El Ejército sirio expulsa al Estado Islámico del desierto

Tras 10 meses bajo la ley del Califato, este pueblo de mayoría cristiana un una ciudad fantasma

Natalia Sancha
Al Qariatein (Siria), El País
Con ráfagas al aire y coreando "¡A Raqa!" celebraron los uniformados sirios su victoria en Al Qariatein, a 120 kilómetros al suroeste de Palmira. La ofensiva duró 48 horas, que finalizó este lunes con la expulsión del poblado de los yihadistas del Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés).


“Tuvimos varias horas muy duras de combates, pero luego los terroristas huyeron en masa”, grita el soldado Talal, de 26 años y originario de Homs, para hacerse oír entre los interminables disparos de celebración. La moral de los soldados roza su punto álgido que tras cinco años en el frente comienzan a acumular victorias. Victorias en las que ha jugado un papel decisivo el apoyo de la aviación rusa que desde el pasado septiembre ampara desde el aire a las tropas sirias en el suelo. Si hoy lograban echar del desierto la última bolsa de yihadistas, la semana pasada el Ejército sirio y las milicias aliadas recuperaban Palmira.

El júbilo de los uniformados contrasta con el desolador paisaje. Situado en pleno desierto, tras diez meses bajo la ley del Califato y tres de combates, este pueblo de mayoría cristiana se antoja una ciudad fantasma. Ni rastro de los 15.000 vecinos que habitaban sus calles. Los cierres de las tiendas están reventados, los muros derrumbados y varios edificios siguen en llamas. El interior del monasterio ha sido saqueado y posteriormente calcinado. Varios soldados caminan delante del muro en el que una pintada reza el ya célebre eslogan yihadista: “El Estado Islámico. Perdura y avanza”. Los muros exteriores del edificio colindante están reventados dejando a la vista dormitorios, salones y cocinas.

En su huida y como ocurriera en Palmira, los terroristas han dejado un reguero de minas, por lo que varias unidades acordonan el centro de la ciudad y donde el ISIS plantó una de sus sedes. El vaivén de uniformados es constante y sus botas esquivan montones de ropas esparcidas por las calles, casquillos de munición o restos de comida. Tras Al Qariatein, último remanente del ISIS, la nueva frontera de la Siria leal se desplaza al noreste de Palmira. Ahora el Ejército de Bachar el Asad promete poner rumbo hacia Deir Ezzor primero y a Raqa después.

La tregua en vigor entre el régimen y varias facciones rebeldes, de la que se excluye al ISIS y a Al Qaeda, ha dado un respiro a un Ejército que combatía en múltiples frentes con efectivos limitados. Al apoyo ruso, se suman las milicias aliadas. “Planeamos detenidamente la operación”, dice el oficial sirio al mando en el terreno. “Entramos por varios flancos simultáneamente para cercar a los terroristas”, apostilla. Así describe la misma táctica que se empleó en Palmira en coordinación con “las fuerzas amigas” como dicen los oficiales del Ejército sirio.
Coalición de fuerzas aliadas

Tanto en Palmira como en Al Qariatein, estas milicias amigas son visibles y contribuyen con experimentados combatientes en terrenos como el de Líbano, Irak o Afganistán. Rusos, iraníes y afganos en Palmira. Milicianos libaneses del partido chií Hezbolá, combatiente del Partido Social Nacionalista Sirio (SSNP, por sus siglas en inglés) y fuerzas de las Defensas Nacionales en Al Qariaten. “Nuestra unidad fue la primera en entrar”, afirma Boutros Sheikh a cargo de la unidad del SSNP. La coordinación dentro de esta coalición de fuerzas aliadas ha permitido que cada grupo atacara por un flanco al poblado, y ello bajo el liderazgo de los oficiales sirios. “Han caído unos 50 mártires en los últimos tres meses”, dice el oficial de terreno quien cifra en 1.500 el grueso de yihadistas que han huido de Al Qariatein.

En plena tregua, bajo amparo de la aviación rusa y con el apoyo de las fuerzas aliadas, los soldados sirios confían en reconquistar Raqa en los próximos meses.

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