La retirada de Boris Johnson aviva la guerra de los ‘tories’
El exalcalde, que partía como favorito, descarta presentarse después de que su exaliado Michael Gove lanzara su candidatura
Pablo Guimón
Londres, El País
La tormenta política desatada después de la decisión de los británicos de abandonar la UE despliega una trama a la altura de las mejores series de ficción televisiva. Ayer, la primera temporada de esta guerra de los tories adquirió tintes de melodrama cuando Boris Johnson, el hasta ayer favorito a convertirse en el próximo primer ministro, renunció a sus ambiciones. Detrás del extraordinario giro narrativo están las intrigas de Michael Gove, ministro de Justicia, que pasó en unas horas de ser el valedor de la candidatura del exalcalde a presentar inesperadamente la suya propia para enfrentarse a Theresa May, ministra del Interior, en la guerra por el trono que deja vacío David Cameron.
En el curso de una mañana, moría una ambición política y nacía otra. A las 9.00 Boris Johnson se preparaba para lanzar una campaña que todos daban por victoriosa. Era todavía el favorito para convertirse en el próximo primer ministro británico. Pero hacía horas que Michael Gove, que lideró con él la campaña por el Brexit, había cambiado sus planes.
Nadie le colocaba en las quinielas al ministro de Justicia, que había repetido que no estaba preparado para el cargo. Llevaba días preparando la candidatura de Johnson: iba a ser su aliado clave. Un tándem invencible en la carrera hacia Downing Street.
La primera pista llegaba la tarde del miércoles, cuando se filtraba a la prensa un correo electrónico que Sarah Vine, esposa de Gove e inluyente columnista del Daily Mail, había enviado por error a un destinatario equivocado. En él, Vine expresaba sus dudadas sobre a popularidad de Johnson y recomendaba a su esposo no precipitarse al darle su apoyo. Los guionistas de la trama dejan al espectador la interpretación de si el error en el destinatario del mensaje fue realmente accidental o no.
A espaldas de Johnson, según relata The Guardian, Gove dedicó la madrugada del jueves a reclutar para su nueva causa a diversos partidarios de Johnson. A primera hora de la mañana llamó a Lynton Crosby, el influyente estratega político australiano que lideró la campaña de Cameron en las generales y se disponía a hacer los propio con Boris.
Pasados dos minutos de las nueve de la mañana un asistente de Gove enviaba a la prensa un comunicado en el que aseguraba que, en opinión del ministro, “Boris no puede proporcionar el liderazgo o construir el equipo que requiere la tarea que hay por delante”. Michael Gove anunciaba oficialmente su candidatura.
El anuncio de Gove se producía apenas media hora antes de que, desplegando su cara más amable, la férrea ministra del Interior, Theresa May, lanzara su propia candidatura. May, que defendió la permanencia en la campaña, había logrado el apoyo de influyentes diputados, incluidos algunos que habían apoyado el Brexit, y prometió “negociar los mejores términos posibles cuando el país abandone la UE”.
El frenético devenir de los acontecimientos no impidió que, tal como estaba previsto, Boris Johnson compareciera poco después en un céntrico hotel londinense. Pero el mensaje que habría de lanzar distaba mucho del que se esperaba. Johnson dedicó los primeros diez minutos de su discurso a desribir su visión del país y de los retos a los que se enfrenta. Reino Unido, dijo, necesita un primer ministro que lo convierta en una nación que mire al exterior, alguien que resetee su relación con Europa. "Habiendo consultado a mis colegas y a la vista de las circunstancias en el Parlamento, he llegado a la conclusión de que esa persona no puedo ser yo", concluyó Johnson, que renunciaba a la ambición de su vida.
El plazo para presentar las candidaturas concluyó ayer. También se lanzaron Stephen Crabb, ministro de Trabajo y Pensiones; Liam Fox, exministro de Defensa, y Andrea Leadsom, secretaria de Estado de Energía. Los diputados elegirán a la pareja de candidatos que se someterá a la votación de la militancia a principios de septiembre. La siguiente temporada, que empieza hoy, se presenta como una cruenta batalla por el trono entre Michael Gove y Theresa May.
