Taiwán intenta hacerse oír en las disputas territoriales de los mares de China
El presidente saliente Ma Ying-jeou intenta dejar un legado de paz en la zona, ignorado por la comunidad internacional y que condiciona la política exterior del próximo gobierno
Daniel García
Islote Pengjia, El País
El 20 de mayo la presidenta electa de Taiwán, Tsai Ing-wen, se convertirá en la primera mujer que dirija los destinos de la isla autogobernada que China define como parte de su territorio. De esta manera, acabarán los ocho años de la administración de Ma Ying-jeou, líder del nacionalista Kuomintang, partido cercano a los dictados de Pekín. En el ocaso de su mandato Ma ha realizado dos visitas muy significativas, una a la isla Taiping en el sur del mar de China —que no sentó nada bien a sus vecinos ni a Estados Unidos— y otra el pasado sábado al islote Pengjia, cercano a las controvertidas islas Senkaku (llamadas Diaoyu en China) para poner de relieve sus iniciativas de paz en los mares de China.
El viaje de Ma a la disputada Taiping –China, Filipinas y Vietnam también la reclaman como parte de su territorio— pretendía servir como altavoz a la iniciativa de paz del mar del sur de China que el presidente taiwanés daba a conocer en mayo del año pasado: “La idea central de mi propuesta es cambiar el enfoque de llegar a un acuerdo en las disputas territoriales a desarrollar los recursos de manera conjunta. A pesar de que la soberanía no se puede dividir, los recursos todavía se pueden compartir”. El segundo viaje, al que fue invitado EL PAÍS, servía para celebrar los tres años de un pacto pesquero con Japón y presentar un monumento conmemorativo de la iniciativa de paz para el mar de China oriental, también propuesta por Ma.
Pengjia se encuentra a unos 140 kilómetros de las Senkaku, unas islas que se disputan Japón, China y Taiwán. En el pequeño islote, al que está restringido el acceso a civiles, viven unas 20 personas. Uno de los guardacostas que cumple servicio en el accidente geográfico cuenta que “hay muy poco que hacer aquí, no hay playa” y prefiere no seguir hablando. Pese a la calma aparente, hay momentos de tensión. El pasado 2 de abril la guardia costera en la zona apresaba a 17 pescadores de la República Popular China que faenaban de manera ilegal en aguas taiwanesas.
La cercanía a las islas controladas por Japón no fue una casualidad. Ma recordó que gracias al acuerdo piscícola con Japón en 2012 —consecuencia de su iniciativa de paz para el mar de China oriental— los taiwaneses “sin sacrificar soberanía, han aumentado enormemente sus derechos pesqueros”.
El complejo estatus de Taiwán —China no permite que la isla forme parte de organizaciones internacionales— ha provocado que las demandas de su Gobierno sean silenciadas en los espacios de poder. Las propuestas de paz de Ma, además de ser dejadas de lado por los principales actores de las tensiones en los mares de China, condicionan la política exterior del futuro gobierno de Tsai.
El pasado 30 de marzo la líder del Partido Democrático Progresista (PDP) dejó claro durante una reunión con su homólogo del Kuomintang que “no habrá cambios en la postura del PDP sobre la soberanía de Taiwán en el mar del sur de China”. Semanas antes había rechazado la invitación de Ma de viajar con él a Taiping, según los analistas para no molestar a Estados Unidos. Las declaraciones de Tsai venían a remarcar la postura ambigua de su partido hacia la problemática de la región. Varios comentaristas justifican esta ambigüedad por el difícil equilibrio de poder al que tendrá que enfrentarse la futura presidenta.
Muchos analistas ven en las últimas visitas del presidente taiwanés la necesidad de reafirmar un legado de paz que apenas secundan los vecinos de la región. Barthélémy Courmont, investigador titular del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS, en sus siglas en francés), señala que “las iniciativas de Ma permanecen limitadas por la falta de reconocimiento de Taiwán. Tanto Pekín como Tokio han rechazado la iniciativa de paz”. Sin embargo, Courmont también añade que “lo que importa es el nuevo acercamiento diplomático basado en el multilateralismo, y en ese sentido la iniciativa de Ma pone a Taiwán en una posición particular, a diferencia de otros actores aferrados a posturas nacionalistas".
Mientras que la futura política exterior del PDP para el mar del sur de China no parece estar bien definida, la estrategia hacia las Senkaku se vislumbra con más sencillez. El experto Courmont opina que “la política de Tsai respecto a las Diaoyu no diferirá mucho de la postura de Ma, y que el nuevo Gobierno va a seguir la iniciativa de paz. Esta es una gran oportunidad para reafirmar la independencia de Taipéi, algo de lo que Tsai es consciente”. La futura presidenta declaraba que "la postura del PDP sobre las Islas Diaoyu ha sido consistente y clara. Las islas Diaoyutai pertenecen a Taiwán".
Existe otra razón de peso por la que la nueva presidenta podría seguir la estela del líder del Kuomintang en el mar de China oriental: la necesidad de reducir su dependencia con el lado continental. “Esta iniciativa le da a Taiwán la oportunidad de mantener relaciones cercanas con Tokio y el PDP es particularmente consciente de la necesidad de aumentar la colaboración con otros vecinos de la zona más allá de la República Popular China”, apunta Courmont.
La falta de voz en las instituciones internacionales de la isla autogobernada es uno de los obstáculos a los que debe hacer frente Taiwán. Se espera que este año La Haya emita un veredicto sobre una disputa territorial entre China y Filipinas en el mar del sur de China, un conflicto en el que la República de China (nombre oficial de Taiwán) no forma parte por su estatus internacional.
