El sector del turismo teme una nueva era de fronteras
La industria de los viajes considera que el terrorismo yihadista se ha convertido en su mayor amenaza
Guillermo Altares
Dallas, El País
La mayoría de los atentados yihadistas que en los últimos meses han sacudido el mundo han tenido un mismo objetivo: el turismo y los viajeros. Playas en Túnez y en Costa de Marfil, un avión de Metrojet entre Sharm el Seijh y San Petersburgo, el aeropuerto de Bruselas, el centro de Estambul, los bares de moda, una sala de conciertos y un estadio durante un partido internacional en París, un tren de alta velocidad entre Holanda y Francia, uno de los principales museos del mundo, El Bardo, también en Túnez... "El mundo es un lugar más volátil que hace un año y eso afecta sin duda a nuestro negocio". Estas fueron las palabras con las que Gerald Lawless, directivo del Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC, en sus siglas en inglés), inauguró en Dallas el congreso de este organismo internacional, que reúne a las principales empresas del sector, celebrado esta semana en la ciudad texana.
"Cerrar las fronteras y poner en peligro la libertad de viajar no es la respuesta a los problemas actuales de seguridad", aseguró por su parte David Scowsill, el presidente y consejero delegado de esta organización, fundada hace 25 años. En su discurso destacó la que se ha convertido en la principal preocupación del sector, no solo por el yihadismo, sino también por la crisis de los refugiados y el populismo: un cierre general de fronteras o, por lo menos, unas crecientes dificultades para cruzarlas. Scowsill pidió a los gobiernos mundiales que "eviten una reacción exagerada". "¿Cómo podemos mantener nuestras fronteras seguras, manteniendo las mismas fronteras abiertas para los viajeros de negocios y turistas?", se preguntó.
Los presidentes de grandes cadenas hoteleras, de compañías aéreas, la secretaria de Estado de comercio de EE UU, Penny Pritzker, o el secretario general del organismo de la ONU para el turismo, UNWTO, Taleb Rifai: todos aludieron una y otra vez al peligro que la ofensiva yihadista representa para este gigantesco negocio, que según el WTTC contribuyó en 2015 con 7,2 trillones de dólares al PIB global (en torno al 10%) y que aporta, de forma directa o indirecta, uno de cada 11 puestos de trabajo en el planeta. Aunque el turismo creció el año pasado un 2,8% (por encima de la subida de la economía global, que fue de 2,3%), el sector cree que la posibilidad de un enfriamiento es una realidad. Nadie adelantó en Dallas una cifra sobre lo que el terrorismo puede representar en cifras, pero en países afectados como Turquía las reservas para este verano han bajado un 32%, mientras que Air France-KLM estimó en 120 millones de euros la reducción de sus ingresos en el primer trimestre de 2016 tras los ataques contra París de noviembre.
Aunque desde los atentados contra EE UU del 11 de septiembre de 2001, el terrorismo siempre ha sobrevolado el negocio turístico, hasta hace poco el sector estaba mucho más pendiente de otras cuestiones, sobre todo de cómo hacer frente a los nuevos actores de la economía colaborativa como Uber o Airbnb que, sin poseer un coche o una habitación de hotel, han superado en capitalización a algunos gigantes hoteleros o de alquiler de coches. Sin embargo, los ataques del Estado Islámico (ISIS) han cambiado el tablero por completo. Arne Sorenson, presidente de la cadena de hoteles Marriott, señaló que el sector "se enfrenta a la mayor amenaza global de su historia".
La principal preocupación no es solo que los turistas se queden en casa. Según el WTTC –que se hizo cargo del viaje de este diario a Dallas–, el tiempo que un país o una ciudad tarda en recuperarse totalmente de un atentado terrorista es de 13 meses, frente a los 21,3 meses después del estallido de una enfermedad o 23,8 meses después de un desastre medioambiental. Además, en muchos casos, los turistas cambian de playas, no dejan de viajar. Es lo que ha ocurrido con España, que ha visto aumentar las reservas, sobre todo en Canarias, tras los ataques en Túnez y en Egipto, países cuyas economías se han visto profundamente debilitadas por la huida de los visitantes. El pasado verano el turismo en España creció un 3,7%, el mejor dato de la última década.
