Nuevas pistas arrojan un perfil más complejo del asesino de Orlando
Algunos conocidos de Mateen aseguran que odiaba a los homosexuales, pero otros sostienen que participaba en círculos gais
Joan Faus
Fort Pierce, El País
Según avanza la investigación sobre el autor de la matanza en una discoteca gay en Orlando, el peor tiroteo múltiple de la historia de Estados Unidos, aflora un perfil más poliédrico de Omar Siddique Mateen: una persona menos fanática religiosamente de lo que se pensaba, con dudas sobre su identidad sexual y que llevaba una doble vida. Algunos conocidos de Mateen, estadounidense de 29 años de origen afgano, aseguran que odiaba a los homosexuales, pero otros sostienen que participaba en círculos gais, incluidas visitas a la discoteca atacada. El FBI analiza estas revelaciones y mantiene que Mateen se radicalizó en Internet.
Mateen no llamó la atención al centenar de personas que rezaban la noche del viernes en la mezquita del Centro Islámico de Fort Pierce (Florida), el idílico pequeño municipio costero en el que vivía.
Al día siguiente, condujo las dos horas que separan Fort Pierce de Orlando. A las dos de la madrugada del domingo, abrió fuego en la discoteca Pulse, que celebraba su noche latina. Tres horas después, caía abatido por disparos de la policía. Acabó matando a 49 personas, la mayoría hispanos, e hiriendo a 53.
El asesino acudió a la mezquita con su hijo de tres años, que había tenido con su segunda esposa. Visitaba con regularidad el centro, pero no era un extremista religioso, según varios asistentes, que desconocían las dudas de identidad sexual que tenía.
El padre y algunos conocidos de Mateen aseguran que había manifestado su odio hacia los homosexuales. Pero otros conocidos han dicho a varios medios de comunicación estadounidenses que el tirador había acudido al club gay Pulse al menos una decena de veces y había utilizado una aplicación online de citas entre personas homosexuales.
Además, un excompañero de clase asegura que Mateen era gay y un conocido suyo, que se viste de drag queen, dice que nunca le pareció homófobo. Su exmujer apuntó que podría ser que fuera gay y que lo ocultara por vergüenza.
Al margen de cuál fuera su identidad sexual, las nuevas pistas del pasado de Mateen esbozan el perfil de una persona inestable que no solo habría actuado por motivaciones de extremismo islámico.
El presidente Barack Obama dijo este martes que no se han encontrado pruebas de que el atacante tuviera vínculos con un grupo terrorista en el extranjero y que todo apunta a que era un hombre “enfadado, perturbado e inestable” que se radicalizó a través de Internet.
Antes de perpetrar la matanza, Mateen había jurado lealtad al Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés), pero en el pasado había comunicado información contradictoria sobre sus simpatías yihadistas.
Su esposa ha dicho a los investigadores que trató de desalentar a su marido de perpetrar el ataque, según informó este martes la cadena NBC. Ella estaba con él cuando compró la munición que utilizaría y explicó que una vez le llevó en coche al club Pulse porque quería ver cómo era.
El imán ha subrayado que desconocía los planes macabros de Mateen, pero es la segunda vez que la mezquita está en el centro de la polémica: Moner Mohammad Abusalha, el primer estadounidense que en 2014 perpetró un atentado suicida en Siria, también rezaba allí. Vivía en un municipio cercano. El FBI investigó si Abusalha y Mateen se conocían, pero no halló ningún vínculo relevante más allá de que se conocían por asistir a la misma mezquita.
Mezquita cerrada
La mezquita estaba cerrada este martes al mediodía. Dos coches de policía estaban aparcados en la puerta. Desde que se perpetró la matanza, ha habido protestas esporádicas ante sus puertas con personas urgiendo a “quemar” el centro de culto. La mezquita está ubicada en una transitada calle con casas con jardín, palmeras y locales comerciales. A un par de calles, hay una iglesia.
William Snap, un estadounidense de 71 años que hace un año se convirtió al islam, se sorprendió de que estuviera cerrada. Dice que no recuerda haber visto nunca a Mateen. Describe a los responsables de la mezquita como “amigables” y sostiene que se sienten “demonizados” ante la creciente islamofobia en EE UU por el auge del yihadismo, que la matanza de Orlando solo contribuirá a consolidar.
Snap subraya que las cuatro mezquitas que hay en esta zona del sureste de Florida actúan de epicentro de la comunidad de inmigrantes musulmanes: “No es diferente a cuando los irlandeses y los polacos llegaron a América y las comunidades permanecían unidas”.
A pocas calles, hay una tienda de antigüedades. La fachada está repleta de banderas estadounidenses y carteles del candidato a sheriff de Fort Pierce, un municipio de clase media con 43.000 habitantes, ritmos pausados y ubicado frente al océano Atlántico. Carrie, una de las trabajadoras, de 42 años, dice que no hay muchos musulmanes en la ciudad y que no hay ningún problema con ellos. Le sorprende la reacción de sus clientes: “Nadie me pregunta por el asesino. Es extraño”. La normalidad como terapia se impone en Fort Pierce.
