Tres coches bomba causan 94 muertos en varios atentados en Bagdad

El ISIS se responsabiliza de los tres atentados dirigidos contra la comunidad chií


Ángeles Espinosa
Dubái, El País
Al menos 94 personas han resultado muertas y casi el doble heridas en Bagdad, este miércoles, a causa de tres atentados de los que se ha responsabilizado el autodenominado Estado Islámico (ISIS). El más grave de ellos, un coche bomba, ha causado 64 muertos en Ciudad Sadr, un barrio mayoritariamente chií del este de la capital iraquí. Pocas horas después, dos vehículos cargados de explosivos han estallado en otros dos puntos de la ciudad. Estos nuevos ataques, en medio de la crisis política que sacude el país, eclipsan los progresos de las fuerzas de seguridad contra ese grupo.


La llamada agencia de noticias Amaq, un órgano de propaganda del ISIS, ha difundido que un suicida, identificado como Abu Suleiman al Ansari, tenía por objetivo miembros de las milicias chiíes, conocidas como Unidades de Movilización Popular. Sin embargo, la elección de un mercado abarrotado en hora punta parece desmentir esa intención. La mayoría de las víctimas son mujeres, según Reuters, y muchos de los heridos se encuentran en situación crítica.

De acuerdo con algunos testigos, la bomba se encontraba escondida en una camioneta que estaba cargada de frutas y verduras. Su conductor la aparcó junto a un salón de belleza y se perdió entre la multitud antes de la explosión. El número de fallecidos, que aún podría ascender, lo convierte en uno de los atentados más graves de este año. Un ataque similar dejó 70 muertos en el mismo barrio el pasado febrero.

El segundo coche bomba, que ha causado 17 muertos y una treintena de heridos, también se ha producido en una zona chií del norte de Bagdad, Kadhumiya, donde se encuentra el santuario del imam Kadhem. El tercero, que ha matado 13 personas y herido a una veintena, ha tenido lugar en Al Jamaa, una zona mixta dentro de un barrio predominantemente suní al oeste de la ciudad. El ISIS también se ha atribuido ambos.

Los chiíes son uno de los objetivos preferidos del ISIS, un grupo extremista suní que les considera herejes y que controla el noroeste de Irak y parte de la vecina Siria. Los esfuerzos del Gobierno central para recuperar ese territorio que los yihadistas ocuparon en junio de 2014 han exacerbado el conflicto entre ambas comunidades. La minoría árabe suní ve con recelo el avance de tropas mayoritariamente chiíes y, en gran medida, afiliadas con milicias que escapan a la autoridad del Estado.

“El Ejército de Irak no es una organización profesional con estándares exigentes para la promoción y desvinculado de la política; los mandos y sus unidades están alineados con facciones”, describe el analista militar Brian M. Downing.

Aunque la seguridad de Bagdad ha mejorado desde la guerra intersectaría de mediados de la década pasada, en los últimos meses han aumentado los ataques del ISIS. Los expertos del Institute for the Study of the War (ISW) asocian ese repunte con los avances que las fuerzas de seguridad están haciendo en la provincia de Al Anbar, donde recientemente han arrebatado a los yihadistas la orilla sur del río Éufrates, entre Ramadi y Hadiza, además de iniciado las operaciones de limpieza en el sur de Faluya.

La situación resulta especialmente delicada porque el país atraviesa una grave crisis a causa del rechazo de los bloques políticos a la remodelación del Gobierno. La mayoría de los grupos, incluidos los kurdos y la alianza suní, boicotean la reunión del Parlamento desde que el pasado 30 de abril los manifestantes, en su mayoría seguidores del dirigente chií Muqtada al Sadr, asaltaran su sede. Exigen que se castigue a los responsables.

La parálisis oficial ofrece una oportunidad para el ISIS, que está tratando de aumentar la inestabilidad y agudizar la fractura sectaria. De momento, el trance ha obligado a retrasar, una vez más, el esperado asalto para recuperar Mosul, la tercera ciudad de Irak después de Bagdad y Basora, que el ISIS ha convertido en su capital iraquí desde que se hizo con el control hace casi dos años.

“Sin un Gobierno razonablemente estable en Bagdad, las operaciones militares sufrirán y el país puede desintegrarse aún más”, advierte Downing.

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