La victoria del ‘Yes, we Khan’
El nuevo alcalde de Londres, al que se quiere ver como un Obama británico, ofrece al colectivo musulmán un modelo de éxito y aleja los estigmas
Pablo Guimón
Londres, El País
La llamada a la oración resuena por las animadas calles comerciales. Las chicas salen riendo del gimnasio Hayaa, solo para mujeres. Se disuelven los corrillos de estudiantes a las puertas de la escuela islámica Ebrahim. Un joven, que reparte folletos sobre conferencias teológicas, regala al paseante curioso un Corán en inglés. “Léalo, aquí encontrará todo lo que quiera saber sobre nosotros”, le dice. Es mediodía del viernes y bullen de actividad los alrededores de la mezquita del Este de Londres, que da servicio a la mayor comunidad musulmana de Reino Unido.
Junto a la puerta principal, los hombres en chilaba se agachan ante las pilas de periódicos y recogen su ejemplar del Bangla Sanglap. En portada, junto a enormes letras bengalíes, dos fotografías de los antitéticos hombres del momento: Sadiq Khan y Donald Trump.
En su primera semana en el cargo, Khan, el primer alcalde musulmán de una gran capital occidental, arropado por 1,3 millones de votos, el mayor mandato personal en la historia de Reino Unido, se ha hecho merecedor de un levantamiento particular del veto que el candidato republicano a la Casa Blanca propuso imponer a los musulmanes que deseen entrar en Estados Unidos.
“No quiero su excepción”, le vino a responder el nuevo alcalde de Londres. “La ignorante visión del islam de Donald Trump nos hace menos seguros, contribuye a alienar a los musulmanes y juega a favor de los extremistas. Trump y quienes le rodean creen que los valores liberales occidentales son incompatibles con el islam mayoritario. Londres ha demostrado que se equivocan”, declaró.
La esperanza contra el miedo. La unidad contra la división. Los mensajes que la elección de Sadiq Khan lanza al mundo occidental son poderosos, más si cabe cuando coinciden en el tiempo con populismos xenófobos como el del propio Trump o, en Europa, el del Frente Nacional de Le Pen o el del UKIP de Farage.
Durante años los analistas se han preguntado si algún día Reino Unido tendría su momento Obama. La historia de este hijo de un conductor de autobús y una costurera podría serlo. El Yes, we Khan, jugando con el que fuera eslogan de campaña del presidente estadounidense, quiere ser un mensaje de cohesión frente a las fuerzas polarizadoras y, también, un modelo de éxito para una parte de la sociedad musulmana que se siente marginada.
“Creo que puede ayudar a ofrecer una narrativa alternativa al radicalismo”, opina Muhammad Abdul Bari, de 62 años, responsable de la ONG Muslim Aid y expresidente de la mezquita del Este de Londres. “Desde los ataques del 7 de julio de 2005, no hay día en que en la prensa no se retrate negativamente a los musulmanes. La elección de Khan dará confianza a los musulmanes para acceder a la vida pública. Indirectamente, puede ayudar a combatir la radicalización, ya que contribuye a que las comunidades musulmanas tengan confianza en que hay un futuro para ellos en este país. Que pueden tener éxito si tienen talento, que la vida pública está ahí también para ellos. Ese mensaje puede contribuir a marginar a las minorías extremistas. Y a la vez, la sociedad verá que los musulmanes no responden al estereotipo con el que a menudo se les retrata. Es un mensaje de Londres a todo el mundo”.
Sentimiento positivo
Para la columnista Ayesha Hazarika, militante laborista de origen indio, en una semana ya “se ha redefinido la representación mediática de lo que es un musulmán”. “No es un hombre con cara de loco, no es un prisionero político, no es un enemigo ni una víctima”, añade. “Es un profesional exitoso que resplandece en la catedral de Southwark [donde pronunció su discurso de aceptación] rodeado de figuras de diferentes credos. Es un estadista global. Es un marido adorable, con su esposa abogada superinteligente”.
El islam es la segunda religión en Reino Unido. La practica, según un censo de 2011, el 4,5% de los británicos. En Londres, el porcentaje de musulmanes asciende al 12,4%. Según una encuesta reciente para el canal de televisión Channel 4, el 86% de los musulmanes británicos tiene un fuerte sentimiento de pertenencia a Reino Unido, tres puntos más que la media nacional.
Sin embargo, el 52% cree que la homosexualidad no debería ser legal. El 31% opina que la poligamia debería legalizarse y el 39% sostiene que las mujeres “deben siempre obedecer a sus maridos”. El 4% siente simpatía por los terroristas suicidas y solo uno de cada tres contactaría con la policía si cree que alguien de su entorno está relacionándose con yihadistas.
Muhammad Abdullah, de 31 años, director de documentales londinense de origen bangladesí, votó a Khan solo como segunda opción. Eso demuestra, bromea, que “no todos los musulmanes votaron por Khan”. En las elecciones a la alcaldía se ponen dos nombres en la papeleta, y él puso el primero a un candidato independiente. Aun así, se alegra de la victoria de Khan y disfruta del “sentimiento positivo que vive Londres”.
“Khan ha utilizado, legítimamente, su condición de musulmán y su origen humilde en su beneficio”, opina. “Pero lo cierto es que los musulmanes de Londres no necesitábamos su modelo porque ya hay otros, en la televisión, en el deporte y en la propia política. Lo interesante ha sido que, durante la campaña, los conservadores han cometido el error de tratar de desacreditar ese modelo, acusando a Khan de radical, y eso ha acabado volviéndose en su contra”.
“Los políticos deberían aprender una lección de esta historia”, coincide Muhammad Abdul Bari. “Deben tener en cuenta que cualquier intento de descalificación de una comunidad puede ser tomado mal por la sociedad en su conjunto. Y eso acaba volviéndose en su contra”.
