El presidente que casi se vuelve futbolista
La Paz, Goal.com
Evo Morales estuvo al borde de jugar en Sports Boys. El fútbol es una manera de relacionarse para él: desde ahí, forjó su amistad con Maradona.
La noche del 28 de junio de 1986, Jorge Valdano sintió dos antónimos: primero, desesperación porque no lograba dormir; segundo, tranquilidad, porque el tipo que tenía al lado, Diego Maradona, naufragaba en sueños, y él, sapiente, tenía en claro que el 10 era el que ganaría o perdería, al día siguiente, la final del Mundial contra Alemania. A Sergio Agüero suele pasarle lo mismo: mira la cama de su costado en la concentración de Argentina y siente alivio cuando ve que Lionel Messi descansa. La Organización Mundial de la Salud recomienda dormir entre 6 y 8 horas diarias. Algunos estudios establecen que los deportistas de alta competencia, previo a una situación de tensión, no superan, en general, las cuatro horas. Para Evo Morales, la falta de sueño no hubiera sido un problema: el presidente de Bolivia tiene entre 2 y 3 horas por día para cerrar los ojos y, generalmente, lo hace en aviones. Sin embargo, cuando tuvo la chance de jugar en Primera, a los 54 años, renunció antes de arrancar.
El periodista de Cadena A prácticamente no entendió de qué le hablaba: “Intenté intensificar mi preparación física, pero creo que no estamos a la altura, solo perjudicaría”. El hombre que tenía adelante había analizado apenas un rato antes las consecuencias del plan nuclear de Estados Unidos y había dado detalles sobre el desarrollo de los hidrocarburos en Bolivia, pero ahora cambiaba de tema. Unas semanas atrás, el club Sports Boys había anunciado a Morales como su nuevo refuerzo. A los 54 años, el presidente jugaría en un equipo. Pero no llegó. Tuvo que renunciar antes de asumir su puesto de mediocampista.
“Tiene manejo y tiene buen panorama”, lo define Diego Latorre, exfutbolista y uno de los mejores analistas de fútbol en habla hispana. Lo había visto jugar en un partido amistoso, en Bolivia, unos años atrás. Pablo Aimar también compartió el césped con el presidente. Y, sobre todo, quien fue compañero de partido fue Diego Maradona.
La relación entre el histórico 10 argentino y el presidente de Bolivia no arrancó en el fútbol sino en la política. George Bush viajó a Mar del Plata a la IV Cumbre de las Américas, un encuentro del que participaban todos los Estados de América, salvo Cuba. Fue en noviembre de 2005 y todavía, en Irak, había tropas estadounidenses masacrando familias enteras. La reacción del pueblo argentino ante la aparición de Bush en su propia tierra fue de rechazo y así se generó un acto impresionante de soberanía continental: Hugo Chávez, Morales y Maradona encabezaron un evento de repudio y muy simbólico de una década donde América del Sur mostró rebeldías.
Contra los imperialismos, Morales y Maradona encontraron otro punto clave para decir no: la FIFA -la entidad en el mundo que más países nuclea, por encima de la ONU- había decidido vetar a La Paz como plaza para jugar partidos de Eliminatoria, justificando que los 3600 metros sobre el nivel del mar en los que se encuentra la ciudad no eran aptos para la realización de este deporte de alta competencia. El domingo 16 de marzo de 2008, se organizó un partido en el estadio Hernando Siles -en la capital de Bolivia, claro- con dos razones fundamentales: una, juntar alimentos para las familias dañadas por un fenómeno climatológico; dos, para demostrar que allí la pelota podía rodar. "Yo, con 47 años, y el presidente de ustedes hemos demostrado a la FIFA que se puede jugar en la altura. En nombre de todos los argentinos, les decimos a todos que no le tenemos miedo a la altura”, declaró Maradona, para todo el público. El equipo de Diego venció por 7-4 (el 10 hizo tres goles) al de Evo.
No fue ese, de todas maneras, el único partido de Morales: jugó en la ciudad de Entre Ríos con el gobernador Sergio Urribarri; en Cochabamba, enfrentó a un equipo liderado por Gianni Infantino -presidente de la FIFA- en un encuentro donde también estuvieron Martín Palermo y Faustino Asprilla; también enfrentó en fustal a Daniel Scioli y a Mauricio Macri; y hasta en el East River de Nueva York, en una actividad deportiva que organizó la ONU contra la violencia a las mujeres.
Su última gran aparición futbolística fue en el último cruce en la Copa Libertadores entre Boca y Bolívar. Al terminar el partido, como alguna vez Chávez le había enviado una gorra a Juan Román Riquelme, vía Agustín Orion, en un partido entre los xeneizes y Zamora, Evo Morales se acercó a Carlos Tevez y le regaló un poncho. Ahí sí, como hincha, se mostró dolido por el empate en el último minuto de Federico Carrizo.
Evo Morales, una figura más que especial del siglo XXI por ser un presidente de origen indígena, no juega a la pelota por cholulismo. Entendiendo que el fútbol es un juego de las masas y un constructor de pasiones, el mandatario de Bolivia ha entendido a la pelota como un terreno donde siempre, aunque algunos quieran decir que los espectáculos no son gestiones políticas, se dirimen ideologías.