha decidido salir a repartir agua y alimentos. "Es tan anormal estar haciendo esto", dice. Cada mañana acude a una cafetería junto a la discoteca. Su barrio se ha transformado.
El FBI continúa sus investigaciones para determinar los motivos que llevaron a Mateen a abrir fuego en un club gay de Orlando (Florida). Comey aseguró este lunes que está tratando la masacre como un acto terrorista y que cuentan con “fuertes indicativos” de la radicalización de Mateen, pero, como explicó anteriormente Obama, carecen de pruebas de que su acto estuviera dirigido por un grupo en concreto.
La agencia ha revelado que el joven pudo comprar las dos armas de manera legal en los días anteriores a la masacre porque carecía de antecedentes penales. Obama defendió en su comparecencia que el FBI ha cumplido con todos los protocolos, pero que los estadounidenses deben reflexionar sobre los riesgos “de ser tan permisivos con armas tan poderosas en este país”.
Mateen había sido investigado en dos ocasiones por el FBI y, según fuentes de la agencia federal, realizó dos viajes a Arabia Saudí, uno de ellos en 2012. Al año siguiente, la agencia de seguridad fue alertada por los “comentarios inflamatorios que hizo a sus compañeros de trabajo en los presumía de posibles lazos terroristas”, según reveló este lunes Roland Hopper, agente del FBI en Orlando.
Hopper explicó sobre las investigaciones, que incluyeron entrevistas con varios testigos, vigilancia y rastreo de documentación: “No nos permitieron verificar el contenido de sus comentarios y cerramos la investigación”, aunque calificó los comentarios de Mateen como “salvajes”. El presunto tirador alegaba ante sus compañeros que tenía amigos en Al Qaeda y Hezbolá, así como conexiones con los responsables del atentado de la maratón de Boston.
Mateen no reconoció en una primera entrevista que hubiera hecho tales afirmaciones y declaró que no conocía realmente esos grupos terroristas. Sin embargo, en una segunda conversación, admitió haber hecho referencia a ellos. “Parecía que estaba buscando cualquier oportunidad para asociarse con el grupo del momento”, declaró un agente al diario The Wall Street Journal.
Aunque esa investigación quedó cerrada, el nombre de Mateen resurgió poco después, en 2014, por su posible asociación con Moner Abu-Salha, otro ciudadano de Florida acusado de ser el primer estadounidense que viajó a Siria y perpetró allí un ataque suicida. Según el FBI, ambos acudían a la misma mezquita, pero abandonaron sus pesquisas al no poder determinar que hubiera un vínculo personal entre ellos.
Tres horas, tres conversaciones
El autor de la masacre del club Pulse habló hasta en tres ocasiones con la policía local, según explicó este lunes el jefe de la policía de Orlando, John Mina. Mateen se mostró “tranquilo” en todo momento y declaró su lealtad al Estado Islámico. En la última conversación que mantuvieron, sin embargo, alertó a la policía de que estaba equipado con explosivos, por lo que las fuerzas de seguridad decidieron adentrarse en el local. “En ese momento pensamos que la pérdida de vidas era inminente”, declaró Mina. Una de las víctimas había alertado a su madre desde el interior del baño del local que estaban encerrados con el tirador.
“Nos tiene, vamos a morir”, fue uno de los últimos mensajes de texto que envió Eddie Justice a su madre en la madrugada del domingo, según la conversación publicada por la agencia Associated Press. La policía intentó entonces destruir un muro mediante una explosión, pero al no lograr derribarlo del todo, tuvieron que enviar un vehículo armado. El agujero permitió rescatar a decenas de rehenes, según las autoridades, pero entonces comenzó un nuevo tiroteó que no cesó hasta acabar con la vida de Mateen.
Cristina F. Pereda
Joan Faus
Washington / Orlando, El País
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, aseguró este lunes que el FBI cumplió todos los protocolos durante las dos investigaciones realizadas a Omar Mateen, el presunto autor de la mayor matanza en Estados Unidos desde los atentados del 11-S. Obama afirmó tras una reunión con James Comey, el director de la agencia federal que “debemos asegurarnos de que no sea tan fácil conseguir armas para una persona que quiera hacer tanto daño”.
El mandatario ha calificado la masacre como “un claro ejemplo del extremismo autóctono que nos tiene preocupados desde hace tiempo". Obama ha asegurado que las autoridades estadounidenses "todavía no han encontrado pruebas de que actuara dirigido por un grupo terrorista", a pesar de que declaró su lealtad a ISIS durante una llamada a la policía antes del ataque, en el que acabó con la vida de 49 personas e hirió a otras 53 antes de ser abatido por los agentes.