Daniel García
Islote Pengjia, El País
El 20 de mayo la presidenta electa de Taiwán, Tsai Ing-wen, se convertirá en la primera mujer que dirija los destinos de la isla autogobernada que China define como parte de su territorio. De esta manera, acabarán los ocho años de la administración de Ma Ying-jeou, líder del nacionalista Kuomintang, partido cercano a los dictados de Pekín. En el ocaso de su mandato Ma ha realizado dos visitas muy significativas, una a la isla Taiping en el sur del mar de China —que no sentó nada bien a sus vecinos ni a Estados Unidos— y otra el pasado sábado al islote Pengjia, cercano a las controvertidas islas Senkaku (llamadas Diaoyu en China) para poner de relieve sus iniciativas de paz en los mares de China.
El viaje de Ma a la disputada Taiping –China, Filipinas y Vietnam también la reclaman como parte de su territorio— pretendía servir como altavoz a la iniciativa de paz del mar del sur de China que el presidente taiwanés daba a conocer en mayo del año pasado: “La idea central de mi propuesta es cambiar el enfoque de llegar a un acuerdo en las disputas territoriales a desarrollar los recursos de manera conjunta. A pesar de que la soberanía no se puede dividir, los recursos todavía se pueden compartir”. El segundo viaje, al que fue invitado EL PAÍS, servía para celebrar los tres años de un pacto pesquero con Japón y presentar un monumento conmemorativo de la iniciativa de paz para el mar de China oriental, también propuesta por Ma.
Pengjia se encuentra a unos 140 kilómetros de las Senkaku, unas islas que se disputan Japón, China y Taiwán. En el pequeño islote, al que está restringido el acceso a civiles, viven unas 20 personas. Uno de los guardacostas que cumple servicio en el accidente geográfico cuenta que “hay muy poco que hacer aquí, no hay playa” y prefiere no seguir hablando. Pese a la calma aparente, hay momentos de tensión. El pasado 2 de abril la guardia costera en la zona apresaba a 17 pescadores de la República Popular China que faenaban de manera ilegal en aguas taiwanesas.
La cercanía a las islas controladas por Japón no fue una casualidad. Ma recordó que gracias al acuerdo piscícola con Japón en 2012 —consecuencia de su iniciativa de paz para el mar de China oriental— los taiwaneses “sin sacrificar soberanía, han aumentado enormemente sus derechos pesqueros”.
El complejo estatus de Taiwán —China no permite que la isla forme parte de organizaciones internacionales— ha provocado que las demandas de su Gobierno sean silenciadas en los espacios de poder. Las propuestas de paz de Ma, además de ser dejadas de lado por los principales actores de las tensiones en los mares de China, condicionan la política exterior del futuro gobierno de Tsai.
El pasado 30 de marzo la líder del Partido Democrático Progresista (PDP) dejó claro durante una reunión con su homólogo del Kuomintang que “no habrá cambios en la postura del PDP sobre la soberanía de Taiwán en el mar del sur de China”. Semanas antes había rechazado la invitación de Ma de viajar con él a Taiping, según los analistas para no molestar a Estados Unidos. Las declaraciones de Tsai venían a remarcar la postura ambigua de su partido hacia la problemática de la región. Varios comentaristas justifican esta ambigüedad por el difícil equilibrio de poder al que tendrá que enfrentarse la futura presidenta.
Muchos analistas ven en las últimas visitas del presidente taiwanés la necesidad de reafirmar un legado de paz que apenas secundan los vecinos de la región. Barthélémy Courmont, investigador titular del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS, en sus siglas en francés), señala que “las iniciativas de Ma permanecen limitadas por la falta de reconocimiento de Taiwán. Tanto Pekín como Tokio han rechazado la iniciativa de paz”. Sin embargo, Courmont también añade que “lo que importa es el nuevo acercamiento diplomático basado en el multilateralismo, y en ese sentido la iniciativa de Ma pone a Taiwán en una posición particular, a diferencia de otros actores aferrados a posturas nacionalistas".
Mientras que la futura política exterior del PDP para el mar del sur de China no parece estar bien definida, la estrategia hacia las Senkaku se vislumbra con más sencillez. El experto Courmont opina que “la política de Tsai respecto a las Diaoyu no diferirá mucho de la postura de Ma, y que el nuevo Gobierno va a seguir la iniciativa de paz. Esta es una gran oportunidad para reafirmar la independencia de Taipéi, algo de lo que Tsai es consciente”. La futura presidenta declaraba que "la postura del PDP sobre las Islas Diaoyu ha sido consistente y clara. Las islas Diaoyutai pertenecen a Taiwán".
Existe otra razón de peso por la que la nueva presidenta podría seguir la estela del líder del Kuomintang en el mar de China oriental: la necesidad de reducir su dependencia con el lado continental. “Esta iniciativa le da a Taiwán la oportunidad de mantener relaciones cercanas con Tokio y el PDP es particularmente consciente de la necesidad de aumentar la colaboración con otros vecinos de la zona más allá de la República Popular China”, apunta Courmont.
La falta de voz en las instituciones internacionales de la isla autogobernada es uno de los obstáculos a los que debe hacer frente Taiwán. Se espera que este año La Haya emita un veredicto sobre una disputa territorial entre China y Filipinas en el mar del sur de China, un conflicto en el que la República de China (nombre oficial de Taiwán) no forma parte por su estatus internacional.