Merkel considera el resultado “un punto de inflexión” para Europa
La canciller alemana convoca para el lunes a los líderes de Francia e Italia y al presidente Tusk
Luis Doncel
Berlín, El País
Alemania, el país que ha emergido como gran potencia continental, reaccionó el viernes al abandono británico del barco europeo como si le hubiera cogido por sorpresa. La canciller Angela Merkel no logró transmitir un plan con el que superar uno de los mayores accidentes del proceso de integración. En su lugar pidió calma para evaluar lo que considera un “punto de inflexión” para Europa. Tiene motivos para pensárselo. De la respuesta que den ella y el resto de Gobiernos, dijo, dependerá que esta crisis crezca y propicie una división aún mayor.
Los peores augurios se han hecho realidad. En Alemania preocupaba especialmente la posibilidad de un triunfo del Brexit por varios motivos. Primero, por la economía. Reino Unido es el tercer socio comercial de Alemania, que tiene más de 2.500 empresas con sede en las islas. A Berlín también le duele perder un socio en el que apoyarse cuando se discuten medidas liberalizadoras. Pero, por encima de todo, preocupa la vertiente política, y el riesgo de que los británicos hayan provocado un efecto dominó que nadie sabe dónde puede desembocar.
Frente a estos temores, Merkel apeló a la unidad de los 27 socios restantes para hacer frente juntos a los retos de la globalización. Y entonó algo parecido a una autocrítica al reconocer que las dudas sobre el proceso europeo no afectan solo al Reino Unido, sino que crecen en toda la UE. La única respuesta válida a estas dudas, dijo durante una breve comparecencia en la Cancillería, es que los ciudadanos perciban que la UE contribuye a mejorar su nivel de vida.
Los portavoces del Gobierno alemán se negaban el viernes a adelantar la más mínima información sobre los pasos que vienen ahora, pero destacados dirigentes conservadores mostraban señales de por dónde pueden ir las negociaciones que se avecinan. La idea es tratar de inmunizar a los 27 Estados miembros restantes, y hacer que los posibles candidatos a seguir el ejemplo de Londres se lo piensen dos veces antes de dar convocar un referéndum. “Fuera significa fuera. No hay medias tintas”, repitieron varios líderes democristianos a lo largo del día. Quieren dejar claro que las ventajas de pertenecer al club europeo solo se aplican a sus socios.
París y Berlín abogan por una “Europa flexible”
El Gobierno alemán anunció el viernes una batería de contactos para buscar una respuesta conjunta a la crisis abierta por el referéndum británico. La primera cita llegará el sábado cuando los ministros de Asuntos Exteriores de los seis fundadores del club europeo —Alemania, Francia, Italia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo— se reúnan en Berlín. París y Berlín abogarán en esta cita por impulsar lo que denominan “una Europa flexible”, según informa la edición dominical del Frankfurter Allgemeine.
Los ministros de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, y Francia, Jean-Marc Ayrault, presentarán a sus colegas un documento en el que defenderán un modelo de Europa de las dos velocidades, en la que se dé más margen de maniobra a los Estados que renuncien a una integración mayor.
La canciller Angela Merkel recibirá el lunes al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, y a los líderes francés, François Hollande, e italiano, Matteo Renzi. Al día siguiente, Merkel dará explicaciones en el Parlamento; y el miércoles participará en Bruselas en la cumbre europea convocada para abordar el Brexit.
Quizás en un intento de aplacar los temores sobre los nubarrones económicos, Merkel dijo que en las negociaciones para preparar el divorcio defenderá los intereses de los ciudadanos y la industria alemanes. Pero economistas como Marcel Fratzscher no ocultan su preocupación por los efectos del Brexit. “Alemania pagará un alto precio. Tan solo por la caída en las exportaciones, el PIB puede perder el próximo año un 0,5%. Y a esta caída habrá que sumar los efectos en el mercado financiero o la pérdida de credibilidad”, señala Fratzscher, presidente del prestigioso instituto económico DIW. Por lo de pronto, los dos mayores bancos del país —el Deutsche y el Commerz— perdieron en la jornada en torno al 14% de su valor en Bolsa.
Los temores ante la incertidumbre creada quedan bien reflejados en la edición de Der Spiegel que el sábado sale a la calle. “Europa ha muerto. ¿Vive Europa?”, titula la revista que en su anterior número hizo un apasionado alegato bilingüe alemán-inglés pidiendo a los británicos que, por favor, no se fueran.
El terremoto británico ha sacudido los cimientos del edificio europeo. Y el viernes en Alemania abundaron los comentarios sobre la necesidad de un nuevo comienzo. “Tenemos que hacer una Europa mejor: más democrática, más social y más solidaria. No necesitamos más Europa, sino mejor Europa”, dijo el vicecanciller y líder socialdemócrata, Sigmar Gabriel.
Los populistas de derechas de Alternativa para Alemania reclamaron un cambio radical en la UE. Incluso uno de sus dirigentes pidió una consulta como la británica, pese a que la Constitución alemana restringe al máximo los referendos de ámbito nacional.