Pablo Guimón
Londres, El País
La tormenta política desatada después de la decisión de los británicos de abandonar la UE despliega una trama a la altura de las mejores series de ficción televisiva. Ayer, la primera temporada de esta guerra de los tories adquirió tintes de melodrama cuando Boris Johnson, el hasta ayer favorito a convertirse en el próximo primer ministro, renunció a sus ambiciones. Detrás del extraordinario giro narrativo están las intrigas de Michael Gove, ministro de Justicia, que pasó en unas horas de ser el valedor de la candidatura del exalcalde a presentar inesperadamente la suya propia para enfrentarse a Theresa May, ministra del Interior, en la guerra por el trono que deja vacío David Cameron.
En el curso de una mañana, moría una ambición política y nacía otra. A las 9.00 Boris Johnson se preparaba para lanzar una campaña que todos daban por victoriosa. Era todavía el favorito para convertirse en el próximo primer ministro británico. Pero hacía horas que Michael Gove, que lideró con él la campaña por el Brexit, había cambiado sus planes.
Nadie le colocaba en las quinielas al ministro de Justicia, que había repetido que no estaba preparado para el cargo. Llevaba días preparando la candidatura de Johnson: iba a ser su aliado clave. Un tándem invencible en la carrera hacia Downing Street.
La primera pista llegaba la tarde del miércoles, cuando se filtraba a la prensa un correo electrónico que Sarah Vine, esposa de Gove e inluyente columnista del Daily Mail, había enviado por error a un destinatario equivocado. En él, Vine expresaba sus dudadas sobre a popularidad de Johnson y recomendaba a su esposo no precipitarse al darle su apoyo. Los guionistas de la trama dejan al espectador la interpretación de si el error en el destinatario del mensaje fue realmente accidental o no.
A espaldas de Johnson, según relata The Guardian, Gove dedicó la madrugada del jueves a reclutar para su nueva causa a diversos partidarios de Johnson. A primera hora de la mañana llamó a Lynton Crosby, el influyente estratega político australiano que lideró la campaña de Cameron en las generales y se disponía a hacer los propio con Boris.
Pasados dos minutos de las nueve de la mañana un asistente de Gove enviaba a la prensa un comunicado en el que aseguraba que, en opinión del ministro, “Boris no puede proporcionar el liderazgo o construir el equipo que requiere la tarea que hay por delante”. Michael Gove anunciaba oficialmente su candidatura.
El anuncio de Gove se producía apenas media hora antes de que, desplegando su cara más amable, la férrea ministra del Interior, Theresa May, lanzara su propia candidatura. May, que defendió la permanencia en la campaña, había logrado el apoyo de influyentes diputados, incluidos algunos que habían apoyado el Brexit, y prometió “negociar los mejores términos posibles cuando el país abandone la UE”.
El frenético devenir de los acontecimientos no impidió que, tal como estaba previsto, Boris Johnson compareciera poco después en un céntrico hotel londinense. Pero el mensaje que habría de lanzar distaba mucho del que se esperaba. Johnson dedicó los primeros diez minutos de su discurso a desribir su visión del país y de los retos a los que se enfrenta. Reino Unido, dijo, necesita un primer ministro que lo convierta en una nación que mire al exterior, alguien que resetee su relación con Europa. "Habiendo consultado a mis colegas y a la vista de las circunstancias en el Parlamento, he llegado a la conclusión de que esa persona no puedo ser yo", concluyó Johnson, que renunciaba a la ambición de su vida.
El plazo para presentar las candidaturas concluyó ayer. También se lanzaron Stephen Crabb, ministro de Trabajo y Pensiones; Liam Fox, exministro de Defensa, y Andrea Leadsom, secretaria de Estado de Energía. Los diputados elegirán a la pareja de candidatos que se someterá a la votación de la militancia a principios de septiembre. La siguiente temporada, que empieza hoy, se presenta como una cruenta batalla por el trono entre Michael Gove y Theresa May.