Sin embargo, el hecho de que tanto los atentados de París como los de Bruselas hayan demostrado que los yihadistas logran moverse con relativa libertad entre el territorio controlado por el ISIS en Siria e Irak y Europa está provocando un cambio en las reglas que rigen las fronteras. Y puede ir a peor, afectando sobre todo a los nuevos actores globales, como China, de los que depende el futuro del sector. "El turismo debe ser reconocido por su contribución al trabajo global", aseguró Taleb Rifai, secretario general de la UNWTO, que tiene su sede en Madrid. "Sin embargo se enfrenta a enormes desafíos para ser seguro y sostenible", agregó este diplomático quien citó la reintroducción de controles dentro del espacio Schengen como un ejemplo de la tendencia que se está imponiendo.
Penny Pritzker, la secretaria de Comercio, fue más concreta y señaló que el programa de exención de visados (Visa Waiver Program) que EE UU mantiene con 38 países "debe ser reformado por la presencia de yihadistas en los Estados con los que mantenemos este acuerdo". "Necesitamos que los países con los colaboramos compartan los datos de pasajeros con nosotros. Es necesario para que los auténticos viajeros, que representan más del 99,9%, puedan hacerlo con tranquilidad", añadió. Responsables de empresas turísticas de primera fila, como Hilton, se mostraron de acuerdo con la idea de compartir los datos de los viajeros, pese a las enormes dudas que esto plantea en el terreno de la privacidad.
La gran cuestión que circulaba durante el congreso era el peligro de que una reacción exagerada en las fronteras y en la seguridad fuese al final más nocivo que las propias decisiones de los consumidores. Porque los datos indican que, pese a Al Qaeda y el ISIS, la gente viaja cada vez más. En su libro sobre el turismo de masas Overbooked, un apasionante reportaje sobre el sector, Elizabeth Becker señala que en 1960 se produjeron 25 millones de viajes turísticos, 250 en 1970, 536 en 1995, 922 en 2008, 1.000 en 2015 y 1.200 el año pasado. Sin embargo, este movimiento masivo alrededor del mundo plantea otro problema global, como señaló el economista, sociólogo y asesor de gobiernos Jeremy Rifkin: "Los atentados terroristas son pocos, aunque han creado una enorme conmoción. Pero el gran elefante en la habitación para el futuro del turismo es el cambio climático".
Guillermo Altares
Dallas, El País
La mayoría de los atentados yihadistas que en los últimos meses han sacudido el mundo han tenido un mismo objetivo: el turismo y los viajeros. Playas en Túnez y en Costa de Marfil, un avión de Metrojet entre Sharm el Seijh y San Petersburgo, el aeropuerto de Bruselas, el centro de Estambul, los bares de moda, una sala de conciertos y un estadio durante un partido internacional en París, un tren de alta velocidad entre Holanda y Francia, uno de los principales museos del mundo, El Bardo, también en Túnez... "El mundo es un lugar más volátil que hace un año y eso afecta sin duda a nuestro negocio". Estas fueron las palabras con las que Gerald Lawless, directivo del Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC, en sus siglas en inglés), inauguró en Dallas el congreso de este organismo internacional, que reúne a las principales empresas del sector, celebrado esta semana en la ciudad texana.
"Cerrar las fronteras y poner en peligro la libertad de viajar no es la respuesta a los problemas actuales de seguridad", aseguró por su parte David Scowsill, el presidente y consejero delegado de esta organización, fundada hace 25 años. En su discurso destacó la que se ha convertido en la principal preocupación del sector, no solo por el yihadismo, sino también por la crisis de los refugiados y el populismo: un cierre general de fronteras o, por lo menos, unas crecientes dificultades para cruzarlas. Scowsill pidió a los gobiernos mundiales que "eviten una reacción exagerada". "¿Cómo podemos mantener nuestras fronteras seguras, manteniendo las mismas fronteras abiertas para los viajeros de negocios y turistas?", se preguntó.