Joan Faus
Fort Pierce, El País
Según avanza la investigación sobre el autor de la matanza en una discoteca gay en Orlando, el peor tiroteo múltiple de la historia de Estados Unidos, aflora un perfil más poliédrico de Omar Siddique Mateen: una persona menos fanática religiosamente de lo que se pensaba, con dudas sobre su identidad sexual y que llevaba una doble vida. Algunos conocidos de Mateen, estadounidense de 29 años de origen afgano, aseguran que odiaba a los homosexuales, pero otros sostienen que participaba en círculos gais, incluidas visitas a la discoteca atacada. El FBI analiza estas revelaciones y mantiene que Mateen se radicalizó en Internet.
Mateen no llamó la atención al centenar de personas que rezaban la noche del viernes en la mezquita del Centro Islámico de Fort Pierce (Florida), el idílico pequeño municipio costero en el que vivía.
Al día siguiente, condujo las dos horas que separan Fort Pierce de Orlando. A las dos de la madrugada del domingo, abrió fuego en la discoteca Pulse, que celebraba su noche latina. Tres horas después, caía abatido por disparos de la policía. Acabó matando a 49 personas, la mayoría hispanos, e hiriendo a 53.
El asesino acudió a la mezquita con su hijo de tres años, que había tenido con su segunda esposa. Visitaba con regularidad el centro, pero no era un extremista religioso, según varios asistentes, que desconocían las dudas de identidad sexual que tenía.
El padre y algunos conocidos de Mateen aseguran que había manifestado su odio hacia los homosexuales. Pero otros conocidos han dicho a varios medios de comunicación estadounidenses que el tirador había acudido al club gay Pulse al menos una decena de veces y había utilizado una aplicación online de citas entre personas homosexuales.
Además, un excompañero de clase asegura que Mateen era gay y un conocido suyo, que se viste de drag queen, dice que nunca le pareció homófobo. Su exmujer apuntó que podría ser que fuera gay y que lo ocultara por vergüenza.
Al margen de cuál fuera su identidad sexual, las nuevas pistas del pasado de Mateen esbozan el perfil de una persona inestable que no solo habría actuado por motivaciones de extremismo islámico.
El presidente Barack Obama dijo este martes que no se han encontrado pruebas de que el atacante tuviera vínculos con un grupo terrorista en el extranjero y que todo apunta a que era un hombre “enfadado, perturbado e inestable” que se radicalizó a través de Internet.
Antes de perpetrar la matanza, Mateen había jurado lealtad al Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés), pero en el pasado había comunicado información contradictoria sobre sus simpatías yihadistas.
Su esposa ha dicho a los investigadores que trató de desalentar a su marido de perpetrar el ataque, según informó este martes la cadena NBC. Ella estaba con él cuando compró la munición que utilizaría y explicó que una vez le llevó en coche al club Pulse porque quería ver cómo era.
El imán ha subrayado que desconocía los planes macabros de Mateen, pero es la segunda vez que la mezquita está en el centro de la polémica: Moner Mohammad Abusalha, el primer estadounidense que en 2014 perpetró un atentado suicida en Siria, también rezaba allí. Vivía en un municipio cercano. El FBI investigó si Abusalha y Mateen se conocían, pero no halló ningún vínculo relevante más allá de que se conocían por asistir a la misma mezquita.
Mezquita cerrada
La mezquita estaba cerrada este martes al mediodía. Dos coches de policía estaban aparcados en la puerta. Desde que se perpetró la matanza, ha habido protestas esporádicas ante sus puertas con personas urgiendo a “quemar” el centro de culto. La mezquita está ubicada en una transitada calle con casas con jardín, palmeras y locales comerciales. A un par de calles, hay una iglesia.
William Snap, un estadounidense de 71 años que hace un año se convirtió al islam, se sorprendió de que estuviera cerrada. Dice que no recuerda haber visto nunca a Mateen. Describe a los responsables de la mezquita como “amigables” y sostiene que se sienten “demonizados” ante la creciente islamofobia en EE UU por el auge del yihadismo, que la matanza de Orlando solo contribuirá a consolidar.
Snap subraya que las cuatro mezquitas que hay en esta zona del sureste de Florida actúan de epicentro de la comunidad de inmigrantes musulmanes: “No es diferente a cuando los irlandeses y los polacos llegaron a América y las comunidades permanecían unidas”.
A pocas calles, hay una tienda de antigüedades. La fachada está repleta de banderas estadounidenses y carteles del candidato a sheriff de Fort Pierce, un municipio de clase media con 43.000 habitantes, ritmos pausados y ubicado frente al océano Atlántico. Carrie, una de las trabajadoras, de 42 años, dice que no hay muchos musulmanes en la ciudad y que no hay ningún problema con ellos. Le sorprende la reacción de sus clientes: “Nadie me pregunta por el asesino. Es extraño”. La normalidad como terapia se impone en Fort Pierce.