Pablo Guimón
Londres, El País
La llamada a la oración resuena por las animadas calles comerciales. Las chicas salen riendo del gimnasio Hayaa, solo para mujeres. Se disuelven los corrillos de estudiantes a las puertas de la escuela islámica Ebrahim. Un joven, que reparte folletos sobre conferencias teológicas, regala al paseante curioso un Corán en inglés. “Léalo, aquí encontrará todo lo que quiera saber sobre nosotros”, le dice. Es mediodía del viernes y bullen de actividad los alrededores de la mezquita del Este de Londres, que da servicio a la mayor comunidad musulmana de Reino Unido.
Junto a la puerta principal, los hombres en chilaba se agachan ante las pilas de periódicos y recogen su ejemplar del Bangla Sanglap. En portada, junto a enormes letras bengalíes, dos fotografías de los antitéticos hombres del momento: Sadiq Khan y Donald Trump.
En su primera semana en el cargo, Khan, el primer alcalde musulmán de una gran capital occidental, arropado por 1,3 millones de votos, el mayor mandato personal en la historia de Reino Unido, se ha hecho merecedor de un levantamiento particular del veto que el candidato republicano a la Casa Blanca propuso imponer a los musulmanes que deseen entrar en Estados Unidos.
“No quiero su excepción”, le vino a responder el nuevo alcalde de Londres. “La ignorante visión del islam de Donald Trump nos hace menos seguros, contribuye a alienar a los musulmanes y juega a favor de los extremistas. Trump y quienes le rodean creen que los valores liberales occidentales son incompatibles con el islam mayoritario. Londres ha demostrado que se equivocan”, declaró.
La esperanza contra el miedo. La unidad contra la división. Los mensajes que la elección de Sadiq Khan lanza al mundo occidental son poderosos, más si cabe cuando coinciden en el tiempo con populismos xenófobos como el del propio Trump o, en Europa, el del Frente Nacional de Le Pen o el del UKIP de Farage.
Durante años los analistas se han preguntado si algún día Reino Unido tendría su momento Obama. La historia de este hijo de un conductor de autobús y una costurera podría serlo. El Yes, we Khan, jugando con el que fuera eslogan de campaña del presidente estadounidense, quiere ser un mensaje de cohesión frente a las fuerzas polarizadoras y, también, un modelo de éxito para una parte de la sociedad musulmana que se siente marginada.
“Creo que puede ayudar a ofrecer una narrativa alternativa al radicalismo”, opina Muhammad Abdul Bari, de 62 años, responsable de la ONG Muslim Aid y expresidente de la mezquita del Este de Londres. “Desde los ataques del 7 de julio de 2005, no hay día en que en la prensa no se retrate negativamente a los musulmanes. La elección de Khan dará confianza a los musulmanes para acceder a la vida pública. Indirectamente, puede ayudar a combatir la radicalización, ya que contribuye a que las comunidades musulmanas tengan confianza en que hay un futuro para ellos en este país. Que pueden tener éxito si tienen talento, que la vida pública está ahí también para ellos. Ese mensaje puede contribuir a marginar a las minorías extremistas. Y a la vez, la sociedad verá que los musulmanes no responden al estereotipo con el que a menudo se les retrata. Es un mensaje de Londres a todo el mundo”.
Sentimiento positivo
Para la columnista Ayesha Hazarika, militante laborista de origen indio, en una semana ya “se ha redefinido la representación mediática de lo que es un musulmán”. “No es un hombre con cara de loco, no es un prisionero político, no es un enemigo ni una víctima”, añade. “Es un profesional exitoso que resplandece en la catedral de Southwark [donde pronunció su discurso de aceptación] rodeado de figuras de diferentes credos. Es un estadista global. Es un marido adorable, con su esposa abogada superinteligente”.
El islam es la segunda religión en Reino Unido. La practica, según un censo de 2011, el 4,5% de los británicos. En Londres, el porcentaje de musulmanes asciende al 12,4%. Según una encuesta reciente para el canal de televisión Channel 4, el 86% de los musulmanes británicos tiene un fuerte sentimiento de pertenencia a Reino Unido, tres puntos más que la media nacional.
Sin embargo, el 52% cree que la homosexualidad no debería ser legal. El 31% opina que la poligamia debería legalizarse y el 39% sostiene que las mujeres “deben siempre obedecer a sus maridos”. El 4% siente simpatía por los terroristas suicidas y solo uno de cada tres contactaría con la policía si cree que alguien de su entorno está relacionándose con yihadistas.
Muhammad Abdullah, de 31 años, director de documentales londinense de origen bangladesí, votó a Khan solo como segunda opción. Eso demuestra, bromea, que “no todos los musulmanes votaron por Khan”. En las elecciones a la alcaldía se ponen dos nombres en la papeleta, y él puso el primero a un candidato independiente. Aun así, se alegra de la victoria de Khan y disfruta del “sentimiento positivo que vive Londres”.
“Khan ha utilizado, legítimamente, su condición de musulmán y su origen humilde en su beneficio”, opina. “Pero lo cierto es que los musulmanes de Londres no necesitábamos su modelo porque ya hay otros, en la televisión, en el deporte y en la propia política. Lo interesante ha sido que, durante la campaña, los conservadores han cometido el error de tratar de desacreditar ese modelo, acusando a Khan de radical, y eso ha acabado volviéndose en su contra”.
“Los políticos deberían aprender una lección de esta historia”, coincide Muhammad Abdul Bari. “Deben tener en cuenta que cualquier intento de descalificación de una comunidad puede ser tomado mal por la sociedad en su conjunto. Y eso acaba volviéndose en su contra”.