Los populistas alemanes buscan en la islamofobia su caladero de votos
“Por primera vez desde Hitler un partido desacredita a un colectivo religioso”, afirman los musulmanes
Luis Doncel
Berlín, El País
Alternativa para Alemania (AfD), el partido populista que el mes pasado sacudió el panorama político con su éxito en las elecciones regionales, se prepara para entrar con fuerza en el Bundestag o Parlamento nacional el próximo año. La llegada masiva de refugiados impulsó a un partido que el verano pasado parecía prácticamente desaparecido. Ahora, algunas encuestas lo sitúan como tercera fuerza política del país. Y sus líderes acentúan sus críticas al Islam, convencidos de obtener así buenos réditos electorales.
“El Islam es incompatible con la Constitución alemana”, asegura la eurodiputada y vicepresidenta del partido Beatrix von Storch. “El Islam no es una religión como la cristiana, sino que siempre está ligada a la toma del Estado. Por eso es un peligro la islamización de Alemania”, añade el también vicepresidente y líder de AfD en Brandeburgo, Alexander Gauland. Los dos dirigentes han presentado la nueva ofensiva del partido en sendas entrevistas publicadas por el Frankfurter Allgemeine am Sonntag.
AfD está formado por una mezcolanza de tendencias —desde la ultraderecha hasta el liberalismo económico pasando por los autodenominados patriotas que ven con buenos ojos los tics autoritarios de la Rusia de Putin—, que la próxima semana deberán ponerse de acuerdo para aprobar su programa. Allí llegarán propuestas como la de prohibir la construcción de minaretes o la llamada a la oración de los muecines u otros símbolos de la religión de Mahoma.
Ante la propuesta de un sector del partido de prohibir también la construcción de mezquitas, Gauland se muestra más escéptico. "No es totalmente necesario", responde este antiguo dirigente de la Unión Cristianodemócrata (CDU) que ahora encabeza el sector más conservador de la formación. Este giro a la derecha lo confirma también con su apuesta por acercarse a los ultraderechistas franceses del Frente Nacional. “Si el partido de Marine Le Pen ha abandonado el antisemitismo, no hay ningún motivo para no colaborar con ellos”, asegura.
Las declaraciones contra el Islam de los líderes conservadores han indignado al arco parlamentario alemán y a parte de la sociedad civil. “Por primera vez desde el régimen de Hitler, en Alemania hay un partido que desacredita a un colectivo religioso en su conjunto y amenaza su existencia”, respondió el lunes el presidente del Consejo Central de los musulmanes alemanes, Aiman Mazyeck. Los representantes de los partidos mayoritarios dan la vuelta a los argumentos de los líderes de AfD: no es el Islam el que choca con la Constitución, sino que es el propio partido el que es incompatible con principios básicos de la democracia como la libertad de culto.
El portavoz de la canciller Angela Merkel recordó que la libertad religiosa está protegida por la Constitución. Tras los atentados islamistas contra la revista Charlie Hebdo de enero de 2015, Merkel salió en defensa de la convivencia religiosa, y suscribió la polémica frase "el Islam es parte de Alemania" que había pronunciado el expresidente del país Christian Wulff. La declaración de Merkel fue muy contestada por el sector más conservador de su partido, la CDU. Es este un debate que no se ha apagado y que promete intensificarse tras la llegada de un millón de refugiados el año pasado, colectivo que se une a los cuatro millones de musulmanes que ya vivían en el país.
Luis Doncel
Berlín, El País
Alternativa para Alemania (AfD), el partido populista que el mes pasado sacudió el panorama político con su éxito en las elecciones regionales, se prepara para entrar con fuerza en el Bundestag o Parlamento nacional el próximo año. La llegada masiva de refugiados impulsó a un partido que el verano pasado parecía prácticamente desaparecido. Ahora, algunas encuestas lo sitúan como tercera fuerza política del país. Y sus líderes acentúan sus críticas al Islam, convencidos de obtener así buenos réditos electorales.
“El Islam es incompatible con la Constitución alemana”, asegura la eurodiputada y vicepresidenta del partido Beatrix von Storch. “El Islam no es una religión como la cristiana, sino que siempre está ligada a la toma del Estado. Por eso es un peligro la islamización de Alemania”, añade el también vicepresidente y líder de AfD en Brandeburgo, Alexander Gauland. Los dos dirigentes han presentado la nueva ofensiva del partido en sendas entrevistas publicadas por el Frankfurter Allgemeine am Sonntag.
AfD está formado por una mezcolanza de tendencias —desde la ultraderecha hasta el liberalismo económico pasando por los autodenominados patriotas que ven con buenos ojos los tics autoritarios de la Rusia de Putin—, que la próxima semana deberán ponerse de acuerdo para aprobar su programa. Allí llegarán propuestas como la de prohibir la construcción de minaretes o la llamada a la oración de los muecines u otros símbolos de la religión de Mahoma.
Ante la propuesta de un sector del partido de prohibir también la construcción de mezquitas, Gauland se muestra más escéptico. "No es totalmente necesario", responde este antiguo dirigente de la Unión Cristianodemócrata (CDU) que ahora encabeza el sector más conservador de la formación. Este giro a la derecha lo confirma también con su apuesta por acercarse a los ultraderechistas franceses del Frente Nacional. “Si el partido de Marine Le Pen ha abandonado el antisemitismo, no hay ningún motivo para no colaborar con ellos”, asegura.
Las declaraciones contra el Islam de los líderes conservadores han indignado al arco parlamentario alemán y a parte de la sociedad civil. “Por primera vez desde el régimen de Hitler, en Alemania hay un partido que desacredita a un colectivo religioso en su conjunto y amenaza su existencia”, respondió el lunes el presidente del Consejo Central de los musulmanes alemanes, Aiman Mazyeck. Los representantes de los partidos mayoritarios dan la vuelta a los argumentos de los líderes de AfD: no es el Islam el que choca con la Constitución, sino que es el propio partido el que es incompatible con principios básicos de la democracia como la libertad de culto.
El portavoz de la canciller Angela Merkel recordó que la libertad religiosa está protegida por la Constitución. Tras los atentados islamistas contra la revista Charlie Hebdo de enero de 2015, Merkel salió en defensa de la convivencia religiosa, y suscribió la polémica frase "el Islam es parte de Alemania" que había pronunciado el expresidente del país Christian Wulff. La declaración de Merkel fue muy contestada por el sector más conservador de su partido, la CDU. Es este un debate que no se ha apagado y que promete intensificarse tras la llegada de un millón de refugiados el año pasado, colectivo que se une a los cuatro millones de musulmanes que ya vivían en el país.