Erdogan se niega a reformar la ley antiterrorista como exige la UE
"Turquía está rodeada por organizaciones terroristas y por quienes las apoyan", dice el presidente turco
Andrés Mourenza
Estambul, El País
El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, sabe que, gracias al acuerdo migratorio pactado con la UE, tiene la sartén por el mango. Quedó claro este viernes cuando Erdogan rechazó tajantemente la petición de la UE de reformar la ley antiterrorista para culminar la exención de los visados pactada. El líder turco instó a los líderes de Bruselas a buscarse otro socio en la lucha contra los flujos migratorios, “si es que puede”, o dejar de presionar a Turquía por democratizar sus leyes más polémicas.
Esta semana, la Comisión Europea dio luz verde a eliminar la necesidad de visados para los turcos que deseen visitar el espacio Schengen como turistas, el principal premio político a cambio del acuerdo de contención de los flujos de refugiados firmado en marzo, ya que esta era una vieja aspiración de los ciudadanos del país euroasiático. Con todo, Bruselas matizó que Ankara debía cumplir aún con cuatro puntos de la lista de 72 requisitos impuestos a cambio de la prometida exención, entre ellos “alinear la legislación turca sobre terrorismo al acquis comunitario, a los estándares del Consejo de Europa y a la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos”.
Y esta, en apariencia nimiedad técnica, ha exaltado los ánimos de Recep Tayyip Erdogan. “Turquía está rodeada por organizaciones terroristas y por las potencias que las apoyan, y ahora la UE nos dice que cambiemos la legislación antiterrorista. ¿Por qué no cambian antes ustedes esa mentalidad que permite a los terroristas poner tiendas frente al Parlamento Europeo?”, criticó el líder islamista en referencia a un puesto de propaganda colocado por simpatizantes del grupo armado PKK en Bruselas durante una visita oficial turca. “Lo siento, nosotros seguiremos por nuestro camino, tú (UE) ve por el tuyo. Y entiéndete con quien puedas”.
Sin embargo, horas antes, el ministro de Asuntos Europeos, Volkan Bozkir, había explicado que, si bien en su opinión la ley turca ya cumple los estándares europeos, se está negociando para modificar ligeramente el enunciado de la definición de terrorismo. La nueva ley de seguridad aprobada el año pasado fue muy criticada por las organizaciones de derechos humanos al incrementar los castigos para los manifestantes y aumentar el poder de la policía. “Estamos hablando (con las autoridades europeas) y les convenceremos”, aseguró Bozkir en declaraciones recogidas por EFE.
Ello sería una prueba de lo que el analista Metin Gürcan considera que puede ser la estrategia de Erdogan de cara a los próximos meses: utilizar públicamente una “retórica anti-occidental de tintes populistas”, que le permita ampliar sus bases más nacionalistas e islamistas, a la vez que el Gobierno negocia con la UE y EEUU “por debajo de la mesa”.
No hay duda de que además Erdogan se siente fuerte después de haber logrado que el jueves su primer ministro, Ahmet Davutoglu, anunciase su marcha, algo que allana el camino a los planes del jefe de Estado de transformar el régimen parlamentario turco en una república presidencialista bajo su batuta. De hecho, este viernes en Estambul, Erdogan insistió en la “urgente necesidad” de convocar un “referéndum” sobre la reforma constitucional y el presidencialismo.
Pero la marcha de Davutoglu puede hacer que se resientan las relaciones con la UE porque precisamente él fue, si no el arquitecto, sí el negociador principal del acuerdo antimigratorio y de exención de visados firmado con Bruselas. “La mayoría de los miembros de la comunidad internacional respetaban a Davutoglu, por lo que su partida puede causar cierto disgusto”, sostiene Mensur Akgün, director del centro de estudios GPOT: “Pero, al final, a los dirigentes de los demás países que quieran tener unas buenas relaciones con Turquía no les quedará más remedio que entenderse con Erdogan”.
Andrés Mourenza
Estambul, El País
El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, sabe que, gracias al acuerdo migratorio pactado con la UE, tiene la sartén por el mango. Quedó claro este viernes cuando Erdogan rechazó tajantemente la petición de la UE de reformar la ley antiterrorista para culminar la exención de los visados pactada. El líder turco instó a los líderes de Bruselas a buscarse otro socio en la lucha contra los flujos migratorios, “si es que puede”, o dejar de presionar a Turquía por democratizar sus leyes más polémicas.
Esta semana, la Comisión Europea dio luz verde a eliminar la necesidad de visados para los turcos que deseen visitar el espacio Schengen como turistas, el principal premio político a cambio del acuerdo de contención de los flujos de refugiados firmado en marzo, ya que esta era una vieja aspiración de los ciudadanos del país euroasiático. Con todo, Bruselas matizó que Ankara debía cumplir aún con cuatro puntos de la lista de 72 requisitos impuestos a cambio de la prometida exención, entre ellos “alinear la legislación turca sobre terrorismo al acquis comunitario, a los estándares del Consejo de Europa y a la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos”.
Y esta, en apariencia nimiedad técnica, ha exaltado los ánimos de Recep Tayyip Erdogan. “Turquía está rodeada por organizaciones terroristas y por las potencias que las apoyan, y ahora la UE nos dice que cambiemos la legislación antiterrorista. ¿Por qué no cambian antes ustedes esa mentalidad que permite a los terroristas poner tiendas frente al Parlamento Europeo?”, criticó el líder islamista en referencia a un puesto de propaganda colocado por simpatizantes del grupo armado PKK en Bruselas durante una visita oficial turca. “Lo siento, nosotros seguiremos por nuestro camino, tú (UE) ve por el tuyo. Y entiéndete con quien puedas”.
Sin embargo, horas antes, el ministro de Asuntos Europeos, Volkan Bozkir, había explicado que, si bien en su opinión la ley turca ya cumple los estándares europeos, se está negociando para modificar ligeramente el enunciado de la definición de terrorismo. La nueva ley de seguridad aprobada el año pasado fue muy criticada por las organizaciones de derechos humanos al incrementar los castigos para los manifestantes y aumentar el poder de la policía. “Estamos hablando (con las autoridades europeas) y les convenceremos”, aseguró Bozkir en declaraciones recogidas por EFE.
Ello sería una prueba de lo que el analista Metin Gürcan considera que puede ser la estrategia de Erdogan de cara a los próximos meses: utilizar públicamente una “retórica anti-occidental de tintes populistas”, que le permita ampliar sus bases más nacionalistas e islamistas, a la vez que el Gobierno negocia con la UE y EEUU “por debajo de la mesa”.
No hay duda de que además Erdogan se siente fuerte después de haber logrado que el jueves su primer ministro, Ahmet Davutoglu, anunciase su marcha, algo que allana el camino a los planes del jefe de Estado de transformar el régimen parlamentario turco en una república presidencialista bajo su batuta. De hecho, este viernes en Estambul, Erdogan insistió en la “urgente necesidad” de convocar un “referéndum” sobre la reforma constitucional y el presidencialismo.
Pero la marcha de Davutoglu puede hacer que se resientan las relaciones con la UE porque precisamente él fue, si no el arquitecto, sí el negociador principal del acuerdo antimigratorio y de exención de visados firmado con Bruselas. “La mayoría de los miembros de la comunidad internacional respetaban a Davutoglu, por lo que su partida puede causar cierto disgusto”, sostiene Mensur Akgün, director del centro de estudios GPOT: “Pero, al final, a los dirigentes de los demás países que quieran tener unas buenas relaciones con Turquía no les quedará más remedio que entenderse con Erdogan”.