Los presidentes de grandes cadenas hoteleras, de compañías aéreas, la secretaria de Estado de comercio de EE UU, Penny Pritzker, o el secretario general del organismo de la ONU para el turismo, UNWTO, Taleb Rifai: todos aludieron una y otra vez al peligro que la ofensiva yihadista representa para este gigantesco negocio, que según el WTTC contribuyó en 2015 con 7,2 trillones de dólares al PIB global (en torno al 10%) y que aporta, de forma directa o indirecta, uno de cada 11 puestos de trabajo en el planeta. Aunque el turismo creció el año pasado un 2,8% (por encima de la subida de la economía global, que fue de 2,3%), el sector cree que la posibilidad de un enfriamiento es una realidad. Nadie adelantó en Dallas una cifra sobre lo que el terrorismo puede representar en cifras, pero en países afectados como Turquía las reservas para este verano han bajado un 32%, mientras que Air France-KLM estimó en 120 millones de euros la reducción de sus ingresos en el primer trimestre de 2016 tras los ataques contra París de noviembre.
Aunque desde los atentados contra EE UU del 11 de septiembre de 2001, el terrorismo siempre ha sobrevolado el negocio turístico, hasta hace poco el sector estaba mucho más pendiente de otras cuestiones, sobre todo de cómo hacer frente a los nuevos actores de la economía colaborativa como Uber o Airbnb que, sin poseer un coche o una habitación de hotel, han superado en capitalización a algunos gigantes hoteleros o de alquiler de coches. Sin embargo, los ataques del Estado Islámico (ISIS) han cambiado el tablero por completo. Arne Sorenson, presidente de la cadena de hoteles Marriott, señaló que el sector "se enfrenta a la mayor amenaza global de su historia".
La principal preocupación no es solo que los turistas se queden en casa. Según el WTTC –que se hizo cargo del viaje de este diario a Dallas–, el tiempo que un país o una ciudad tarda en recuperarse totalmente de un atentado terrorista es de 13 meses, frente a los 21,3 meses después del estallido de una enfermedad o 23,8 meses después de un desastre medioambiental. Además, en muchos casos, los turistas cambian de playas, no dejan de viajar. Es lo que ha ocurrido con España, que ha visto aumentar las reservas, sobre todo en Canarias, tras los ataques en Túnez y en Egipto, países cuyas economías se han visto profundamente debilitadas por la huida de los visitantes. El pasado verano el turismo en España creció un 3,7%, el mejor dato de la última década.
Sin embargo, el hecho de que tanto los atentados de París como los de Bruselas hayan demostrado que los yihadistas logran moverse con relativa libertad entre el territorio controlado por el ISIS en Siria e Irak y Europa está provocando un cambio en las reglas que rigen las fronteras. Y puede ir a peor, afectando sobre todo a los nuevos actores globales, como China, de los que depende el futuro del sector. "El turismo debe ser reconocido por su contribución al trabajo global", aseguró Taleb Rifai, secretario general de la UNWTO, que tiene su sede en Madrid. "Sin embargo se enfrenta a enormes desafíos para ser seguro y sostenible", agregó este diplomático quien citó la reintroducción de controles dentro del espacio Schengen como un ejemplo de la tendencia que se está imponiendo.
Penny Pritzker, la secretaria de Comercio, fue más concreta y señaló que el programa de exención de visados (Visa Waiver Program) que EE UU mantiene con 38 países "debe ser reformado por la presencia de yihadistas en los Estados con los que mantenemos este acuerdo". "Necesitamos que los países con los colaboramos compartan los datos de pasajeros con nosotros. Es necesario para que los auténticos viajeros, que representan más del 99,9%, puedan hacerlo con tranquilidad", añadió. Responsables de empresas turísticas de primera fila, como Hilton, se mostraron de acuerdo con la idea de compartir los datos de los viajeros, pese a las enormes dudas que esto plantea en el terreno de la privacidad.
La gran cuestión que circulaba durante el congreso era el peligro de que una reacción exagerada en las fronteras y en la seguridad fuese al final más nocivo que las propias decisiones de los consumidores. Porque los datos indican que, pese a Al Qaeda y el ISIS, la gente viaja cada vez más. En su libro sobre el turismo de masas Overbooked, un apasionante reportaje sobre el sector, Elizabeth Becker señala que en 1960 se produjeron 25 millones de viajes turísticos, 250 en 1970, 536 en 1995, 922 en 2008, 1.000 en 2015 y 1.200 el año pasado. Sin embargo, este movimiento masivo alrededor del mundo plantea otro problema global, como señaló el economista, sociólogo y asesor de gobiernos Jeremy Rifkin: "Los atentados terroristas son pocos, aunque han creado una enorme conmoción. Pero el gran elefante en la habitación para el futuro del turismo es el cambio climático".