Luis Doncel
Berlín, El País
Alemania, el país que ha emergido como gran potencia continental, reaccionó el viernes al abandono británico del barco europeo como si le hubiera cogido por sorpresa. La canciller Angela Merkel no logró transmitir un plan con el que superar uno de los mayores accidentes del proceso de integración. En su lugar pidió calma para evaluar lo que considera un “punto de inflexión” para Europa. Tiene motivos para pensárselo. De la respuesta que den ella y el resto de Gobiernos, dijo, dependerá que esta crisis crezca y propicie una división aún mayor.
Los peores augurios se han hecho realidad. En Alemania preocupaba especialmente la posibilidad de un triunfo del Brexit por varios motivos. Primero, por la economía. Reino Unido es el tercer socio comercial de Alemania, que tiene más de 2.500 empresas con sede en las islas. A Berlín también le duele perder un socio en el que apoyarse cuando se discuten medidas liberalizadoras. Pero, por encima de todo, preocupa la vertiente política, y el riesgo de que los británicos hayan provocado un efecto dominó que nadie sabe dónde puede desembocar.
Frente a estos temores, Merkel apeló a la unidad de los 27 socios restantes para hacer frente juntos a los retos de la globalización. Y entonó algo parecido a una autocrítica al reconocer que las dudas sobre el proceso europeo no afectan solo al Reino Unido, sino que crecen en toda la UE. La única respuesta válida a estas dudas, dijo durante una breve comparecencia en la Cancillería, es que los ciudadanos perciban que la UE contribuye a mejorar su nivel de vida.
Los portavoces del Gobierno alemán se negaban el viernes a adelantar la más mínima información sobre los pasos que vienen ahora, pero destacados dirigentes conservadores mostraban señales de por dónde pueden ir las negociaciones que se avecinan. La idea es tratar de inmunizar a los 27 Estados miembros restantes, y hacer que los posibles candidatos a seguir el ejemplo de Londres se lo piensen dos veces antes de dar convocar un referéndum. “Fuera significa fuera. No hay medias tintas”, repitieron varios líderes democristianos a lo largo del día. Quieren dejar claro que las ventajas de pertenecer al club europeo solo se aplican a sus socios.
París y Berlín abogan por una “Europa flexible”
El Gobierno alemán anunció el viernes una batería de contactos para buscar una respuesta conjunta a la crisis abierta por el referéndum británico. La primera cita llegará el sábado cuando los ministros de Asuntos Exteriores de los seis fundadores del club europeo —Alemania, Francia, Italia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo— se reúnan en Berlín. París y Berlín abogarán en esta cita por impulsar lo que denominan “una Europa flexible”, según informa la edición dominical del Frankfurter Allgemeine.
Los ministros de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, y Francia, Jean-Marc Ayrault, presentarán a sus colegas un documento en el que defenderán un modelo de Europa de las dos velocidades, en la que se dé más margen de maniobra a los Estados que renuncien a una integración mayor.
La canciller Angela Merkel recibirá el lunes al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, y a los líderes francés, François Hollande, e italiano, Matteo Renzi. Al día siguiente, Merkel dará explicaciones en el Parlamento; y el miércoles participará en Bruselas en la cumbre europea convocada para abordar el Brexit.
Quizás en un intento de aplacar los temores sobre los nubarrones económicos, Merkel dijo que en las negociaciones para preparar el divorcio defenderá los intereses de los ciudadanos y la industria alemanes. Pero economistas como Marcel Fratzscher no ocultan su preocupación por los efectos del Brexit. “Alemania pagará un alto precio. Tan solo por la caída en las exportaciones, el PIB puede perder el próximo año un 0,5%. Y a esta caída habrá que sumar los efectos en el mercado financiero o la pérdida de credibilidad”, señala Fratzscher, presidente del prestigioso instituto económico DIW. Por lo de pronto, los dos mayores bancos del país —el Deutsche y el Commerz— perdieron en la jornada en torno al 14% de su valor en Bolsa.
Los temores ante la incertidumbre creada quedan bien reflejados en la edición de Der Spiegel que el sábado sale a la calle. “Europa ha muerto. ¿Vive Europa?”, titula la revista que en su anterior número hizo un apasionado alegato bilingüe alemán-inglés pidiendo a los británicos que, por favor, no se fueran.
El terremoto británico ha sacudido los cimientos del edificio europeo. Y el viernes en Alemania abundaron los comentarios sobre la necesidad de un nuevo comienzo. “Tenemos que hacer una Europa mejor: más democrática, más social y más solidaria. No necesitamos más Europa, sino mejor Europa”, dijo el vicecanciller y líder socialdemócrata, Sigmar Gabriel.
Los populistas de derechas de Alternativa para Alemania reclamaron un cambio radical en la UE. Incluso uno de sus dirigentes pidió una consulta como la británica, pese a que la Constitución alemana restringe al máximo los referendos de ámbito nacional.