En las inmediaciones de la discoteca Pulse, el paisaje este lunes sigue siendo el de una ciudad irreal. La mayoría de locales están cerrados. La avenida sigue completamente blindada por tancas y coches policiales. Persiste el zumbido constante de los helicópteros de la policía y cadenas de televisión. De lejos, se ve una gran P, el cartel de la discoteca. Se han colocado unas rejas negras en sus alrededores.
Grisie Torres, una puertorriqueña de 45 años, es de las pocas transeúntes. Lleva unas flores en la mano, pero se ha dado cuenta de que apenas hay lugar donde dejarlas. Aquí, solo hay pequeñas concentraciones improvisadas de homenaje. El shock impide, por ahora, hacer grandes tributos.
Torres, que lleva tres años en Orlando, no conocía a nadie que estuviera en el club. "Sentí una inquietud y no podía quedarme en casa", dice Torres, que trabaja en el sector inmobiliario. "Es muy triste. No hay motivos para hacer algo así", agrega. Cree que la matanza unirá a la comunidad latina, que colma la mayoría de las víctimas.
Yvonne Engman, de 51 años, es otra de los escasos no periodistas o policías. Vive en este tranquilo barrio residencial desde hace 20 años. Con cuatro vecinos, ha decidido salir a repartir agua y alimentos. "Es tan anormal estar haciendo esto", dice. Cada mañana acude a una cafetería junto a la discoteca. Su barrio se ha transformado.
El FBI continúa sus investigaciones para determinar los motivos que llevaron a Mateen a abrir fuego en un club gay de Orlando (Florida). Comey aseguró este lunes que está tratando la masacre como un acto terrorista y que cuentan con “fuertes indicativos” de la radicalización de Mateen, pero, como explicó anteriormente Obama, carecen de pruebas de que su acto estuviera dirigido por un grupo en concreto.
La agencia ha revelado que el joven pudo comprar las dos armas de manera legal en los días anteriores a la masacre porque carecía de antecedentes penales. Obama defendió en su comparecencia que el FBI ha cumplido con todos los protocolos, pero que los estadounidenses deben reflexionar sobre los riesgos “de ser tan permisivos con armas tan poderosas en este país”.
Mateen había sido investigado en dos ocasiones por el FBI y, según fuentes de la agencia federal, realizó dos viajes a Arabia Saudí, uno de ellos en 2012. Al año siguiente, la agencia de seguridad fue alertada por los “comentarios inflamatorios que hizo a sus compañeros de trabajo en los presumía de posibles lazos terroristas”, según reveló este lunes Roland Hopper, agente del FBI en Orlando.
Hopper explicó sobre las investigaciones, que incluyeron entrevistas con varios testigos, vigilancia y rastreo de documentación: “No nos permitieron verificar el contenido de sus comentarios y cerramos la investigación”, aunque calificó los comentarios de Mateen como “salvajes”. El presunto tirador alegaba ante sus compañeros que tenía amigos en Al Qaeda y Hezbolá, así como conexiones con los responsables del atentado de la maratón de Boston.
Mateen no reconoció en una primera entrevista que hubiera hecho tales afirmaciones y declaró que no conocía realmente esos grupos terroristas. Sin embargo, en una segunda conversación, admitió haber hecho referencia a ellos. “Parecía que estaba buscando cualquier oportunidad para asociarse con el grupo del momento”, declaró un agente al diario The Wall Street Journal.
Aunque esa investigación quedó cerrada, el nombre de Mateen resurgió poco después, en 2014, por su posible asociación con Moner Abu-Salha, otro ciudadano de Florida acusado de ser el primer estadounidense que viajó a Siria y perpetró allí un ataque suicida. Según el FBI, ambos acudían a la misma mezquita, pero abandonaron sus pesquisas al no poder determinar que hubiera un vínculo personal entre ellos.
Tres horas, tres conversaciones
El autor de la masacre del club Pulse habló hasta en tres ocasiones con la policía local, según explicó este lunes el jefe de la policía de Orlando, John Mina. Mateen se mostró “tranquilo” en todo momento y declaró su lealtad al Estado Islámico. En la última conversación que mantuvieron, sin embargo, alertó a la policía de que estaba equipado con explosivos, por lo que las fuerzas de seguridad decidieron adentrarse en el local. “En ese momento pensamos que la pérdida de vidas era inminente”, declaró Mina. Una de las víctimas había alertado a su madre desde el interior del baño del local que estaban encerrados con el tirador.
“Nos tiene, vamos a morir”, fue uno de los últimos mensajes de texto que envió Eddie Justice a su madre en la madrugada del domingo, según la conversación publicada por la agencia Associated Press. La policía intentó entonces destruir un muro mediante una explosión, pero al no lograr derribarlo del todo, tuvieron que enviar un vehículo armado. El agujero permitió rescatar a decenas de rehenes, según las autoridades, pero entonces comenzó un nuevo tiroteó que no cesó hasta acabar con la vida de Mateen.