El Gobierno libio recibirá armas para combatir al ISIS

Las principales potencias occidentales atienden la demanda del Ejecutivo de Unidad para levantar parcialmente el embargo que pesa sobre el país

Francisco Peregil
Rabat, El País
El autoproclamado Gobierno de unidad de Libia va a conseguir armas antes que la unidad del país. Una veintena de altos representantes de Exteriores, desde Estados Unidos, Rusia, China y la Unión Europea, pasando por Arabia Saudí, Egipto, Turquía y Qatar, decidieron atender ayer la demanda del primer ministro libio del Gobierno de Unidad, Faiez Serraj, quien había pedido que se levantara parcialmente el embargo que pesa sobre Libia para que su Gobierno pueda combatir al Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés).


El reto de Serraj es crear a medio plazo un Ejército bajo una misma autoridad en todo el país. Un Ejército capaz de vencer al ISIS. Porque si algo tiene claro Serraj y la mayoría de los libios es que no quieren tropas extranjera que lleguen a Libia para combatir al ISIS. Desean las armas para luchar ellos. Y asistencia técnica, eso sí; en forma de fuerzas especiales. Desde hace meses, distintos diarios occidentales han publicado que hay fuerzas especiales de Estados Unidos, Italia, Francia y Reino Unido en Libia.

Para formar ese Ejército, el Gobierno de Unidad necesita dinero y armas. De momento, Serraj solo ha logrado fundar una Guardia Presidencial que se encarga de proteger la base naval desde la que trabajan los miembros del Gobierno de Unidad. Los representantes ministeriales se han comprometido a formar y equipar a los miembros de esa guardia.

A medida que vayan aumentando las medidas de seguridad en Trípoli irán llegando los embajadores. Pero, hasta ahora, los diplomáticos europeos se encuentran en Túnez solo han llegado alguna vez de visita. Y el Estado Islámico continúa causando muertos y expandiéndose.

Hace más de un año que la ONU viene repitiendo que el conflicto libio ya no puede esperar un día más. Pero nadie parece encontrar la fórmula para sellar la paz en un país que nunca conoció la democracia antes de 2011.

Este diario visitó el pasado 27 de febrero el puesto militar de Abu Grein, que era la localidad más próxima a Sirte, el feudo del Estado Islámico en Libia. Los civiles que salían Sirte advertían: “Cada día llega más gente a luchar junto al ISIS”. Hoy, el número de yihadistas en Libia varía entre 3.000 (según la ONU) y 6.000 (según Estados Unidos). Desde hace una semana, Abu Grein ha sido tomada por el Ejército Islámico. Antes, se tardaba una hora en recorrer los 100 kilómetros que separan a Abu Grein de Misrata. Ahora, el Estado Islámico se encuentra a solo 70 kilómetros de la segunda ciudad de Libia en número de habitantes.

“La gente está muy preocupada”, indicó en conversación telefónica desde Misrata un estudiante de ingeniería que prefiere no dar su nombre. “Han llegado muchos heridos y muertos desde Abu Grein y tenemos miedo por lo que pueda pasar. Ojalá que la reunión de Viena sirva para combatir al ISIS”.

Algunos analistas internacionales expresaban ayer en Twitter su escepticismo ante el levantamiento parcial del embargo. Esgrimen que en Libia siempre ha habido armas, a pesar del embargo. Y que lo que se necesita en Libia, antes de atacar Sirte, es forjar una verdadera unidad. Porque el Consejo Presidencial auspiciado por la ONU no ha conseguido hasta ahora la ansiada unidad entre las partes.

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